septiembre 30, 2009

THOMAS BERNHARD

Thomas Bernhard (Heerlen, Países Bajos, 1931 – Gmunden, Austria, 1989), escritor cáustico, pesimista, rebelde y furiosamente antinacionalista, publicó una veintena de novelas (Helada, Trastorno, La calera, Corrección, Sí, Los comebarato, Hormigón, El malogrado, Tala, Maestros antiguos, Extinción, etc.), pero también piezas de teatro (La montaña, Una fiesta para Boris, El ignorante y el demente, La fuerza de la costumbre, La partida de caza, El reformador del mundo, Simplemente complicado), poemarios (In hora mortis, Bajo el hierro de la luna, Ave Virgilio), autobiografías (El origen, El sótano, El aliento, El frío, Un niño) y muchos relatos breves.

Tres textos breves:

IMAGINACIÓN

Cerca del barrio copto de El Cairo nos llamaron la atención calles enteras en cuyas casas de cuatro y cinco pisos se criaban miles de gallinas y cabras y hasta cerdos. Intentamos imaginarnos qué se oiría si esas casas ardieran.


DOBLE

Un hombre de Trebinje, que realmente tenía un parecido extraordinario con el Presidente de Yugoslavia, ofreció a la Cancillería de Estado de Belgrado ponerse a su disposición para tareas especialmente fatigosas del Presidente de Yugoslavia, no sin hacer una relación exacta de las tareas que, según creía, podía realizar sin más en lugar del Presidente y para las que el Presidente actual, sin embargo, le parecía ya demasiado débil. Sería para él un honor, dijo, asumir en lugar del Presidente de la llamada República Popular de Yugoslavia aquellas tareas que el Presidente no tuviera que realizar sin falta personalmente, y no pedía nada por los servicios que ofrecía. Como el hombre que hizo ese ofrecimiento a Belgrado, hace ya tres años, ha desaparecido desde entonces hasta hoy, mucha gente cree, no sólo en Trebinje y sus alrededores, sino, entretanto, en toda Yugoslavia, que hace mucho tiempo que ha empezado a prestar sus servicios en la capital yugoslava. Las personas que expresan su sospecha son tachadas de difamadoras. Los que pretenden saber que ese hombre ha sido metido en la cárcel o internado en un manicomio o liquidado hace tiempo son tachados igualmente de difamadores. En consecuencia, todos los yugoslavos son difamadores.


LA MOZA

La semana pasada vimos cómo cinco vacas, una tras otra, se precipitaban contra el expreso con el que tuvimos que volver a Viena, resultando totalmente destrozadas. Después de haber limpiado la vía el personal del tren e incluso el maquinista, que acudió con un zapapico, el tren continuó su viaje tras una detención de unos cuarenta minutos. Al mirar por la ventanilla, pude ver a la moza que corría llorando hacia una granja envuelta en el crepúsculo.

THOMAS BERNHARD
Textos incluidos en el libro El imitador de voces (Alfaguara; Madrid, 1984).
Traducción: Miguel Sáenz.
Imagen: classicaldrone.blogspot.net

septiembre 29, 2009

JAIME GIL DE BIEDMA

Jaime Gil de Biedma (Nava de la Asunción, Segovia, 1929 – Barcelona, 1990) ha sido reconocido como una de las principales voces poéticas de España en el siglo XX. Su obra es breve e intensa: los poemarios Según sentencia del tiempo (1953), Compañeros de viaje (1959), Moralidades (1966) y Poemas póstumos (1968), el volumen de memorias Diario del artista seriamente enfermo (1974) y los ensayos El pie de la letra (1980) y Las personas del verbo (1982).

Un poema:

CONTRA JAIME GIL DE BIEDMA

¿De qué sirve, quisiera yo saber, cambiar de piso,
dejar atrás un sótano más negro
que mi reputación –y ya es decir-,
poner visillos blancos
y tomar criada,
renunciar a la vida de bohemio,
si vienes luego tú, pelmazo,
embarazoso huésped, memo vestido con mis trajes,
zángano de colmena, inútil, cacaseno,
con tus manos lavadas,
a comer en mi plato y a ensuciar la casa?

Te acompañan las barras de los bares
últimos de la noche, los chulos, las floristas,
las calles muertas de la madrugada
y los ascensores de luz amarilla
cuando llegas, borracho,
y te paras a verte en el espejo
la cara destruida,
con ojos todavía violentos
que no quieres cerrar. Y si te increpo,
te ríes, me recuerdas el pasado
y dices que envejezco.

Podría recordarte que ya no tienes gracia.
Que tu estilo casual y que tu desenfado
resultan truculentos
cuando se tienen más de treinta años,
y que tu encantadora
sonrisa de muchacho soñoliento
-seguro de gustar- es un resto penoso,
un intento patético.
Mientras que tú me miras con tus ojos
de verdadero huérfano, y me lloras
y me prometes ya no hacerlo.

¡Si no fueses tan puta!
Y si yo no supiese, hace ya tiempo,
que tú eres fuerte cuando yo soy débil
y que eres débil cuando me enfurezco…
De tus regresos guardo una impresión confusa
de pánico, de pena y descontento,
y la desesperanza
y la impaciencia y el resentimiento
de volver a sufrir, otra vez más,
la humillación imperdonable
de la excesiva intimidad.

A duras penas te llevaré a la cama,
como quien va al infierno
para dormir contigo.
Muriendo a cada paso de impotencia,
tropezando con muebles
a tientas, cruzaremos el piso
torpemente abrazados, vacilando
de alcohol y de sollozos reprimidos.
¡Oh innoble servidumbre de amar seres humanos,
y la más innoble
que es amarse a sí mismo!

JAIME GIL DE BIEDMA
Poema incluido en Antología poética (Alianza Editorial; Madrid, 1981).
Imagen: lacoctelera.net

septiembre 28, 2009

CONSTANTINO CAVAFIS







Constantino Cavafis (o Konstantinos Petrou Kavafis, Alejandría, 1863 – 1933), uno de los más prestigiosos poetas de la lengua griega moderna, ha sido traducido al español por, entre otros, los poetas José María Álvarez y Ramón Irigoyen.

Un poema:

PREGUNTABA POR LA CALIDAD

De la oficina donde estaba empleado
en un puesto insignificante y míseramente pagado
(unas ocho libras al mes con los extras)
salió al terminar el ingrato trabajo
que encorvado lo había tenido toda la tarde;
salió a las siete, iba andando despacio,
sin rumbo por la calle. –Hermoso
e interesante, parecía haber logrado ya
la plenitud de su sensualidad.
Había cumplido los veintinueve el mes pasado.

Iba sin rumbo por la calle y los pobres
pasajes que llevaban a su casa.

Al pasar por delante de una tienda pequeña
donde vendían saldos y baratijas para obreros,
vio dentro una cara, vio una figura
que lo impulsaron a entrar como si buscara
unos pañuelos de color.

Preguntaba por la calidad de los pañuelos
y cuánto costaban, con una voz trémula,
casi apagada por el deseo.
Y análogas fueron las respuestas,
absortas, en voz queda,
con sobreentendida aquiescencia.

Siempre palabras sobre el género –pero
un sol fin: el contacto de sus manos
encima de los pañuelos; la cercanía
de sus rostros, de sus labios, como al azar;
el roce momentáneo con su carne.
Fugaz y furtivamente porque no lo advirtiera
el dueño de la tienda, sentado al fondo.

CONSTANTINO CAVAFIS
Poema incluido en el libro Poesía completa (Alianza Editorial; Madrid, 1982).
Traducción: Pedro Bádenas de la Peña.
Imagen: eltallerliterario.com.ar

septiembre 27, 2009

MÁS POESÍA




Recital de poesía, de la mano de Sonia Fides y Jesús Bonilla.

Esta noche, a eso de las 21h, en el Malatesta de Lavapiés.

septiembre 26, 2009

FRANCISCO UMBRAL

Francisco Umbral (Madrid, 1932 – Boadilla del Monte, 2007) destacó como periodista, pero también publicó una novela, Mortal y rosa, que muchos lectores sitúan entre las más bellas y conmovedoras escritas en español en el siglo XX. Describe su experiencia de dolor ante la enfermedad de su hijo, “Pincho”, que falleció de leucemia cuando tenía seis años. Otras de sus obras destacadas: Larra, anatomía de un dandy (1965), Lorca, poeta maldito (1968), El Giocondo (1970), Memorias de un niño de derechas (1972), Las ninfas (1975), El hijo de Greta Garbo (1977), Los helechos arborescentes (1988), La leyenda del césar visionario (1992), Un ser de lejanías (2001).

Un fragmento de Mortal y rosa:

Mira el pasado lento, su obstinación de ola, mira el volver de todo con fósforo en los dientes, mira el verano negro, alto como un planeta, cuando el puñal del pecho canta sin esperanza. Quiero decir con esto que la verdad del ave no es el cristal quebrado de su llamada pura, sino la gota ciega, quieta como un pronombre, con que la muerte pulsa páginas de silencio. Debes cuidar entonces, cuando el espejo gime, la perfección del aire, terso como el futuro, y desflorar despacio, con luz entre los ojos, a la criatura agreste de garras y de llanto. Porque ha pasado el tiempo húmedo y misterioso de venerar el fondo sagrado de los vasos y ha llegado el momento de proclamar con odio la eternidad de un cuerpo claro entre las espadas.
FRANCISCO UMBRAL
Fragmento de Mortal y rosa (Destino; Barcelona, 1979).
Imagen: elmundo.es

septiembre 25, 2009

JOSÉ MARÍA FONOLLOSA

José María Fonollosa (o J.M. Fonollosa, como también firmaba) nació y murió en Barcelona (1922-1991). Es un autor misterioso, al margen del mundillo literario. Aunque publicó su primer libro, La sombra de tu luz, en 1945, al que siguió Umbral del silencio, en 1947, y su Blues y cantos espirituales negros se editó en 1951, después se fue a Cuba y no hubo noticias suyas. Regresó a España en 1961. Y en 1990, con el entusiasmo del prestigioso Pere Gimferrer, dio a conocer su obra principal: Ciudad del hombre: Nueva York, con ediciones en Sirmio, Bruma, DVD y Acantilado. La novela en verso Poetas en la noche (Quaderns Crema; Barcelona, 1997) y Destrucción de la mañana (DVD; Barcelona, 2001) completan su bibliografía.

Un poema:

MULBERRY STREET

Dicen que arrodillarse es humillante.

Que es esta posición la del vencido,
del sumiso, del vil, del que renuncia
a la última esperanza de salvarse.

Que estar arrodillado en una calle,
en un templo o salón, afrenta incluso
a aquel que lo contempla y no lo impide.

Como afrenta una bomba que no estalla
a quien confiaba actuara su explosivo.

Sí. Es innoble actitud arrodillarse
delante de otro ser, cuando el sujeto
es pasivo. Mas no si éste es activo.

