El santo Joneyed acudió a La Meca vestido de mendigo. Estando allí, vio cómo un barbero afeitaba a un hombre rico.
Al pedirle al barbero que le afeitara a él, el barbero dejó inmediatamente al hombre rico y se puso a afeitar a Joneyed. Y al acabar no quiso cobrarle. En realidad, lo que hizo fue dar además a Joneyed una limosna.
Joneyed quedó tan impresionado que decidió dar al barbero todas las limosnas que pudiera recoger aquel día. Sucedió que un acaudalado peregrino se acercó a Joneyed y le entregó una bolsa de oro. Joneyed se fue aquella tarde a la barbería y ofreció el oró al barbero.
Pero el barbero le gritó: «¿Qué clase de santo eres? ¿No te da vergüenza pretender pagar un servicio hecho con amor?»
A veces se oye decir a la gente. "Señor, he hecho mucho por Ti. ¿Qué receompensa me vas a dar?":
ANTONY de MELLO
2 comentarios :
Lástima que haya cada vez menos barberos como el de este cuento.
Además no esperar recompensa por lo que crees hacer bien te libra de la frustración y te procura sorpresas cuando, sin esperarlo, te sientes recompensado.
Un abrazo, Ada.
Qué grande el barbero!!!!
Cierto.Lo hecho con amor no tiene precio.Éso no lo sabía el santo.
Muy bueno!!
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