febrero 20, 2014


                                                                                                                             


A Jorge Riechmann

Hay personas, supuestamente inocuas,
cuya respiración
es su respuesta más violenta.
Vienen de miedos anteriores
cuando todo se sofocaba.
Su experiencia de libertad
es limitada y epidérmica.

Sólo en contadas ocasiones
su dignidad, inerme,
sobrevive.
Suelen  tener un discreto
anhelo de infinito
y, a la vez,
una tibia conciencia de fracaso.

No son mero excipiente inofensivo,
no lo son su silencio
ni su acostumbrada obediencia.          

Podría dar algunos nombres,
aunque el rebaño crece
y su acre olor se extiende día a día;
pero está feo señalar.
Pongamos:
                              yo mismo.


José Pérez Carranque

1 comentario :

En busca de otras ítacas dijo...

Pepe, este poema es una excelente radiografía de los que siempre buscan y quieren, y nunca encuentran porque, quizá, siempre miran más allá, incluso respirar parece que no te llega...podría ser yo.
Gracias, un beso
María jesús