Porque hay una excepción en que es victoria,
gozo y satisfacción esta postura:
cuando el sexo la exige ansiosamente.

Entonces es divino arrodillarse.

JOSÉ MARÍA FONOLLOSA
Poema incluido en Ciudad del hombre: New York (Sirmio; Barcelona, 1990).
Imagen: wordpress.com

septiembre 24, 2009

CESARE PAVESE

El italiano Cesare Pavese (Santo Stefano Belbo, Cuneo, 1908 – Turín, 1950), poeta, traductor, novelista y editor, padeció cárcel por sus escritos antifascistas. Tradujo obras de Joyce, Steinbeck, Dickens, Hemingway, Melville, Faulkner, Stein y Dos Passos. Destaca su diario El oficio de vivir (1935-1952). Escribió los poemarios Trabajar cansa (1936, corregido en 1943) y Vendrá la muerte y tendrá tus ojos (publicado en 1951, después de su muerte). Se suicidó a los 42 años.

Un poema:

TIENES ROSTRO DE PIEDRA ESCULPIDA

Tienes rostro de piedra esculpida,
sangre de tierra dura,
has venido del mar.
Todo acoges e indagas
y rechazas de ti,
como el mar. En el corazón
tienes silencio, tienes palabras
sumergidas. Eres sombría.
Para ti el alba es silencio.

Y eres como las voces
de la tierra –el golpe
del cubo contra el pozo,
la canción de la hoguera,
la caída de un fruto,
las palabras resignadas
y oscuras bajo los pórticos,
el grito del niño-, las cosas
que no se pierden nunca.
Tú no cambias. Eres oscura.

Eres la bodega cerrada
por un montón de tierra,
en donde entró una vez
un muchacho descalzo,
y la recuerda siempre.
Eres el cuarto oscuro
que se recuerda siempre,
como el antiguo patio
donde se abría el alba.

CESARE PAVESE
Poema incluido en el libro Antología poética (Plaza y Janés; Esplugues de Llobregat, 1985).
Traducción: José Agustín Goytisolo.
Imagen: revistacontratiempo.com.ar

septiembre 23, 2009

ANA MARÍA MATUTE


Ana María Matute (Barcelona, 1926), novelista y académica, es autora de las novelas Los Abel (1948), Fiesta al Noroeste (1952), Pequeño teatro (1954), En esta tierra (1958), Los hijos muertos (1959), Primera memoria (1959), Historias de la Artámila (1961), Los soldados lloran de noche (1963), La trampa (1970), La torre vigía (1971), El río (1973), Luciérnaga (1993), Olvidado rey Gudú (1996), Aranmanoth (2000) y Paraíso inhabitado (2008). Es también autora de volúmenes de relatos, con varios cuentos para niños: Paulina, el mundo y las estrellas (1956), El país de la pizarra (1956), Los niños tontos (1956), Caballito loco (1961), El polizón de Ulises (1965), Sólo un pie descalzo (1984), El saltamontes verde (1986), La Virgen de Antioquía y otros relatos (1990), Don Payasito, Los de la Tienda (1998). Premio Nacional de las Letras 2007.

Un cuento:

POLVO DE CARBÓN

La niña de la carbonería tenía polvo negro en la frente, en las manos y dentro de la boca. Sacaba la lengua al trozo de espejo que colgó en el pestillo de la ventana, se miraba el paladar, y le parecía una capillita ahumada. La niña de la carbonería abría el grifo que siempre tintineaba, aunque estuviera cerrado, con una perlita tenue. El agua salía fuerte, como chascada en mil cristales contra la pila de piedra. La niña de la carbonería abría el grifo del agua los días que entraba el sol, para que el agua brillara, para que el agua se triplicase en la piedra y en el trocito de espejo. Una noche, la niña de la carbonería despertó porque oyó a la luna rozando la ventana. Saltó precipitadamente del colchón y fue a la pila, donde a menudo se reflejaban las caras negras de los carboneros. Todo el cielo y toda la tierra estaban llenos, embadurnados del polvo negro que se filtra por debajo de las puertas, por los resquicios de las ventanas, mata a los pájaros y entra en las bocas tontas que se abren como capillitas ahumadas. La niña de la carbonería miró a la luna con gran envidia. “Si yo pudiera meter las manos en la luna”, pensó. “Si yo pudiera lavarme la cara con la luna, y los dientes, y los ojos”. La niña abrió el grifo, y, a medida que el agua subía, la luna bajaba, bajaba, hasta chapuzarse dentro. Entonces la niña la imitó. Estrechamente abrazada a la luna, la madrugada vio a la niña en el fondo de la tina.

ANA MARÍA MATUTE
Cuento incluido en el libro Los niños tontos (Destino; Barcelona, 1978).
Imagen: blogspot.com

septiembre 22, 2009


Estimados/as Amigos/as Todos/as.

El equipo de la Revista Al Otro Lado del Espejo le satisface –y mucho- presentaros su nuevo Nº1, os dejamos los enlaces donde se puede ojear virtualmente, así como uno idóneo para la descarga y -si se quiere- su impresión. En un breve periodo de tiempo nos complacerá aun más, el poder presentárosla físicamente, para ello os iremos informando puntualmente de los lugares donde estaremos.
Muchas gracias a todos/as por la acogida que tuvo el anterior Nº0 de la revista. Gracias de corazón a los que se han hecho eco en los blogs y las webs; a las radios y periódicos que nos han dedicado algo de su tiempo y, sobre todo, gracias a todos los que nos habéis aportado altruistamente vuestro talento, tanto como los que fuisteis seleccionados como los que no (siempre habrá otra oportunidad); también inmensas gracias a los que nos han ido acompañado en las diferentes presentaciones que hicimos a lo largo y ancho de la geografía de este país dándonos ese calor que necesitamos, de la misma forma a todos aquellos quienes nos cedieron su espacio para ello (léase: Librería Tres Rosas Amarillas en Malasaña, Fundación Centro de Poesía José Hierro en Getafe, Edita 2009 en Punta Umbría, El Dorado Espacio M.A.E en Valencia, Librería La Clandestina en Malasaña); seguimos y seguiremos en la carretera.
La Asociación Cultural La Vida Rima y El equipo de la Revista Al Otro Lado del Espejo está orgullosa de este proyecto, y de su aceptación, donde os hacemos cómplices a todos/as; seguimos pensando en un próximo número, como no podría ser de otra manera.





Revista /AL OTRO LADO DEL ESPEJO / Nº1
En esta ocasión contamos con:

Guy de Maupassant / Ricardo Pligia / Hipólito G. Navarro / Lorenzo Silva / Carlos Salem / David González / Ana Pérez Cañamares / Miguel Ángel Zapata / José Ángel Barrueco / Hasier Larretxea / J.Ramallo / Carlos Ardohaín / Escandar Algeet /Reyes Monje / Lola B.Gallardo / Marcos Vasconcellos / Carlos Ollero / Nacho Viñuela / Inés Martín / Carlos Frühebeck / Carmen Guzmán.

Nos Ilustran


Lidia Litrán (portada) / Juanito Kalvellido / Leticia Vera / Ángel Rodríguez Robles
Ana Rodríguez Pastor / Beatriz Chaves / Lucía Barredo / José Naveiras /Alberto Rivas


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CARLOS BARRAL

Carlos Barral (Barcelona, 1928-1989), poeta, editor, novelista y senador, perteneció a la llamada Generación de los 50. Su editorial, Seix Barral, dio a conocer a buena parte de los autores del boom latinoamericano. Destaca la calidad de sus Memorias. Su obra poética comprende los libros Las aguas reiteradas (1952), Metropolitano (1957), Diecinueve figuras de mi historia civil (1961), Usuras (1965), Figuración y fuga (1966), Informe personal sobre el alba (1970), Usuras y figuraciones (1973), Lecciones de cosas: Veinte poemas para el nieto Malcolm (1986).

Un poema:

BAÑO DE DOMÉSTICA

Entonces arrojaba
piedrecillas al agua jabonosa,
veía disolverse
la violada rúbrica de espuma,
bogar las islas y juntarse, envueltas
en un olor cordial o como un tibio
recuerdo de su risa.

¿Cuántas veces pudo ocurrir
lo que parece ahora tan extraño?
Debió de ser en tardes señaladas,
a la hora del sol,
cuando sestea la disciplina.

En seguida volvía
crujiendo en su uniforme almidonado
y miraba muy seria al habitante
que aún le sonreía
del otro lado de la tela metálica.

Vaciaba el barreño
sobre la grava del jardín.
Burbujas
en la velluda piel de los geranios…

Su espléndido desnudo,
al que las ramas rendían homenaje,
admitiré que sea
nada más que un recuerdo esteticista.
Pero me gustaría ser más joven
para poder imaginar
(pensando en la inminencia de otra cosa)
que era el vigor del pueblo soberano.

CARLOS BARRAL
Poema incluido en el libro Metropolitano y Diecinueve figuras de mi historia civil (Ediciones Orbis; Barcelona, 1979).
Imagen: amuzigi.com

septiembre 21, 2009

WISLAWA SZYMBORSKA

Wislawa Szymborska (Kornik, Polonia, 1923), Premio Nobel de Literatura en 1996, ha publicado, entre otros, los poemarios Por eso vivimos (1952), Preguntas planteadas a una misma (1954), Llamando al Yeti (1957), Sal (1962), Mil alegrías –un encanto- (1967), Por si acaso (1972), El gran número (1976), Gente en el puente (1986), Fin y principio (1993), Instante (2005, en la versión española).

Un poema:

ALGO SOBRE EL ALMA

Alma se tiene a veces.
Nadie la posee sin pausa
y para siempre.

Día tras día,
año tras año
pueden transcurrir sin ella.

A veces sólo en el arrobo
y los miedos de la infancia
anida por más tiempo.
A veces nada más en el asombro
de haber envejecido.

Rara vez nos asiste
en las tareas pesadas,
como mover muebles,
cargar las maletas
o recorrer caminos con zapatos apretados.

Cuando hay que cortar carne
o llenar solicitudes,
generalmente está de asueto.

De mil conversaciones
toma parte sólo en una,
y no necesariamente,
pues prefiere el silencio.

Cuando el cuerpo nos empieza a doler y doler,
escapa sigilosamente de su hora de consulta.

Es algo quisquillosa:
con disgusto nos ve en la muchedumbre,
le repugna nuestra lucha por supuestas ventajas
y el rumor de los negocios.

La alegría y la tristeza
no son para ella sentimientos distintos.
Sólo cuando se unen
está presente en nosotros.

Podemos contar con ella
cuando no estamos seguros de nada
y tenemos curiosidad por todo.

De los objetos materiales
le gustan los relojes con péndulo
y los espejos que trabajan afanosos
aunque no mire nadie.

No dice de dónde viene
ni cuándo se irá de nuevo,
pero evidentemente espera esa pregunta.

