Soliloquio final del amante interior
Luz, primera luz de la noche, como en un cuarto
en el que descansamos y, casi por nada, pensamos
que el mundo imaginado es bien esencial.
Es en esta idea en la que nos recogemos,
fuera de todas las indiferencias, en una sola cosa:
que nos abriga bien, pues somos pobres, un calor,
una luz, un poder, la milagrosa influencia.
Sentimos la oscuridad de un orden, una totalidad,
un conocer, lo que arregló la cita,
Decimos: Dios y la imaginación son uno.
La candela más alta, que alta ilumina lo oscuro…
hacemos nuestra casa en el aire nocturno,
donde estar los dos juntos es lo suficiente.
WALLACE STEVENS
WALLACE STEVENS
Imagen: Soledad de Marc Chagall, 1933.
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