- Me afectan en particular los daños a mis hijos, pero esta pregunta es difícil de contestar a poca imaginación que se ponga: demasiadas posibilidades terribles se agolpan a competir en la mente. Creo que comparar su poder aniquilador sería un ejercicio frívolo, un innecesario concurso de infortunios. Me abstengo de elegir, pero una desventura grande y que incrementa la intensidad de cualquier padecimiento es no saber vivir en la adversidad.
- ¿Dónde te gustaría vivir?
- Quisiera alternar dos lugares, a la manera de las cigüeñas, para echar uno de menos y reencontrarlo. ¿Parece mucho pedir?: pues también quisiera desde esos lugares poderme llegar paseando a visitar en sus ciudades lejanas a todos mis amigos.
- ¿Cuál es para ti la alegría terrenal más perfecta?
- La que mezcla humor y amor. Por ejemplo, la que percibo en el cariño con que mis hijos -en particular mi hija de doce años, que es ya una aguda monologuista- se burlan de mí, imitándome en mis actuaciones risibles y recontando mis rarezas.
- ¿Qué fallo perdonas más fácilmente?
- Déjame que pregunte en casa si existe tal cosa como fallos que yo perdone fácilmente y ya contestaré en el próximo cuestionario.
- Tu héroe de ficción preferido.
- De joven simpaticé sobre todo con las angustias de David Balfour (“Secuestrado”, de Stevenson) y de Cósimo Piovasco de Rondò (“El barón rampante”, de Calvino) y creo que ya no voy a destituirlos como mis inconformistas de cabecera.
- Tu personaje histórico preferido.
- Lorenzo de Medici, el magnífico.
- Tu pintor favorito.
- William Turner.
- Tu compositor favorito.
- Thelonious Monk.
- ¿Qué cualidad aprecias más en hombres y mujeres?
- El optimismo.
- Tu virtud preferida.
- Es posible que tenga algunas virtudes, pero no me acaban de entusiasmar las que me han tocado. Creo que, de haber podido, habría elegido otras.
- Tu actividad preferida.
- Un pasatiempo placentero que carece de nombre. No creo que se le pueda llamar meditación, que suena a cosa disciplinada y grave. Es un juego sin reglas, mezcla de pensar sin propósito razonable, fantasear y buscar algo sin saber qué. Se me da bastante bien, pero es que tengo mucha práctica.
- ¿Quién o qué te hubiera gustado ser?
- Quisiera desenfundarme ocasionalmente de mi persona. Me resulto un poco fatigante en ocasiones y me despejaría alojarme por temporadas en otros.
- La característica principal de tu carácter.
- Cierta, crónica pero llevadera, disconformidad conmigo.
- ¿Qué aprecias más de los amigos?
- Lo normal: que guisen bien, que den consejos sabios, que esperen grandes cosas de mí, que su cercanía mejore mi humor, que sus mujeres o maridos no me cojan manía…: esas cosillas.
- Tu mayor fallo.
- ¿El egoísmo cuenta como fallo?
- Tu sueño de felicidad.
- La idea de felicidad no me resulta práctica para la vida corriente. La encuentro demasiado elevada y libresca, un poco como la Inmanencia, el Eterno Retorno o el No Ser. Me desenvuelvo mejor en grados más pedestres y transitorios de la exaltación anímica, como la alegría espontánea, la satisfacción motivada y la euforia pasajera causada por accidentes benéficos. Pienso que una dificultad para alcanzar la felicidad puede radicarse precisamente en su búsqueda, porque nuestras personas ansiosas de dicha se convierten en impedimentos para hallarla. Por mi parte, creo que si un día me topara con un pedazo grande de felicidad abandonado en la acera, por ejemplo, no me atrevería, por aprensión, ni a tocarlo.
- ¿Qué te gustaría ser?
- Tengo quejas de cómo soy, pero no de lo que soy. Me considero afortunado.
- Tu color favorito.
- El de la piel humana.
- Tu flor favorita.
- La del saúco, por su olor.
- Tu escritor favorito.