Según parece,
así como ella a nosotros,
nosotros a ella
también le servimos de algo.

WISLAWA SZYMBORSKA
Poema incluido en el libro Instante (Igitur; Montblanc, 2005).
Imagen: wordpress.com

septiembre 20, 2009

Paul Giamatti - Try A Little Tenderness

La película A duo (Duets) se estrenó en el año 2000. Nos cuenta la historia de seis personajes que entrelazan sus vidas, a través de un campeonato de karaoke que se va a celebrar en Omaha. Forman tres duetos, un padre alocado y su hija reencontrada, una camarera y un taxista cuyo sueño es la fama y un comercial (Paul Giamatti) con una vida mediocre y que no soporta, por alguna extraña razón recoge en su automóvil a un ex convicto que resulta tener una voz prodigiosa. Son ellos los que interpretan la versión de Otis Redding Try A Little Tenderness.
El director Bruce Paltrow declaró: “El mundo hortera del karaoke es una audaz metáfora, hace falta tener mucho valor para dejar atrás tantas expectativas y lanzarse a buscar algo distinto.”
La película nos muestra vidas sencillas, desquiciadas, monótonas que se aferran a algo que les devuelva la sensación de estar vivos.
Os dejo los dos videos, la versión original de Otis Redding y la que aparece en la película.

septiembre 19, 2009

Otis Redding - Try A Little Tenderness

JOSEP PLA

Josep Pla (Palafrugell, 1897 – Llofriu, 1981). Sus obras completas comprenden 120 libros recogidos en 46 volúmenes. En total, más de 30.000 folios que abarcan dietarios, reportajes políticos, ensayos costumbristas, biografías, viajes y narraciones. Algunos títulos: El cuaderno gris, Notas sobre París, Viaje en autobús, Humor honesto y vago, La huida del tiempo, La calle Estrecha, Viaje a América, Cinco historias del mar, Cartas de lejos, Santiago Rusiñol y su época, Grandes tipos, Vida de Manolo. Modernizó la lengua catalana. Dionisio Ridruejo fue uno de sus principales traductores al castellano.

Un pequeño fragmento de El cuaderno gris:

Tertulia en el “Centre Fraternal” con los amigos.
Enric Frigola afirma que, según los ingleses, una de las más importantes finalidades de la inteligencia es hacer que los hombres tengan cierta amenidad y sean divertidos.
-¿Qué quiere decir un hombre divertido? –pregunta Coromina.
-Quiere decir –responde Frigola- un hombre que tiene el sentido del humor.
-¿Se puede entender que un hombre irónico pueda ser tenido por un hombre divertido?
-Depende de los límites –dice Frigola-. La ironía no puede traspasar unos determinados límites.
-¿Qué límites?
-Digamos Dickens.
-¿Se entiende que ser divertido implica el abandono del sentido del ridículo? –pregunta Coromina.
-¿Consideran ustedes que Napoleón tuvo sentido del ridículo? –pregunta Frigola-. ¿Que Dato y Romanones tienen sentido del ridículo? No hay nadie en el mundo que, en circunstancias determinadas, haga caso, conceda la mínima importancia al sentido del ridículo. En la cama, ante una mujer, ¿dónde está el sentido del ridículo? Mantener por sistema, permanentemente, el sentido del ridículo como una cosa sagrada e intocable, es un síntoma de mediocridad, la mediocridad misma –es la negación total del sentido del humor.
Todo el mundo queda un poco asombrado ante la repentina efervescencia de Frigola, habitualmente incapaz de la más leve efervescencia. Al constatar la cara azorada que le ponemos, se repliega sobre sí mismo y hace una confesión con un aire tímido. Dice:
-Yo puedo decir todo esto porque el sentido del ridículo me ha hecho perder la vida…

JOSEP PLA
Fragmento de El cuaderno gris (Destino; Barcelona, 1994).
Traducción: Dionisio Ridruejo y Gloria de Ros.
Imagen: letraslibres.com

septiembre 18, 2009

CLAUDIO RODRÍGUEZ



Claudio Rodríguez (Zamora, 1934 – Madrid, 1999), que recibió algunas de las principales distinciones de la literatura española (Premio Nacional de Poesía, Premio Príncipe de Asturias y Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana), publicó los poemarios Don de la ebriedad (Rialp; Madrid, 1953), Conjuros (Cantalpiedra; Torrelavieja, 1958), Alianza y condena (Revista de Occidente; Madrid, 1965), El vuelo de la celebración (Visor; Madrid, 1976) y Casi un leyenda (Tusquets; Barcelona, 1991).

Un poema:

PERRO DE POETA

A Sirio, que acompañó a Vicente Aleixandre

A ti, que acariciaste
el destello infinito del traje humano cuando
dentro de él bulle el poema.
A ti, de rumboso bautizo,
que con azul saliva y lengua zalamera
lamiste frescos pulsos trémulos de altas bridas,
unas manos creadoras, con mimo de sal siempre,
ahora que recuerdo
años de amistad limpia
te silbo. ¿Me conoces?
Fue hace seis años , cuando
mi cadena era de aire, como la que tu amo
te puso en el jardín. Os mirabais, pisabais
tú su región inmensa y sin murallas,
él tu reino sin huellas.
¿Quién era el servidor? ¿Quién era el amo?
Nadie lo sabrá nunca
pero el ver las miradas era alegre.
Un buen día, atizado por todas las golondrinas del mundo
hasta ponerlo al rojo,
callaste para aullar eterno aullido.
No ladraste a los niños ni a los pobres
sino a los malos poetas, cuyo tufo
olías desde lejos, fino rastreador.
Quizá fueron sus hijos
quienes en esa hora de juerga ruín, colgaron
de tu rabo,
de tu hondo corazón asustadizo
la ruidosa hojalata cruel e impresa
de sus vendidos padres. Fue lo mismo.
Callaste. Pero ahora
vuelvo a jugar contigo desde esta sucia niebla
con la que el aire limpio de nuestro Guadarrama
haría un sol de julio, junto con tus amigos,
viendo sobre tu lomo la mano leal, curtida,
y te silbo, y te hablo, y acaricio
tu pura casta, tu ofrecida vida
ya para siempre, Sirio,
buen amigo del hombre
compañero del poeta, estrella que allá brillas
con encendidas fauces
en las que hoy meto al fin, sin miedo, entera,
esta mano mordida por tu recuerdo hermoso.

CLAUDIO RODRÍGUEZ
Poema incluido en el libro Poesía completa, 1953-1991 (Tusquets; Barcelona, 2001).
Imagen: noticiasliterarias.com

septiembre 17, 2009

WILLIAM BLAKE





Grabador y poeta visionario, William Blake (Londres, 1757-1827) era, en palabras de Jorge Luis Borges, “uno de los hombres más extraños de la literatura”. Añade el argentino: “Creía que el perdón es una flaqueza”. Y cita unas palabras del inglés: “El gusano partido en dos perdona al arado”.






Un poema:

RESUMEN DE LO HUMANO

La piedad no existiría
si no hiciéramos a alguien pobre;
y la misericordia no tendría lugar
si todos fuesen tan felices como nosotros.

El miedo compartido trae la paz
hasta que los amores egoístas aumentan.
Entonces la crueldad urde una trampa
y siembra con cuidado sus cebos.

Se sienta con sagrados temores
y riega la tierra con lágrimas;
la humildad echa entonces raíces
bajo sus plantas.

No tarda en extender la lúgubre sombra
del misterio sobre su cabeza;
y la oruga y la mosca
se alimentan de misterio.

Luego crece del árbol el fruto del engaño,
rojizo y dulce al paladar,
y el cuervo teje su nido
en su más espesa sombra.

Los dioses de la tierra y el mar
escrutaron la naturaleza para hallar este árbol,
pero vana resultó la búsqueda:
crece uno en cada cerebro humano.

WILLIAM BLAKE
Poema incluido en Poesía completa (Ediciones Orbis, Biblioteca personal de Jorge Luis Borges; Barcelona, 1980).
Traducción: Pablo Mañé Garzón.
Imagen: www2.warwick.ac.uk

septiembre 16, 2009

JOSÉ-MIGUEL ULLÁN

José-Miguel Ullán (Villarino de los Aires, Salamanca, 1944 – Madrid, 2009) fue alumno de Roland Barthes en París, donde dirigió emisiones radiofónicas. Después, en España, desempeñó el cargo de subdirector de Diario 16 y fundó las colecciones Poesía/Cátedra y Ave del Paraíso. Se puso al frente del programa televisivo Tatuaje y colaboró con el músico Luis de Pablo y con varios artistas plásticos. Publicó los poemarios El jornal (1965), Amor peninsular (1965), El humano poder (1966), Cierra los ojos y abre la boca (1970), Mortaja (1970), Maniluvios (1972), Frases (1975), De un caminante enfermo que se enamoró donde fue hospedado (1976), Alarma (1976), Soldadesca (1979), Manchas nombradas (1984), Rumor de Tánger (1985), Favorables Cancún Poema seguido de La dictadura del jaykú (1993), Visto y no visto (1993), Razón de nadie (1994), Ardicia, antología 1964-1994 (1994), Tardes de lluvia / Animales impuros (1995), Testículo del Anticristo (1995), Órganos dispersos (2000), Ni mu (2002), Con todas las letras (2004), De madrugada, entre la sombra, el viento (2007), Ondulaciones, poesía reunida 1968-2007 (2008).

Un poema en prosa:

ARDICIA

I

En la noche risueña del destierro, libre ya de la ley y del instinto, un charco de agua clara me detuvo. Mojo el dedo cordial trazando un círculo y su humedad al paladar le encasca.
Boca del lobo: donde renace el sinsabor, la palabra acecha. Acre es la música cibal del signo.
Yo le saco la lengua, alargo el paso.

II

Llora, porque toda mirada entraña error.
Mas los andrajos, horca, palio y cruz no morirán por ese llanto. Mejor, fulgir a solas y rezar en balde. ¿Como el topo? Así: dueño de la penumbra y de su asfixia.
Hablando por hablar. A ciegas. Ojo del corazón, quema el paisaje.

III

Persistente, la rosa. Esclavos somos de raíz. Rosa hedionda, zozobra y estupor de la mordaz melancolía.
A la fosa nasal llama la Historia con sus inciensos categóricos. Corre el verso al runrún del sacrificio, de mar a mar y seductor.
¡Musa servil! Sobre tu altar, un huracán de esperma.

IV

El sordo dios: la carcajada inmóvil.
Murmullo de otra luz será tu fe. Aléjate de la expresión forzada o del silencio amilanado. Oye tan sólo la armonía neutra de lo indeciso e indomable. Deja abierta la puerta más sumisa.
Esa ignorancia zumbará en tu oreja. Fraternalmente.

V

Si la mano va y pierde la cabeza y, en un doble ademán de supresión, rompe la flecha y borra el blanco, ciérrase luego sobre el gran reloj, sangra y se ofrece al vilipendio abyecto, nada esperes que iguale esta pasión, Teoría.
A todo lo demás diles que bueno.

