Sábado,
catorce de noviembre. Mi calendario dice que el sol saldrá hoy a las
siete en punto de la mañana y se pondrá a las dieciséis cincuenta y
ocho. Dice también que la Iglesia celebra la festividad de San Serapión,
abogado contra los cólicos, y que hace tres días hubo una luna llena en
Aries.
Ahora son precisamente las siete. Ni un minuto más ni
un minuto menos. Eso significa que, según el calendario, en este preciso
instante el sol estará saliendo por detrás del mar.
Julieta,
que se ha pasado la noche durmiendo sobre la butaca azul del televisor,
corre a mi habitación, se planta de un salto encima de la cama y me pasa
el rabo por la mejilla. Es su forma de despertarme. Pocas mujeres lo
harían con tanta dulzura.
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