Hace mucho tiempo que colecciono piedras. Las recojo de las ciudades a las que voy llegando. Las elijo, las clasifico según el color y la forma. Mis preferidas son las alargadas con forma de hoja. La punta de mi bota las golpea y las aparta, una forma de selección. En esta tarde caprichosa, ando con la cabeza baja examinando las piedras que dan forma a este paseo de los tristes. El sol decae sobre los muros de la Alhambra y juega entre los versos que habitan el sendero. Un perro va por delante, olisquea algún rastro que yo no sigo. Se mea entre unas matas y mis pies se encaminan hacia el pequeño río amarillo que brilla en la luz del atardecer. Ahí la veo. Me gusta: clara pero no blanca, algo estriada para que no resbale, el tamaño es bueno. Ésta es mi piedra. La cojo, está húmeda, con restos de orín. Ésta es la que quiero. La abrigo dentro de la mano. Saco el rotulador y escribo: Granada, otoño 2008.
Texto e imagen: María Jesús Silva
4 comentarios :
Las piedras hablan, son muy viejas.
Y todos tropezamos con las nuestras, en nuestros caminos.
Disfruta de Granada.
Un abrazo Mª Jesus
jeje, que poetico eso de coger piedras. Yo en granada, que es una de mis cidades preferidas, no cojo piedras, me comoooo un kebab con huevo, que lo recuerdo hasta la proxima vuelta. si es que ya se me esta haciendo la boca agua...sliiimmmsss
Esa piedra granaina es un fetiche. Deberías llevarla siempre contigo.
bxs
A mí me gustan las piedras, la guardo en un bolsillo con la idea de que me sirva de amuleto, pero nunca las clasifico, soy un desastre, y acaba perdida en una prendra o en una de mis cajitas donde guardo pequeños tesoros con valor sentimental.
Nunca he visto una alargada con forma de hoja.
Ya no podre recoger una piedra sin pensar en este relato.
Un abrazo, Ada
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