JOSÉ-MIGUEL ULLÁN
Poema incluido en el libro Ardicia. Edición de Miguel Casado (Cátedra; Madrid, 1994).
Imagen: elpais.com

septiembre 15, 2009

LUIS CERNUDA

Luis Cernuda (Sevilla, 1902 – México D.F., 1963), uno de los principales poetas de la Generación del 27, vivió en Inglaterra, Estados Unidos de América y México. Toda su obra poética (Primeras poesías; Égloga, elegía, oda; Un río, un amor; Los placeres prohibidos; Donde habite el olvido; Invocaciones; Las nubes; Como quien espera el alba; Vivir sin estar viviendo; Con las horas contadas; Desolación de la quimera) está reunida con el título genérico La realidad y el deseo.

Un poema:

A LARRA CON UNAS VIOLETAS (1837-1937)

Aún se queja su alma vagamente,
El oscuro vacío de su vida.
Mas no pueden pesar sobre esa sombra
Algunas violetas,
Y es grato así dejarlas,
Frescas entre la niebla,
Con la alegría de una menuda cosa pura
Que rescatara aquel dolor antiguo.

Quien habla ya a los muertos,
Mudo le hallan los que viven.
Y en este otro silencio, donde el miedo impera,
Recoger esas flores una a una
Breve consuelo ha sido entre los días
Cuya huella sangrienta llevan las espaldas
Por el odio cargadas con una piedra inútil.

Si la muerte apacigua
Tu boca amarga de Dios insatisfecha,
Acepta un don tan leve, sombra sentimental,
En esa paz que bajo tierra te esperaba,
Brotando en hierba, viento y luz silvestres,
El fiel y último encanto de estar solo.

Curado de la vida, por una vez sonríe,
Pálido rostro de pasión y de hastío.
Mira las calles viejas por donde fuiste errante,
El farol azulado que te guiara, carne yerta,
Al regresar del baile o del sucio periódico,
Y las fuentes de mármol entre palmas:
Aguas y hojas, bálsamo del triste.

La tierra ha sido medida por los hombres,
Con sus casas estrechas y matrimonios sórdidos,
Su venenosa opinión pública y sus revoluciones
Más crueles e injustas que las leyes,
Como inmenso bostezo demoníaco;
No hay sitio en ella para el hombre solo,
Hijo desnudo y deslumbrante del divino pensamiento.

Y nuestra gran madrastra, mírala hoy deshecha,
Miserable y aún bella entre las tumbas grises
De los que como tú, nacidos en su estepa,
Vieron mientras vivían morirse la esperanza,
Y gritaron entonces, sumidos por tinieblas,
A hermanos irrisorios que jamás escucharon.

Escribir en España no es llorar, es morir,
Porque muere la inspiración envuelta en humo,
Cuando no va su llama libre en pos de aire.
Así, cuando el amor, el tierno monstruo rubio,
Volvió contra ti mismo tantas ternuras vanas,
Tu mano abrió de un tiro, roja y vasta, la muerte.

Libre y tranquilo quedaste en fin un día,
Aunque tu voz sin ti abrió un dejo indeleble.
Es breve la palabra como el canto de un pájaro,
Mas un claro jirón puede prenderse en ella
De embriaguez, pasión, belleza fugitivas,
Y subir, ángel vigía que atestigua del hombre,
Allá hasta la región celeste e impasible.

LUIS CERNUDA
Poema incluido en La realidad y el deseo, 1924-1962 (Fondo de Cultura Económica; México, 1970).
Imagen: historiadenuestroperuyelmundo

septiembre 14, 2009

ANTONIO COLINAS

Antonio Colinas (La Bañeza, León, 1946) ha publicado los siguientes libros de poemas: Poemas de la tierra y de la sangre (Diputación Provincial; León, 1969), Preludios a una noche total (Rialp; Madrid, 1969), Truenos y flautas en un templo (C.A.G. de Guipúzcoa; 1972), Sepulcro en Tarquinia (Diputación Provincial; León, 1975), Astrolabio (Visor; Madrid, 1979), En lo oscuro (Cuadernos de Cera; Rota, 1971), Poesía, 1967-1980 (Visor; Madrid, 1982), Noche más allá de la noche (Visor; Madrid, 1983), Poesía, 1967-1981 (Visor; Madrid, 1984), La viña salvaje (Antorcha de Paja; Córdoba, 1985), Diapasón infinito (Tallers Chardon y Yamamoto; Barcelona, 1986), Dieciocho poemas (Caixa Balears; Ibiza, 1987), Jardín de Orfeo (Visor; Madrid, 1988), Los silencios de fuego (Tusquets; Barcelona, 1992), La hora interior (Taller Joan Roma; Barcelona, 1992), El río de sombra. Poesía 1967-1990 (Visor; Madrid, 1994), Pájaros en el muro (Taller Joan Roma; Barcelona, 1995), Libro de la mansedumbre (Tusquets; Barcelona, 1997), Córdoba adolescente (CajaSur; Córdoba, 1997), El río de sombra. Treinta años de poesía, 1967-1997 (Visor; Madrid, 1999), Amor que enciende más amor (Plaza y Janés; Barcelona, 1999), Nueve poemas (Celya; Salamanca, 2000), Junto al lago (Cuadernos para Lisa; Salamanca, 2001), Tiempo y abismo (Tusquets; Barcelona, 2002), La hora interior. Antología poética 1967-2001 (Junta de Castilla y León, 2002), Seis poemas (Instituto de la Lengua de Castilla y León; Burgos, 2003), Treinta y ocho poemas (Real Casa de la Moneda; Madrid, 2003), En Ávila unas pocas palabras (Ediciones de El Gato Gris; Valladolid, 2004), La luz es nuestra sangre, Antología (Edilesa; León, 2006), Donde la luz llora luz (El Gato Gris; Valladolid, 2007), Antología (Caja Canarias; Tenerife, 2007), Riberas del Órbigo (Ayuntamiento de La Bañeza, 2007), Desiertos de la luz (Tusquets; Barcelona, 2008).

Un poema:

EN EL MUSEO

Quisiera penetrar en ese cuadro,
ser en su leve espacio forma leve,
aroma de su atmósfera madura.
Estar en ese cuadro como está
el agua melodiosa de la acequia,
el cielo malva en paz entre las nubes
o esa luz que desciende como nieve
de hierba o como el oro de los prados.

Regresaría al huerto de la infancia
que perdí, al desnudo de mujer
que es todos los desnudos, a los pinos
de Roma o a esas calles italianas
donde me extravié y fui dichoso.
¡Fundirse en arte para no morir!

Y sabiendo que es mucha la alegría,
el goce de envolverme en esa luz
y ser tiempo en el cuadro que no muere,
quisiera yo también, por ser humano,
entrar en él para probar dolor,
la luz gris de visillos y de espejos.
Sentir amor y respirar nostalgia
junto a los personajes de los cuadros,
que hieren y, a la vez, nos dan placer.

Penetrar en el cuadro y recibir
de repente el temblor de los cerezos
en el rostro como un fuego que inflama.
No existir, mas durar en las miradas
de cada visitante del museo.
No existir, mas arder muy lentamente
en las llamas-colores del pintor.
No ser nunca como es la carne nuestra,
que no cesa en su grito, y que perece.

ANTONIO COLINAS
Poema incluido en el libro Los silencios de fuego (Tusquets; Barcelona, 1992).
Imagen: elmundo.es

septiembre 13, 2009

FRIEDRICH HÖLDERLIN

Uno de los principales autores alemanes, Friedrich Hölderlin (Lauffen am Neckar, 1770 – Tubinga, 1843) fue compañero de los filósofos Friedrich Hegel y Friedrich Schelling, y alumno de Fichte. A los treinta y seis años fue declarado loco y, tras una breve estancia en un hospital, lo acogió un carpintero, Zimmer, en cuya casa pasó treinta y siete años. Siguió escribiendo. Firmaba Scardanelli. Se perdieron prácticamente todas esas páginas, pero se conservan cuarenta y nueve composiciones que ahora conocemos como Poemas de la locura.

Un “poema de la locura”:

VIDA MÁS ELEVADA

Su vida escoge el hombre, su objetivo,
Gana libre de error sabiduría, pensamientos,
Recuerdos que perdiéronse en el mundo,
Y nada puede contrariar su valor íntimo.

El esplendor de la Naturaleza embellece sus días,
Otórgale su espíritu nuevas vestiduras
En su interior, y así contempla la verdad,
Y el más alto sentido, y las más singulares preguntas.

Puede así el hombre conocer entonces el sentido de la vida,
Nombrar su meta lo más alto, lo más elevado,
Saber que uno es el sentido de la humanidad y de la vida,
Considerar que el más alto sentido es la más noble vida.

Scardanelli

FRIEDRICH HÖLDERLIN
Poema incluido en el libro Poemas de la locura (Hiperión; Madrid, 1982).
Traducción: Txaro Santoro y José María Álvarez.
Imagen: dictionari.blogspot.com

septiembre 12, 2009

JON JUARISTI

Jon Juaristi (Bilbao, 1951) ha publicado los libros de poemas Diario de un poeta recién cansado (Pamiela; Pamplona, 1985), Suma de varia intención (Pamiela; Pamplona, 1987), Arte de marear (Hiperión; Madrid, 1988), Los paisajes domésticos (Renacimiento; Sevilla, 1992), Mediodía (Comares; Granada, 1993), Tiempo desapacible (Comares; Granada, 1996), Poesía reunida, 1986-1999 (Visor; Madrid, 2000), Prosas (en verso) (Hiperión; Madrid, 2002) y Viento sobre las lóbregas colinas (Visor; Madrid, 2008). Entre sus numerosos volúmenes de ensayos, destacan El bucle melancólico (Espasa Calpe; Madrid, 1997), Sacra Némesis (Espasa Hoy, 1999), El bosque originario (Taurus; Madrid, 2000) y El reino del ocaso (Espasa; Madrid, 2004). En 2006 publicó su libro de memorias Cambio de destino (Seix Barral, Barcelona). Es también autor de una novela, La caza salvaje (Planeta; Barcelona, 2007).

Un poema:

TRENOS DE VINOGRADO

III

Pistoleros escuálidos se arrastran por los muros
corroídos, minados por la luna y los líquenes.
Dulce muchacha rubia, mi amor de un tiempo, dime,
ahora que suena un triste clarinete de ausencia,
¿qué recuerda tu carne de mis ritos atroces?
Hay un ácido aroma de trinitarias mustias
en el aire de octubre. La ciudad se desploma.
En silencio paseo por jardines dormidos.
Año sesenta y nueve, y también era otoño.
Maceraba la lluvia los rosales desnudos.
Luz de faroles lívidos perfilaba tus labios.
¿No hay para aquellas horas encantadas clemencia?
Alba de los guerreros: bajo las ramas yertas
yacen cuerpos azules que apacienta la muerte.