- Los libros que más disfruto son los que me muestran visiones desconocidas. Quisiera haber aprendido algo de escritores como Céline, Agota Kristof, Tobías Wolff, Harold Brodkey, Philip Roth o Diego Torres Villarroel, entre otros muchos, pero si tuviera que escoger una sola lectura necesaria para la vida que recomendar a un semejante no dudaría en proponer Si esto es un hombre, de Primo Levi.
- Tu poeta favorito.
- El que escribió, dibujando una escalera con estas seis palabras, “Voy a amarte hasta volverme transparente”.
- Tus héroes en la actualidad.
- Los desempleados (personas a veces bruscamente desprovistas de identidad económica y social) y los inmigrantes con empleos subalternos, a los que desposeemos de sus nombres originales y los renombramos con motes y castellanizaciones risibles, sólo por nuestra vergonzosa desgana de pronunciar lo extraño. También son héroes muchos enfermos, quizá en especial los psíquicos, y los escritores inéditos en busca de editor. En menor escala, cada uno de nosotros es un héroe, aunque sólo sea por soportarse.
- Tu nombre favorito.
- ¿Sólo uno? Carla me gusta mucho.
- ¿Qué aborreces por encima de todo?
- El aborrecimiento como costumbre. Intento restringirme en el uso de palabras extremas, como el verbo odiar, tan de moda ahora, incluso entre los niños. Me parece moralmente antihigiénico. Aborrezco sólo los venenos, si me da la lengua para distinguirlos.
- ¿Qué figuras históricas aborreces más?
- No aborrezco a muertos. Pisotear tumbas es fácil, pero no lo encuentro provechoso ni honrado. La rebeldía debe manifestarse en el momento de la injusticia, a tiempo de reducir padecimientos de víctimas. No creo en la protesta conmemorativa o retrospectiva. De haber negado el saludo o saboteado a Mao, a Hitler o a Stalin me sentiría hoy satisfecho, pero llego tarde para hacerles un desplante ahora. Además, el mal ya está en otra parte: miremos allí, si nos asiste la lucidez.
- ¿Qué méritos militares admiras más?
- La liberación de rehenes sin heridos ni muertos.
- ¿Qué reformas admiras más?
- Las que concilian épocas y visiones dispares con el menor número de damnificados.
- ¿Qué don natural te gustaría poseer?
- ¿Otra vez puedo pedir lo que quiera?: a menudo, al final de la tarde, por un par de horas, me gustaría sentarme al piano con soltura y entusiasmo, y sin temor al fallo tocar y cantar una música gruesa, sentimental, hilarante y bailable (como se deduce de esta pretensión, no sé sacar música ni de la armónica).
- ¿Cómo te gustaría morir?
- Quizá no me importaría tanto el modo si pudiera luego contarlo, es decir, investigarlo o humorizarlo. Si resultara cierto que morir es no poder contarlo, preferiría no enterarme de los detalles.
- Tu actual estado de ánimo.
- Tan inestable que se ha esfumado al percibir que lo estaba observando.
- Tu lema.
- El de esta última hora de la tarde viene siendo: “Engáñate tanto como te desengañes”, pero para diario me quedaría con el más consistente que conozco: Vita brevis, ars longa.
Foto: Monika Martínez de las Rivas
2 comentarios :
La cercanía de ciertas respuestas me hace identificarme en ellas. Responden, precisamente, a cierto sosiego que se produce al ir viviendo. A la madurez que se adquiere con los años. Saber de la existencia de fantasmas y demonios, pero no intentar destruirlos, sino aprender a vivir con ellos.
La felicidad es un 'concepto' en el que a veces perdemos demasiado tiempo por intentar encontrarla, y casi nunca se halla. Yo no confío en ella. Creo más en momentos, lugares, personas, abrazos, tactos, ojos que nos conceden instantes felices, y suelen explotarnos, de vez en cuando, como si fuera un confeti de chucherias.
Un saludo.
Me gusta que hayas colgado este cuestionario. Te acerca más a los escritores y su forma de ser y ver el mundo.
Ya veo que lo tuyo es una labor incansable y muy productiva. me alegro por ello.
Bueno, me he metido a la aventura de montar un blog. Aún es un poquillo cutre, pero bueno.
Te invito a que pases por mi orilla cuando quieras.
Un abrazo de Mos.
http://mosenlaorilla.blogspot.com
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