septiembre 01, 2013

HE LEIDO







 HOMBRES FRÁGILES, MUJERES  DE CRISTAL  
ANDRÉS PORTILLO

Editorial comanegra, 2013

Andrés Portillo, nos presenta un libro de relatos dividido en cuatro partes, en la mayoría de estos relatos aparecen dos tipos de narrador: el omnisciente y el cámara. Así vamos conociendo los detalles más íntimos, perversos, desesperados, tiernos; los sentimientos que se esconden detrás de estos seres tocados por un ala blanca y otra negra. En toda la narración los personajes son seres solitarios, llenos de dolor y de dudas. Algunos les mueven el amor, la pasión, a otros el desamor, la angustia, la desesperación, la hartura. Personajes que parecen salir de las frías noches de invierno y que deambulan por las calles sin encontrar la suya, asustados, magullados, que necesitan el calor de un bar, de un cuerpo, de una botella, de un recuerdo, de un abrazo a medianoche. Y en todos ellos huellas profundas que marcan cada paso que dan, cada esquina que tuercen.
Hay una frase dentro del libro que para mí resume todo: todo lo que son los personajes y sus mundos, su pasado y su dudoso futuro. “Crujo como una hoja seca. Cuando huimos de la soledad, lo peor es la resaca.”

Párrafos de algunos relatos:

“El agua forma ríos sobre el parabrisas de tu coche. Ríos que mueren al poco de nacer. Que nacen y mueren delante de tus narices de manera obsesiva.”

*
“Al anochecer, desde mi cobijo de cartón, tumbado en mi catre de piedra y papel de estraza, puedo ver el Puente de Brooklyn iluminado. Basura. Sólo los tipos que no pasan hambre, ni sed, ni frío se fijan en los puentes relumbrantes; a los que dormimos en la puta calle, más bien nos molestan.”

*
“Antes de que la campana señale el reinicio del calvario, ‘Anaconda’ lee en los labios de la joven una frase que le va a alegrar el resto de sus días: ’No seas pendejo, mi cuate, y vente conmigo’.”
 
*
“A sus cincuenta y pocos, ella es una mujer del montón. Previamente fue una niña normalita y una joven estándar.”

*
“No pude evitarlo, volví a arrimar el ojo y vi cómo la rubia golpeaba al chucho con una cadena gruesa mientras éste, sumiso, gemía y buscaba los tobillos del ama para lamerlos con su lengua golosa.”

*
“El cerebro se me escapa por la garganta. Ella aparta las sábanas y me da un beso. Me da un beso de buenas noches. Me dice muy despacito que no me preocupe. Me dice al oído que todo irá bien. Me da un beso de buenas noches y me dice que todo está bien.”

1 comentario :

Tesa Medina dijo...

Parece que es una autor que conoce bien la soledad, la soledad impuesta, la soledad que te hace abrazarte a ti mismo y hablar en alto.

Hay que huir de esa soledad, porque te atrapa y se enquista. Y te hace vulnerable y te deja seco... como esa hoja que cruje.

Un abrazo,