JON JUARISTI
Poema incluido en el libro Diario del poeta recién cansado (Pamiela; Pamplona, 1985).
Imagen: elperiodicodearagon.com

septiembre 11, 2009

ÁNGELA VALLVEY


Ángela Vallvey (San Lorenzo de Calatrava, Ciudad Real, 1964), novelista, poeta y cuentista, es autora de los libros Kippel y la mirada eléctrica (1995), Capitales de tiniebla (1997), Vida sentimental de Bugs Bunny (1997), Donde todos somos John Wayne (1997), El tamaño del universo (1998), A la caza del último hombre salvaje (1999), Vías de extinción (2000), Extraños en el paraíso (2001), Los estados carenciales (2002), No lo llames amor (2003), La ciudad del diablo (2005), Todas las muñecas son carnívoras (2006) y Muerte entre poetas (2008).

Un relato:

AMARANTO Y ROSA (AMOR NOBLE)

Ella es alta, rubia, tiene los ojos azules, moteados de manchas negras, como si acabaran de ser bombardeados.
Él la ama.
Ninguno de los dos cree en lo que dura, pero se someten a las pruebas de su amor de manera entregada, poco práctica, noble.
Ella es joven, lleva enferma mucho tiempo. Se hace la ilusión de que aún puede abandonarse al placer de los sentidos. La ilusión es enemiga de la experiencia.
Él la saca a pasear por el campo abarrotado de flores silvestres en su silla de ruedas. Es primavera y todo indica que aún se puede volver a vivir. La observa con una mirada ansiosa al pie de un muro de piedra, al fondo de un sendero de tierra lleno de cantos rodados que han dificultado su marcha hasta aquí.
A lo mejor debería darse a la bebida, piensa él, o matarla antes de verse obligado a contemplar cómo se muere.
Luego vacila.
-Hace un día espléndido –sacude la cabeza, se sienta en la maleza, bajo la sombra que ella y la silla de ruedas proyectan, se seca unas gotas de sudor que le recorren la frente.
-Creo que sí –dice ella. Sabe que morirá dentro de poco. ¿Se acabará el mundo entonces, cuando ella muera? Sí, ése será el fin del mundo, para ella no puede haber otro. Será el fin del amor, de todo lo demás.
Los ojos de él son unos redondeles de mica engastados frágilmente en su piel de muchacho. Están concentrados en el cielo en este momento. “Allí está todo –se dice-, todo debe estar en alguna parte y ése debería ser el sitio adecuado. Aunque no sé… Tal vez, al final, el cielo sea poca cosa. Poca cosa”.
No es ningún santo, ningún héroe, pero le duelen los males de ella. Cuando no esté, cuando tenga que debatirse con su ausencia, el mundo será un reino de nadie carente de objeto, de emociones.
Ella parece un fin inalcanzable. Está quieta, mirando al horizonte, cualquiera diría que está en paz. Cada instante es un suspiro fatigado que sale de su boca.
-¿Quieres algo? ¿Un poco de agua? –hace ademán de levantarse del suelo, en dirección a una cesta de mimbre que ha abandonado a unos metros de donde ellos están y que contiene la merienda, algunas bebidas guardadas entre hielo picado, servilletas de papel.
La mira igual que quien mira a solas un incendio lejano a través de una ventana.
A despecho de toda alegría, añade: “Te amo”.
-No, no tengo sed –responde ella-. Pero puedes besarme.
Él se levanta rápido. El sol caldea sus cuerpos. Llega hasta allí un aroma de helechos húmedos. Cerca del riachuelo hay varios castaños de Indias en flor.
-Te besaré. Te besaré siempre que tú quieras que te bese. Cuando tú quieras –dice él. Sus labios se estremecen al rozar los de ella.
¿Cómo aprovecharse de la enfermedad? ¿En qué orden? ¿O hay que dejarlo todo en sus manos?
Le ha hecho el amor muchas otras veces; con los ojos hinchados por las lágrimas es difícil conseguirlo para cualquiera, no así para él: la aflicción ya no es nueva entre sus manos, logra incluso hacerla gemir de felicidad, a ella, a la aflicción.
Extiende una manta de rayas rosas sobre un fondo amaranto en el suelo, tapando un rodal de hierba fresca. Le suelta el cabello, recogido en una trenza. Su pelo brilla bajo la luz de la mañana, está guardado en esa urna cineraria de oro que es el cosmos, que lo hace resplandecer. La coge en brazos, y la baja de la silla de ruedas, la deposita en el suelo, encima de la manta, le quita los zapatos poniendo mucho cuidado para no rozarle los talones.
Ella tiembla, todo su ser vibra y palpita, como si fuese a salir volando.
-Parezco una inválida. Deja que me divierta un poco –susurra, sonriendo débilmente, sin dejar de temblar, con los ojos trémulos de sombras-. Yo también te amo, lo sabes, ¿a que sí?
Él piensa que el cuerpo de ella es una máquina que seguirá temblando hasta que se le agoten las monedas que alguien debe de haberle echado dentro. Entonces, cuando llegue ese día, él la recogerá, ya inmóvil del todo, la volverá a depositar en otro sitio más frío donde no quepan las migajas de su deseo, estas caricias, su extraño don para tocarla y consolarla. Y luego se quedará mirándola embelesado –su cuerpo, el rescoldo de su amor-, mirándola y sin decir nada, con sus zapatos en la mano.

ÁNGELA VALLVEY
Relato incluido en el libro No lo llames amor (Ediciones Destino; Barcelona, 2004).
Imagen: Revista LA CASA DE LOS MALFENTI

septiembre 10, 2009

JESÚS FERNÁNDEZ PALACIOS

Jesús Fernández Palacios (Cádiz, 1947), director de la revista literaria Campo de Agramonte (Fundación Caballero Bonald) y subdirector de RevistAtlántica (Diputación de Cádiz), ha publicado los libros de versos Poemas anuales (1976), El ámbito del tigre (1978), De un modo cotidiano (1981), Coplas de Israel Sivo (1982), Los poemas de Sakina (1997) y la antología Signos y segmentos (1991 y 2007).

Tres sonetos:

SAKINA

Temprano levantó la muerte el vuelo...
(Miguel Hernández)


I

Mi corazón se llena de la luna
al evocar la noche de tu muerte,
era una luna seductora y fuerte
que el viento desplazó como una duna.

Entró por la ventana y en tu cuna
distribuyó su luz para envolverte,
brillaba con afán de protegerte
ciñendo otro adjetivo a tu fortuna.

Como estabas dormida y agotada
después de tantos lunes de desvelo,
y estabas dulcemente descuidada,

la luna remontó de nuevo el vuelo
dejando tras de sí la madrugada
y una sombra implacable por el suelo.


II


Si acaso comprendiera que la muerte
te arrebató de mí por un castigo,
qué cosa, quién la dice, qué testigo
se apostó su maldad contra mi suerte.

Porque el inmenso daño de no verte
y el anhelo de estar siempre contigo,
me deja en un estado que maldigo:
no puedo oír tu voz ni responderte.

Y lo que grito, pues, lo que te llamo
el viento se lo lleva y tu respuesta
no llega ni te llega que te amo;

por eso me rebelo ante esa apuesta
y parezco un océano cuando bramo,
parezco los cristales de una fiesta.



III


Ahora vengo del mar de contemplarla,
de contemplar su rostro iluminado;
ahora vengo del mar de recordarla,
de entregarle mi aliento enamorado.

Regreso con afán de no olvidarla
y vuelvo con lo puesto y lo quitado;
este ir y venir a rescatarla
me tiene todo el tiempo obsesionado.

Si en el flujo diario lo lograra,
lograra traspasar la línea fría
y en su vida distinta la encontrara,

con cuánto sentimiento exigiría
que ya nada ni nadie separara
su esencia cariñosa de la mía.


JESÚS FERNÁNDEZ PALACIOS
Sonetos incluidos en el libro Los poemas de Sakina (Bilbao, 1997).
Imagen: hipogrifoviolento.blogspot.com

septiembre 09, 2009

SANTI ELSO








Santi Elso (Pamplona, 1965) ha publicado versos en las revistas literarias Río Arga, Luces y Sombras y Constantes vitales.

Un poema:

TU AUSENCIA

Lo terrible de ella
es que está por todas partes.

Se presenta allí dondequiera que voy
y sólo en los sueños se me absuelve de verla.

No tengo una respuesta
a cómo logra dar siempre conmigo,
o por qué invade mi casa,
mi insomnio, tan avariciosamente mis versos.

Esa réplica terca de ti me persigue
con la apariencia que ella te roba,
y hasta con esa indecisa manera que tienes de amarme
y de no amarme al mismo tiempo.

Tú no puedes comprenderlo porque
cuando tú apareces, ella ya se ha marchado.
Y esto es lo terrible del asunto:
que el mundo está lleno
de espacios donde tú no estás,
y de instantes en los que aún no has venido.

SANTI ELSO
Poema incluido en el libro inédito Nadie sabe cómo has llegado hasta aquí.
Imagen cedida por el autor.

septiembre 08, 2009

RAMÓN EDER


Ramón Eder (Lumbier, Navarra, 1952) ha publicado los poemarios Axaxaxas Mlö (Pamiela; Pamplona, 1985) y Lágrimas de cocodrilo (Hiperión; Madrid, 1988), así como el libro de relatos La mitad es más que el todo (El Paisaje; Bilbao, 1999) y los volúmenes de aforismos Hablando en plata (El Híbrido; Zaragoza, 2001) e Ironías (Editorial Eclipsados; Zaragoza, 2007).
Próximamente la editorial Renacimiento publicará una antología de los aforismos de Ramón Eder.

Quince aforismos:

- Nadie olvida la frase con la que fue expulsado del paraíso.

- Se estaba derrumbando y quería convertir a sus amigos en albañiles.

- Los actos generosos son inteligentes gastos de representación.

- Hay personas tan pedantes que, cuando se callan, se callan en latín.

- Esos idealistas que quieren mejorar el mundo a tiros.

- Las dudas son peldaños que no nos llevan a ningún lugar, pero nos alejan de la estupidez.

- Todavía hay idiotas que creen que la elegancia es un asunto de sastrería.

- La belleza sólo se tiene en usufructo.

- Habría que saber, por lo menos, una excelente poesía de memoria para recordarla en los abismos.

- Sin compasión no hay cordura.

- La gran tentación de los fracasados es la soberbia.

- La honestidad intelectual suele desembocar en el humor.

- Hay que ser un poco canalla para que te quede bien el sombrero.

- La única manera de superar una catástrofe personal es consiguiendo que nos mejore.

- Hoy es nunca más y eso tendríamos que recordarlo siempre.
RAMÓN EDER
Aforismos incluidos en el libro Ironías (Editorial Eclipsados; Zaragoza, 2007).


