Cuanta muerte por todas
partes, grita el insomne desde la ventana que refleja el
lago ondulante como una bola de acero grande y frío. Se retuerce contra los
cristales llenos de peces. Le arañan las espinas, les hace el boca a boca en
las branquias a los que agonizan. El
hombre insomne se esconde del amanecer con los párpados quemados y sigue
gritando: ya conozco a demasiados muertos.
Hay en este texto y modo de decir mucho sufrimiento. Que pese a su sagrada parte de verdad, ha de ser también un estado transitorio. Todos los días se levantan con el cielo limpio, en parte para recordarnos a los pequeños habitantes de nuestra piel y de este mundo que podemos también hacerlo.
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Hay en este texto y modo de decir mucho sufrimiento. Que pese a su sagrada parte de verdad, ha de ser también un estado transitorio. Todos los días se levantan con el cielo limpio, en parte para recordarnos a los pequeños habitantes de nuestra piel y de este mundo que podemos también hacerlo.
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