He amanecido sin
brazos. Me los arranqué a las 4:28 de la madrugada. Me empezaron a molestar a
la 1:26, primero fue el izquierdo, se me había dormido y me dolía tanto que
apenas notaba las puntas de los dedos. El derecho empezó a doler a las 3:42, y
era como un mortero golpeando y arrastrando las hebras en las que se iban
convirtiendo los músculos. La verdad es que he sentido un gran alivio cuando de
un tirón han salido de cuajo salpicando de sangre la colcha, la mesita, la
pared, el espejo, todo lo que me rodeaba. Casi al instante me he quedado dormida
profundamente, he descansado bien y cuando ha sonado el despertador estaba
despejada para empezar una nueva jornada. He dejado los brazos tirados a los
pies de la cama, estaban de un color azul casi negro y las manos se habían
hinchado y amorcillado. Da igual, no pienso volver a usarlos.
MARÍA JESÚS SILVA
1 comentario :
El mejor cometido de los brazos es el abrazo. No hay nada tan acogedor y calmante.
Por eso creo que en este estupendo e inquietante micro esos brazos significan las cadenas que nos atan a la rutina con correas de miedo.
Ojalá cambie esos brazos inservibles por unas alas y pruebe volar.
Besos, Mária
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