febrero 23, 2013

Jean Louis Aubert-dis quande reviendras-tu.

Estaré ausente por un tiempo.

Os dejo con esta canción que suena al final de la película 'Il y a longtemps que je t'aime', una de mis preferidas. La canción original es de Barbara, cantante y compositora francesa, está más abajo.
 



febrero 19, 2013

Bajo unas escaleras mecánicas. Al final de la cinta el suelo desaparece de los pies y siento ese dolor animal que me dobla en dos. Hace seis días que te has muerto. Me dejo escurrir pesada y lentamente por estas escaleras sin fin, que se alargan en una perfecta simetría con el abismo de la angustia que provoca tu ausencia. La fotocopiadora de la cabeza copia confusa recuerdos que repiten que te has muerto.
María Jesús Silva

febrero 15, 2013



Mi horno, Silvia Plath y yo 
"los años llegan como animales del espacio"
Silvia Plath

Abrir el portón de mi horno y contemplar los horrores de la caja de Pandora. Mirar el agujero negro y profundo que surge de la cocina ha sido siempre un recurso atractivo y repelente al mismo tiempo. El, ahí está, y yo, con la boca llena de bizcochos calientes, simulo no darme cuenta.
Una voz susurrante y femenina sale por algún resquicio metálico. Las rejillas del horno retumban como si fueran la celosía austera de una cárcel secreta. En ocasiones, brillos sutiles semejan las pupilas color miel de una mujer rubia y triste.
Solo una vez se me ocurrió meter la cabeza dentro y limpiar los restos de grasa. Mientras usaba la bayeta unos rasguños rabiosos dejaron de ser jeroglíficos. Una “S” entrelazada a una “P” se dibujan perfectas. Retrocedí despacio y nunca más he descendido a la cueva.
El día de mi cumpleaños no entro en la cocina. Mi familia lo sabe y trata de agasajarme, me pide tranquilidad, que cierre los ojos, que descanse… para matar el tiempo abro el periódico y cometo el error de acercarme a las páginas de cultura.
Hoy, 11 de febrero de 2013, cumplo cincuenta años, ella está ahí mirándome desde las fotografías, se llama Silvia Plath es poeta. Un día como este acostaba a sus hijos, encendía el horno y metía la cabeza dentro, al mismo tiempo yo nacía del interior de ese horno. Aún me siento tibio, hojaldre crujiente. Silvia lleva medio siglo esperándome.

Miguel Ángel Martín Alonso

febrero 13, 2013

FRANCISCO JAVIER IRAZOKI
Encuentros poéticos: Palabras al vuelo

Jueves, 14. Febrero 2013, 19:30 - 21:00 hrs.
Viernes, 15. Febrero 2013, 19:30 hrs.En el Ateneo de Irún

Encuentros poéticos organizado por Koldo Mitxelena Kulturunea y Kabigorri Ateneoa

La poesía de Irazoki

El poeta Francisco Javier Irazoki (Lesaka, Navarra, 21 de octubre de 1954) fue periodista musical en Madrid. Formó parte de CLOC, grupo de escritores surrealistas. Desde 1993 reside en París, donde ha cursado estudios musicales: Armonía y Composición, Historia de la Música, etc.

Como escritor, sus primeros poemarios editados fueron Árgoma (Estella, 1980) y Cielos segados (Universidad del País Vasco; Leioa, 1992), que incluía los tres volúmenes de versos escritos hasta esa fecha: Árgoma (1976-1980), Desiertos para Hades (1982-1988) y La miniatura infinita (1989-1990). Más tarde, Irazoki publicaría Notas del camino (Javier Arbilla Editor; Pamplona, 2002, con fotografías de Antonio Arenal), el libro de poemas en prosa Los hombres intermitentes (Hiperión; Madrid, 2006), La nota rota (Hiperión; Madrid, 2009), cincuenta semblanzas de músicos de épocas muy variadas, y el libro de versos Retrato de un hilo (Hiperión; Madrid, 2013). La Asociación de Escritores Extremeños y la Junta de Extremadura editaron en 2010 dos antologías-plaquettes de Irazoki.

Publica su columna Radio París en El Cultural, suplemento del diario El Mundo.

febrero 11, 2013

Quien desea poco, lo tiene todo
quien tiene nada, tiene el silencio porque es libre;
quien no tiene, pero tampoco desea,
es un dios que tan solo sonríe.

CHUANG TZU

febrero 04, 2013

He sentido una gran tristeza al leer esto.

