Esta mañana me he levantado con un lavavajillas en
mi cocina, bueno en realidad es el que estaba ahí desde que vine a esta casa sur. No
sé por qué razón al ponerlo a funcionar no funcionó, ni siquiera cogía agua, ni
se abría la cubeta del jabón, sólo un entrecortado suspiro que salía desde el
corazón de sal. El técnico vino casi de inmediato. El lavavajillas jamás
volvería a funcionar ─sentenció─. Con ayuda de un bisturí corte la gomas, lo
vacíe y lo arrastré hasta la puerta, lo arrastré hasta el ascensor, lo arrastré
por el portal hasta la calle, lo arrastré por la acera y lo dejé en la basura.
Se quedó allí como un deshecho. ¿Dónde la valía de los años? Ahora mi cocina
tiene un hueco, un vacío sereno
María Jesús Silva
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