Imagen: cazadoresdeeclpises.blogspot.com

septiembre 07, 2009

PIEDAD BONNETT


La colombiana Piedad Bonnett (Amalfi, Antioquia, 1951) es autora de los poemarios De círculo y ceniza (1989), Nadie en casa (1994), El hilo de los días (1995), Ese animal triste (1996), Todos los amantes son guerreros (1998), la selección No es más que la vida (1998) y Tretas del débil (2008). En España, Hiperión le editó la antología Lo demás es silencio (2003); y Visor, Las herencias (2008). Ha publicado también las piezas teatrales Gato por liebre (1991) y Que muerde el aire afuera (1997), así como las novelas Después de todo (2001) y Para otros es el cielo (2005).

Un poema:

SOLEDADES

Exacto y cotidiano
el cielo se derrama como un oscuro vino,
se agazapa a dormir en los zaguanes,
endurece los patios, los postigos,
enciende las pupilas de los gatos.
En las mezquinas calles minuciosos golpean
los pasos de la frágil solterona
que sabe que no hay luz en la ventana.
En el aire hay olor a col hervida
y detrás de la ropa que aporrea la piedra
un canto de mujer abre la noche.
Es la hora
en que el joven travesti se acomoda los senos
frente al espejo roto de la cómoda,
y una muchacha ensaya otro peinado
y echa esmalte en el hueco de sus medias de seda.
Abre la viuda el closet y llora con urgencia
entre trajes marrón y olor a naftalina,
y un pubis fresco y unos muslos blancos
salen del maletín del agente viajero.
Un alboroto de ollas revuelca la cocina
del restaurante donde un viejo duerme
contra el sucio papel de mariposas,
mientras como una red sin agujeros
nos envuelve la noche por los cuatro costados.

PIEDAD BONNETT
Poema incluido en el libro De círculo y ceniza (1989).


septiembre 06, 2009

ELOY TIZÓN

Eloy Tizón (Madrid, 1964) ha publicado el libro de poemas La página amenazada (Arnao; Madrid, 1984), los volúmenes de relatos Velocidad de los jardines (Anagrama; Barcelona, 1992) y Parpadeos (Anagrama; Barcelona, 2006) y las novelas Seda salvaje (Anagrama; Barcelona, 1995), Labia (Anagrama; Barcelona, 2001) y La voz cantante (Anagrama; Barcelona, 2004).

Un relato:

TEORÍA DEL HUECO

Me gusta hacer agujeros. En la tierra. Pequeños. Estoy solo y hago agujeros. Pequeños hoyos de arena. Me gusta. Nadie me ve. Disfruto haciéndolos. Los hago con mis manos temblorosas. La tierra es blanda. Los hago. Quedan hechos. Ya está. Son agujeros.
No hago muchos agujeros. Cinco o seis al día. Siete como máximo. Los necesarios. No más. Con eso es suficiente. Me cuido. No me complico la vida. A mi edad, una cosa que he aprendido es que no se debe abusar de los placeres.
A veces pienso que debería hacer menos agujeros. No sé. Limitarme a dos o tres. O incluso menos. Puede que con un solo agujero, si consigo hacerlo perfecto, alcanzase. Qué alegría hacer eso, un solo agujero al día, pleno, rotundo, solar, como si bastase un solo círculo para colmar el aire de felicidad.
Hacer agujeros es mi pasión. Hacer agujeros no sirve para nada. Antes buscaba la fama. Ya no. Antes quería escuchar el aplauso de los hombres y la risa halagadora de las mujeres tintineándome en el oído. Ya no. Ahora huyo de la compañía de los demás seres vivos y de esa cosa como agrietada que hay en las ovaciones. En todas las ovaciones. En todas.
Si supiese cómo dejar de hacer agujeros, dejaría de hacerlos. Me retiraría. Pero existe algo más fuerte que uno que se llama vocación. Eso es lo malo. Tener una vocación es tener una obligación moral. De modo que hago agujeros. Si me preguntasen por qué los hago, no sabría qué contestar. Abriría la boca muy abierta y me quedaría callado. Pensativo. La boca es otro agujero. O me encogería de hombros. Hace tiempo que he olvidado cómo era eso de vivir sin agujeros. Llevo tanto tiempo aquí solo y perdido haciendo agujeros día y noche que no me imagino haciendo otra cosa. Ni dedicándome a otro oficio. Tapando agujeros, por ejemplo, no, no, no, ni se me ocurre pensarlo. Qué barbaridad. De ninguna manera. Yo no me veo tapando agujeros. Ni hablar. Es que no me parece lógico. Menuda tontería. Eso no tendría sentido.
Son tan bonitos los agujeros. Redondos. Son como lunas. Son como bocas. Bocas abiertas en la inmensidad de la tierra. Sedientas de luz y aire. La tierra respira a través de ellas. Y no hay dos agujeros iguales. Todo el tiempo son iguales y todo el tiempo distintos. Cambian. Se transforman ante tu mirada. Es como tocar un instrumento musical. Como tocar el piano. Como componer una sinfonía de huecos. Siempre se aprende algo nuevo. Algo sobre lo que tú eres.
A veces siento ganas de no hacerlos. Los agujeros, digo. Sentarme en una roca y descansar a la sombra de un cocotero como el resto de la gente. Como hacen mis vecinos y los hijos de mis vecinos y los hijos de los hijos de mis vecinos. Pero no puedo; yo no soy como ellos. Qué va. Todo lo contrario. Yo tengo otras inquietudes. Inquietudes artísticas y culturales. Filosóficas, digamos. Yo soy, a mi manera, un rebelde. Me gusta hacer agujeros. Ellos pasan a mi lado cuchicheando y ni siquiera los miro, no tengo tiempo, ocupado como está uno en la búsqueda del agujero ideal, ese que no existe, ese que, si existiese, significaría el final de la vida en general y del arte de hacer agujeros en particular.
Ya sea verano o invierno, todas las mañanas me levanto temprano, desayuno mi trozo de pan con mantequilla rancia, me visto con mi ropa de hacer agujeros y me lanzo a la calle, impaciente por superar mi propia marca. Tengo todo el día por delante. En casa nadie me espera. No tengo mujer ni hijos. Si los tuve o dejé de tenerlos alguna vez, en el pasado, es algo que no recuerdo y a estas alturas carece de importancia. He olvidado sus caras y sus nombres. En mi mente se abre un vacío que tiene forma de espacio en blanco. Sé que una vez me casé. Me casé con mi agujero.
Pero me canso. El mundo del agujero es cansado. Lo digo en serio. Requiere dedicación y paciencia. Mucha paciencia. Tanta, que a veces entran dudas. ¿Estaré haciendo lo correcto? “Ya has hecho suficientes agujeros”, me digo. “Tómate unas vacaciones”, me digo. “Deja que otros, más jóvenes que tú, más inexpertos que tú pero con fórmulas más modernas, renovadoras, con otro estilo, ocupen tu lugar y te releven es esto de taladrar la corteza terrestre”, me digo. Pero es hablar por hablar. Pura cháchara. Blablablá. Lo haría si pudiera. Pero no sé cómo. No sé cómo se consigue dejar de hacer agujeros. Ni siquiera sé si es posible. Ya ni recuerdo qué hacía yo cuando no hacía agujeros. En qué empleaba mi tiempo. Haría otras cosas, supongo, como estar triste o ser joven o hacer cola para algo.
El agujero te invade. El primer agujero es decisivo. Uno lo hace por juego, sin maldad, por ver si puede hacerlo. Y lo hace. El agujero está hecho. Queda bien. Sólido y firme. Es como si la tierra se desperezase poco a poco después de un largo letargo. Y te sonríe. El agujero inventa la primavera. El primer sorprendido eres tú. Una leve dulzura te empapa el alma. Y a partir de ese momento estás perdido. Buena la has hecho. Has despertado a la bestia. El primer agujero exige un segundo agujero, y éste un tercero, y así hasta el infinito, de modo que en una sola vida no hay días suficientes para tantos agujeros como quisieras hacer.
Los agujeros ejercen sobre ti una fascinación extrañísima. Bastante extraña. El agujero toma posesión de ti y te obsesionas. Comienzas a no comer, a no dormir por las noches, y a verlo todo en términos de agujero. Cuando un día, después de mucho tiempo desvelado, por fin cierras los ojos y te quedas dormido, lo primero que haces es soñar con agujeros. Toda la noche. Y a la mañana siguiente te notas raro. Como sensible. Y lo único que te calma es salir corriendo y hacer otro agujero. Para aplacar la ansiedad. Las ideas se te agolpan y tú notas un ruido en la cabeza: eso es pensar. Llegados hasta este punto, ya no tiene solución. Estás preso. Atrapado en tu propia jaula. Esclavo de tu propia destreza. Dominado. El agujero hará contigo lo que se le antoje. Estás a su servicio. Ya no hay remedio. Se sufre, pero también compensa. De tanto hacer agujeros, tienes cara de agujero. Sonrisa de agujero. Pelo de agujero. Piel de agujero. Te has convertido en aquello que adorabas. Las diferencias se borran. El agujero eres tú.

ELOY TIZÓN
Relato extraído del libro Parpadeos (Editorial Anagrama; Barcelona, 2006).

Imagen: uca.es

septiembre 05, 2009

BORIS VIAN

La editorial Demipage ha publicado No me gustaría palmarla (en francés, Je voudrais pas crever), uno de los principales libros de poemas de Boris Vian (Ville-d´Avray, Hauts-de-Seine, 1920 – París, 1959). Novelista, poeta, dramaturgo, cantante, trompetista y compositor, Vian se ha convertido en un clásico. Los poemas han sido traducidos al español por escritores y músicos (Javier Krahe, Andy Chango, Oswaldo Muñoz, Begoña Díez Zearsolo, Luis Alberto de Cuenca, Antonio Lucas, Elena Muñoz Pimpinela, Luis Antonio de Villena, Juan Gracia Armendáriz, Ana Martín Puigpelat, Fernando Savater, Déborah Vukusic, Rafael Gumucio, Francisco Javier Irazoki, Manuel de la Fuente, Catherine François, Sofía Rhei, Jenaro Talens, Amelia Gamoneda, Carlos Pardo, Andrés Navarro, Eduardo Moga, Jorge Alemán, Andrés Rubio, Damián Tabarovsky y Santiago Auserón) e ilustrados de manera muy sugerente por artistas franceses. David Villanueva, director de Demipage, firma el prólogo. Boris Vian murió a los 39 años durante la proyección de una de sus obras adaptadas al cine.