Arturo Pérez-Reverte Era sólo una perra

Era sólo una perra. Una galga flaca y asustada, como las que ahorcan algunos cazadores cuando ya son viejas e inútiles, con tal de ahorrarse un cartucho. Cuatro días estuvo correteando por los túneles del Metro de Madrid sin encontrar la salida. La vieron conductores, vigilantes y viajeros. Fue grabada en video corriendo despavorida por las vías, de túnel en túnel, huyendo de los trenes que pasaban a toda velocidad. Cuatro días de oscuridad, aturdimiento, soledad y angustia. De miedo atroz. Anoche vi uno de esos videos en Internet y me levanté de la silla con una desolación y una mala leche insoportables. Por esto tecleo estas líneas, ahora. Para desahogar mi tristeza y mi frustración. Mi rabia. Para ciscarme por escrito en los responsables del Metro de Madrid y en la puta que los parió.

La galga abandonada fue vista un jueves vagando por los túneles. Corría aterrada por el estruendo de los trenes, esquivándolos en la oscuridad. Al comprobar que el personal del Metro no hacía nada para rescatarla, algunos viajeros avisaron a asociaciones de protección animal, que pidieron permiso para actuar. Ya ocurrió algo semejante en Barcelona, cuando para salvar a un perro perdido en el Metro se detuvo el servicio tres horas, en un rescate en el que participaron bomberos, guardias urbanos y empleados de la perrera municipal. En Madrid, sin embargo, los responsables del transporte subterráneo se negaron a intervenir. Sólo dieron largas: se ocupaban de ello, la galga se había llevado a una protectora de animales, ya no estaba en las vías, etcétera. Enrocada en su estúpida indiferencia, la empresa municipal rechazó todas las propuestas: jaulas trampa puestas en los huecos de los túneles o los andenes, unos minutos de parada de trenes para actuar con una escopeta de dardos narcóticos. Nada de nada. Nosotros nos ocupamos, repetían. Y punto.

Pero mentían. Nadie se ocupaba de nada. La perra entró en los túneles un miércoles. Dos días después, al ser vista entre las estaciones de Sainz de Baranda e Ibiza -corría asustada bajo el andén, huyendo del tren que venía detrás-, seis asociaciones de defensa animal pidieron al Metro permiso para bajar a las vías y rescatarla. La empresa negó el permiso. El sábado a las 7 de la tarde, en la estación de Sainz de Baranda, un conductor dijo que había visto al animal tirado junto a la vía, en el túnel, a ciento cincuenta metros del andén. Rogaron los activistas que alguien bajara a la vía para ver si la perra seguía con vida, pero se les negó. Pidieron que se detuvieran los trenes durante unos minutos para proceder ellos mismos al rescate, y también se les negó. Mientras tanto, el andén se llenó de vigilantes encargados de controlar a los miembros de las asociaciones protectoras. «Vaya follón -oí decir a uno en el video de Internet- va a montar el puto perro».

Hartas de aquello, dos mujeres, Irene Mollá, de la asociación Más Vida, y Matilde Cubillo, de Justicia Animal, decidieron echarle ovarios. Mediaban 18 minutos entre el paso de cada tren, así que saltaron a las vías desoyendo las órdenes del jefe de Seguridad del Metro, para internarse en el túnel con las pantallas de sus teléfonos móviles como linternas. Al poco regresaron trayendo a la galga en brazos, tapada con una chaqueta, todavía sangrando con una pata amputada. Atropellada. Muerta. En los cuatro días transcurridos, cuando aún estaba viva y sana, ningún vigilante había acudido a rescatarla, ningún empleado se arriesgó a una sanción por parar el tren. Los convoyes, que se inmovilizan cuando caen a las vías unas llaves o un teléfono para que el personal baje a buscarlos, los conductores que si hay huelga ignoran los servicios mínimos cuando conviene al sindicato correspondiente, no pudieron detenerse unos minutos para rescatar a la galga extraviada. Habrían sido sancionados, claro. Paralizar el tráfico suburbano por una perra, nada menos. Y eso, en un Madrid donde no falta día sin que una concentración ciclista, cabalgata, procesión, verbena, manifestación autorizada o ilegal, paralice impunemente la ciudad, corte el tráfico, bloquee autobuses o taxis y causa atascos monstruosos mientras la autoridad competente, vía sufridos policías municipales, se limita a encogerse de hombros cuando le preguntas cómo carajo llegar al trabajo o a tu casa.

Y, bueno. Me cuentan que las asociaciones de defensa animal se han querellado contra los responsables del Metro de Madrid por omisión de socorro, maltrato animal o como se califique este puerco asunto. Así que desde aquí ofrezco mi firma. Espero que retuerzan el pescuezo a esos tipos. Y tipas. Ojalá, en memoria de aquella pobre perra asustada, les saquen a todos las entrañas.