Un poema:

ME MORIRÉ DE UN CÁNCER DE ESQUELETO

ME MORIRÉ DE UN CÁNCER DE ESQUELETO, SEGURO
SERÁ UNA TARDE HORRENDA
CLARA, TEMPLADA, PERFUMADA, SENSUAL
MORIRÉ DE UNA EXTRAÑA PODREDUMBRE
DE CIERTAS CÉLULAS MUY POCO ESTUDIADAS
DE UNA PIERNA ARRANCADA POR LA RATA GIGANTE
DE UN AGUJERO NEGRO
MORIRÉ DE UN SINFÍN DE PEQUEÑAS CORTADURAS
O PORQUE EL CIELO SE ME HABRÁ CAÍDO ENCIMA
ROTO COMO UN GRAN VIDRIO
MORIRÉ DE UN GRITO DE ALARMA
QUE ME REVENTARÁ EL TÍMPANO
DE HERIDAS SORDAS MORIRÉ, SI NO
INFLIGIDAS A LAS DOS O LAS TRES DE LA MAÑANA
POR ASESINOS CALVOS E INDECISOS
SIN DARME CUENTA MORIRÉ
DE QUE ME MUERO, MORIRÉ
BAJO LOS RESTOS SECOS DEL DERRUMBAMIENTO
DE UNA TORRE DE MIL METROS DE ALGODÓN
O AHOGADO EN UN CAMBIO DE ACEITE DE MOTOR
PISOTEADO POR MONSTRUOS INDIFERENTES
Y DESPUÉS POR OTROS MONSTRUOS DIFERENTES
Y MORIRÉ DESNUDO, O VESTIDO DE PÚRPURA
O COSIDO EN UN SACO CON HOJAS DE AFEITAR
ACASO MUERA DESPREOCUPADAMENTE
PINTÁNDOME LAS UÑAS DE LOS PIES
Y CON LÁGRIMAS A MANOS LLENAS, OH
SÍ, CON LÁGRIMAS A MANOS LLENAS
ME MORIRÉ CUANDO DESPEGUEN
MIS PÁRPADOS BAJO UN SOL FURIOSO
CUANDO A MI OÍDO MURMUREN LENTAMENTE
LAS PEORES MALDADES
ME MORIRÉ DE VER TORTURAR A LOS NIÑOS
Y A HOMBRES LÍVIDOS QUE MIRAN BOQUIABIERTOS
ROÍDO VIVO MORIRÉ, HASTA EL HUESO
POR GUSANOS EN FILA COMO VERSOS
CON LAS MANOS ATADAS BAJO UNA CATARATA
EN UN TRISTE INCENDIO ACABARÉ ABRASADO
ME MORIRÉ UN POCO, QUIZÁ MUCHO
SIN APASIONAMIENTO, PERO CON INTERÉS
Y, FINALMENTE, CUANDO TODO ACABE
ME MORIRÉ

BORIS VIAN
Poema incluido en No me gustaría palmarla (Demipage; Madrid, 2009). Traducción: Santiago Auserón.


Imagen: eltercerhombre.wordpress.com

septiembre 04, 2009

YORGOS SEFERIS

Yorgos Seferis (Esmirna, 1900 – Atenas, 1971), diplomático de carrera que vivió en París y Londres, fue el primer escritor griego que consiguió el Premio Nobel de Literatura. Publicó tres volúmenes de ensayos, siete de diarios y una novela (Seis noches en la Acrópolis). En 1931, con Estrofa, comienza su obra poética.

Un poema en prosa:

NIYINSKI

Apareció mientras contemplaba en mi chimenea los tizones encendidos. Tenía en las manos una caja grande de cerillas rojas. Me la enseñó como los prestidigitadores que sacan un huevo de la nariz del que está sentado a nuestro lado. Sacó una cerilla, prendió fuego a la caja, desapareció detrás de una enorme llamarada y luego se plantó delante de mí. Recuerdo su sonrisa carmesí y sus ojos vidriosos. En la calle un organillo tocaba sin cesar la misma nota. No sé decir qué llevaba. Insistió en que pensara en un ciprés de púrpura. Paulatinamente sus brazos comenzaron a despegarse en cruz de su cuerpo tenso. ¿De dónde habían conseguido reunirse tantos pájaros? Se diría que los tenía escondidos debajo de sus alas. Revoloteaban con torpeza, con frenesí, con vehemencia; chocaban contra las paredes de la reducida habitación, contra los cristales y cubrían aturdidos el suelo. Sentía yo hincharse a mis pies un cálido colchón de plumas y latidos. Le miré con una fiebre extraña que se enseñoreaba de mi cuerpo como un fluido. Cuando terminó de levantar los brazos, cuando sus palmas se tocaron, dio un salto brusco, como si hubiera saltado la cuerda del reloj que tenía delante. Pegó en el techo, que resonó pesadamente con un sonido ce címbalo, alargó su mano derecha, agarró el cable de la lámpara, se balanceó un instante, se soltó y comenzó a dibujar con su cuerpo en medio de la penumbra el número 8. Esta visión me aturdió y me cubrí el rostro con las manos. Me restregaba la oscuridad sobre mis párpados, mientras seguía oyendo el organillo que aún continuaba en la misma nota y que luego paró bruscamente. Un viento súbito, helado, me golpeó. Sentía mis pies yertos. Oí además el tenue y aterciopelado sonido de una flauta e inmediatamente después un largo y ronco crujido. Abrí los ojos. Le vi inmediatamente apoyarse de puntillas en una bola de cristal en el centro de la habitación, sostenía en la boca una extraña flauta verde que manejaba con sus dedos como si fueran siete mil. Revivían entonces los pájaros con un orden extravagante, se elevaban, configuraban un tupido cortejo que se podía abrazar y salían hacia la noche por la ventana que, no sé cómo, estaba abierta. Cuando no quedó ya ni una sola ala, excepto un agobiante olor a caza, decidí mirarlo a la cara. No tenía rostro; sobre su cuerpo de púrpura, casi acéfalo, presentaba su mueca una máscara de oro, de esas que encontraron en las tumbas micénicas, con una barbita puntiaguda que rozaba el cuello. Intenté levantarme. No había hecho el primer movimiento, cuando un cataclismo, como si se hubiera venido abajo un montón de copas en medio de una marcha fúnebre. Su rostro apareció de nuevo, tal como lo había visto al principio, los ojos, la sonrisa y algo en lo que reparaba ahora por primera vez: la piel blanca, tirante por dos moños enteramente negros que le arrancaban por delante de las orejas. Intentó saltar, pero no tenía la agilidad de antes. Creo incluso que tropezó con un libro que por casualidad se había caído y se arrodilló con una rodilla sólo. Ahora podía observarlo con atención. Veía chorrear por los poros de su piel fina gotas de sudor. Me invadió cierto desaliento. Intenté explicarme por qué sus ojos me habían parecido tan extraños. Yo cerré los míos. Intentó levantarse, pero debía de resultarle tremendamente difícil porque parecía luchar por reunir toda su fuerza sin poder conseguir nada. Al contrario, dobló también la otra rodilla. Vi su piel blanca terriblemente pálida, como marfil amarillento y sus cabellos como sin vida. Aunque me hallaba ante una agonía, me daba la sensación de que se encontraba mejor, de que había conseguido dominar algo.
No bien había recobrado yo el aliento cuando le vi tirado en el suelo hundirse en una pagoda verde que hay dibujada en mi alfombra.

YORGOS SEFERIS
Poema incluido en el libro Poesía completa (Alianza; Madrid, 1986).
Traducción: Pedro Bádenas de la Peña.
Imagen: blogspot.com

septiembre 01, 2009

HASIER LARRETXEA AZKEN BALA/LA ÚLTIMA BALA

Azken Bala / La última bala
de Hasier Larretxea
(Editorial Point de lunettes, 2008)

El valor de la palabra
(Palabra de poeta),
por Esteban Gutiérrez Gómez
La poesía
puede obligar
a cambiar
el mundo
Gabriel Celaya

En las últimas entradas del “poemario del mes” les hemos mostrado algunos autores que, más allá de su propuesta lírica, pretenden cambiar el mundo con su palabra. Dos ejemplos recuerdo claramente: Ángel Guinda y su proyecto de amor como motor del cosmos en “Toda la luz del mundo”; y J. Jorge Sánchez que en su “Filosofía de la minucia” propone un nuevo orden educativo para llegar en verdad a la igualdad de sexos demostrando que ha sido la mala educación (y la filosofía que la ha fundamentado a lo largo de la historia) la principal causante del abismo.
En esta misma línea de palabra-poder habría que incluir el poemario de este mes de septiembre: “Azken Bala / La última bala” de Hasier Larretxea.
A todos aquellos que decidimos bebernos el poemario nos ha sorprendido su propuesta. Con versos aparentemente sencillos (lo que cuesta elaborar versos aparentemente sencillos sólo lo saben los autores) dotados de una contundencia extrema, con una voz diferente y valiente, con el sonido a música étnica de sus versos en vascuence, golpea a un lado y a otro (violencia etarra y estado policial) en busca de la libertad que todo ciudadano necesita respirar, de esa libertad a la que todos tenemos teórico derecho y que es tan difícil de lograr en el País Vasco.

A todo ello se añade la posibilidad de leer los poemas originales del autor escritos en vascuence y su traducción al castellano (viceversa en cinco de ellos, elaborados por el autor directamente en castellano, y que nos ofrecen una clave muy importante para descifrar su estilo y facultades de composición poética).

Lo que ustedes se encontrarán al abrir el poemario y comenzar a leer será una voz diferente, valiente (reitero la novedad y la valentía como valores fundamentales de esta obra) que se dirige en un “tú” personalizado a los aberzales (y no me gusta utilizar este término porque “patriotas vascos” no sólo lo son los del entorno de ETA), a futuros etarras (poemas en páginas 30-31, 48-51, 70-71, 88-89) y a asesinos que creen haber cambiado su vida por un ideal (60-63, ¿y ahora qué?, les dice en este poema, ahora que ya no hay vida), muchas veces de modo desafiante (76-77, 84-85)).

Parte su poemario de los hechos ante los que no se puede esconder la cabeza en la tierra como los avestruces (26-27), de hechos que afirman la barbaridad humana (28-29) ante los que propone, desde el inicio, el cambio de mundo, de escenario, para acabar con el terror en el País Vasco.

Uno de los poemas fundamentales del libro nos ofrece el axioma de la verdadera revolución: ser revolucionario, partidario de la liberación, está de moda (56-57), cotiza en bolsa y se vende en las grandes superficies. Frente a esta revolución consumible, todo el libro ofrece una alternativa: la palabra como medio, como instrumento de paz. Frente a la mafia vasca (58-59) y la filosofía de “tierra quemada” (arrasarlo todo para construir sobre las cenizas, 66-67,80-81) su propuesta de paz (72-73), de igualdad en la desnudez (66-67) como metáfora de las personas de bien para no llegar a diferenciarnos con la muerte (78-79), la muerte en vida del que traspasa la línea y se convierte en un asesino, la muerte del inocente vendida en el mercado político.

Hasier denuncia el sándwich de carne vasco, haciendo de rebanadas de pan la violencia etarra y el estado policial. La carne la pone el pueblo vasco (78-79) deseoso de que todo acabe de una vez y pueda respirar en libertad (esta vez, sin metáfora: poder respirar).

Sí, Hasier es conciente del enquistamiento que priva de libertad a los vascos y ofrece la propuesta: la necesidad de crear un escenario diferente en el que sólo valgan las palabras (86-87), porque todo pasará y se olvidará, menos las palabras (98-97).

Esa es su novedosa y valiente propuesta para cambiar la realidad vasca, dirigida esta vez a quienes utilizan las pistolas como único argumentario imponible. No, no es cuestión de balear más, es cuestión de que la palabra vuelva a tener ese valor, de que el mismo pueblo vasco sea el que conquiste su libertad y pueda vivir sin terror, sin miedo a unos y a otros.
Estos versos mínimos, a veces repetitivos, contundentes, utilizan la forma del instrumento punzante con el que están realizados para llevar al lector un mensaje de paz.
Que la última bala, la definitiva, sea la palabra.




Ez dago garailerik ez heroirik.Amore emateko inor ere ez.
Ongietorri aurreskua dantzatzerik ez eska.
Nik ez dut inor hil.
Ez torturatu,
ezta mehatxatu ere.
Nahiz pistolaz,
nahiz atxiloturik,
nahiz gorbatadun,
inor ez dago hondamendiaz,
basatikeriaz,
gizaki izatearen ankerkeriaz libre.


No hay vencedores ni héroes.
Nadie ante quien claudicar
No me pidas que baile un aurresku de bienvenida.
Yo no he matado a nadie.
Tampoco he torturado, ni amenazado.
Aunque con pistola,.
aunque detenido,
aunque con corbata
nadie está a salvo de la catástrofe
De la barbarie.


De la atrocidad de ser humano.

Erre ezazu autobusa.
Erre, kutxazain automatikoa.
Erre, zaborrontzia.
Erre ezazu auzo guztia.
Herria, hiria.
Basoa.

Su horretan zu erre baino lehen.

Quema un autobús.
Quema un cajero.
Quema una papelera.
Quema todo un barrio.
Un pueblo, una ciudad.
Un bosque.

Antes de que también tú te quemes en ese fuego.

AZKEN BALA
Azken aukera baliatu dut.

Hitzak baduelako bala batek haina indar.

Zure txanda da orain.


Nahiz eta ni hil,
poemario honek biziraunen du.
Poemario hau izanen da nire ondorena.
Nire oroitzapena.


Hil nazakezu.
Poesia baina,
ez duzu nehoiz ere erailko.
Suntsituko.

Hitzak denboran iraunen baitu.
Eta Indarkeriak?

LA ÚLTIMA BALA
Aprovecho mi última oportunidad.

Porque la palabra tiene tanta fuerza como una bala.

Ahora es tu turno.

A pesar de que yo muera,
este poemario sobrevivirá.
Este poemario será mi heredero.
Mi recuerdo.

Me puedes matar,
pero nunca asesinarás,
nunca destruirás la poesía.

Porque la palabra permanecerá en el tiempo.

¿Y la violencia?

AZKEN BALA / LA ÚLTIMA BALADe Hasier Larretxea
Traducción: Ángel Erro
(Ed. Point de Lunettes 2008)

Por María Jesús Silva




Hasier Larretxea nos muestra en este poemario bilingüe el deseo de ser todos en uno para luchar y vencer. Unir las palmas de las manos y los corazones, sin que haya de por medio un solo vencedor que se cobre con las balas mil y una vida.

El poemario se divide en cuatro partes:
La primera lo abre un solo poema: ‘Usaré hoy mi última bala’.
La segunda: Ecuaciones de teorías revolucionarias.
La tercera: Jugando a la praxis del tiroteo.
La cuarta: La última bala.
Prácticamente todo el poemario utiliza la voz de la primera persona para desarrollar los poemas. Aparece también la segunda persona del singular y, en menor medida, del plural.

Ejs:
Pág, 71.No uses más esa pistola.
No apuntes.
No derrames más sangre. (...)
Pág, 89.Hemos estado en tantas manifestaciones. (...)
Después de todo esto
sólo nos queda la leve sensación
de haber perdido el tiempo.
Con estas voces crea una duplicidad entre la conciencia y la necesidad de respuestas que aparece en todo el poemario.
Las figuras retóricas que aparecen en el libro son fundamentalmente las de pensamiento descriptivo:
La topografía, aparece de una forma indirecta en todo el poemario. Nos describe calles, ambientes por los que el poeta va recogiendo escenas que transforma en versos.
El retrato, nos describe las cualidades morales y físicas de un individuo.
Ejs:Pág, 57.Me considero un revolucionario.
He iniciado cinco o seis huelgas de hambre.
He quemado muchos cajeros automáticos.(...)
Pág, 75.La apariencia no es más que una imagen
para poner fronteras ante el otro,
para definir claramente dónde está la raya,
para asentar las diferencias.(...)
Pág, 79.No puedo dejar de llorar.
Y si por cada muerto
lloro,
espérame sentado.

Que llegará el diluvio.
Pág, 80.Voy buscando mi conciencia particular.
Ese espíritu de libertad.(...)
La enumeración, existen varios poemas en los que los elementos componen un conjunto.
Ejs
:
Pág, 25.Lo extraño no es perder.

No perder
una pierna,
un familiar,
un amigo,
un amor.(...)
Pág, 55.(...) Así,
no tiene sentido
ni el crepúsculo,
ni el sueño,
ni aprender a andar en bici,
ni tomar chocolate caliente,
ni yacer contigo desnudo,
ni cualquier canción de Jens Lekman.

Ni creer en algo.(...)
Pág, 80.(...) Y no,
no necesito
ni guías,
ni mapas,
ni dogmas,
ni doctrinas.(...)
Pág, 81.
Quema un autobús.
Quema un cajero.
Quema una papelera.
Quema todo un barrio.
un pueblo, una ciudad.(...)
Las figuras de pensamiento lógicas también aparecen en el poemario, como la máxima o sentencia que ofrece una reflexión de carácter filosófico sobre la vida o el mundo, el poeta incluye dentro de esta máxima un epifonema resultado o resumen de las afirmaciones anteriores.


Ejs:
Pág, 25.(...)Lo extraño no es perder.
Y con eso ganar algo.
Sacar provecho.
Con algo.
Con alguien.

No cagarla con todo esto.
Pág, 27.(...)Yo no elegí esto.
No elegí nacer.
Y menos aquí.
Mejor, si no supieras mi secreto.
No sé por qué,
pero me querrías más.
¿Me pagarías veinte euros más
por acostarte conmigo?
¿Eso arreglaría algo?
¿Acabarían todos los conflictos?
Pág, 35.(...)Yo también quiero ser un héroe.
Un héroe, como todo, politizado.
No sé qué pensar, no sé qué decir.
Que me he cansado.
Qué me tenéis cansado con ese discurso(...)
Pág, 46.No hay secretos.
Sólo controles y asesinatos.
Detenciones e impuestos revolucionarios.
No hay secretos.
Y menos en el País Vasco.
Pág, 76.(...)Me importa una puta mierda
lo que digan los dinosaurios del clan.
lo único que me mueve es la controversia.
La antítesis o contraste, enfrentar dos pensamientos opuestos, también la une a la paradoja, pensamientos que parecen irreconocibles.

Ejs:
Pág, 67.Construyamos un pueblo
haciendo explotar tres o cuatro bombas diarias
en cascos históricos.

Construyamos un pueblo
embelleciendo con pintura roja y amarilla
y con escritos amenazantes
las sedes de los partidos políticos.

Construyamos un pueblo,
pero quememos antes
sus cajeros automáticos,
sus autobuses.

Construyamos un pueblo,
aunque para ello
tengamos que destruirlo todo.

Aunque ya no nos quede
sobre qué construir.
Pág, 95.Aprovecho mi última oportunidad.

Porque la palabra tiene tanta fuerza como una bala.

Ahora es tu turno.

A pesar de que yo muera,
este poemario sobrevivirá.
Este poemario será mi heredero.
Mi recuerdo.

Me puedes matar,
pero nunca asesinarás,
nunca destruirás la poesía.

Porque la palabra permanecerá en el tiempo.

¿Y la violencia?
En todo el poemario aparecen también las figuras de pensamiento indirecto como la ironía, que afirma lo contrario de lo que se dice; y el sarcasmo, ironía aplicada de forma crítica al comportamiento, gesto o actitud de las personas.

Ej:
Pág, 87.Pensemos algún eslogan atractivo,
algo novedoso que pueda
servir para la construcción Nacional.

Pensemos algún eslogan encantador,
casi un estribillo bailable,
ya sabes, con la típica música de trikitixa,
uno que podamos pronunciar al unísono.

Pensemos algún eslogan original,
juntemos palabras antes no usadas,
una frase que demuestre que estamos
abiertos a este nuevo siglo.

Pensemos algún eslogan. O más de uno.

Aunque para eso hará falta un motivo.
El poemario está repleto de preguntas retóricas, directas e indirectas. Expresan sentimientos que no esperan respuesta.

Ej:
Pág, 72.Quiero saber por qué aplastas así
la pasta de dientes.
Necesito conocerte de alguna manera.
Saber si eres parte de la organización.
Habrá alguna manera...
Para dar con la solución.
Para despejar la ecuación.
Aparece también la anáfora, repetición de una o más palabras al principio del verso.

Ej:
Pág, 43.
(...)He perdido la confianza.
Perder, he perdido casi todo.
Te he perdido a ti y a mi mitad.
He perdido lo que fui.

Dime,
¿qué me queda?
Los tiempos verbales más empleados son el presente y el imperfecto, combinados con un gran número de adjetivos descriptivos para dotar los poemas de esa actitud sensorial que encontramos en la mayoría de ellos.

Es un poemario que no contiene metáforas. Quizá el deseo que lleva implícito, que la batalla acabe, sea en sí una metáfora que ocuparía la totalidad del libro.

Opinión personal:

Es un poemario valiente, de ideas lúcidas y dando una vuelta más, para ir un paso por delante de los que pretenden acallar, pisar y rematar a los que tienen vida, voz, ideas y sentimientos diferentes a los que unos descerebrados intentan mantener como ideales y establecer como norma.

Hasier Larretxea no esconde nada y lo hace en euskera y en castellano, sus dos lenguas, para llegar a todos, plantando cara a los que quieran pisarle la voz. Hay mucha verdad en este libro, verdad que algunos esconden y otros no quieren ver. Es un libro que llora y revienta ‘cajeros’, ‘coches’ y corazones que siguen destilando sangre en cada calle, en cada paso, en cada ventana cerrada y casa abandonada. La última bala hiere a corta distancia, descerraja una historia que ya no tiene sentido, la que pide razones y exige una paz necesaria para mostrar que nos una a todos y acabe con las balas. Todos deberíamos luchar para unir y que nuestras balas estuvieran hechas de palabras altas, libres, claras y sin miedo.