junio 29, 2010

VICENTE VERDÚ

Vicente Verdú (Elche, 1942), notable ensayista, ha sido Jefe de Opinión y

Jefe de Cultura del diario El País.

En 1997 recibió el Premio Nacional de Periodismo “Miguel Delibes”.

Entre sus libros destacan Si usted no hace regalos le asesinarán (1971),

Sentimientos de la vida cotidiana (1984), Días sin fumar (1988),

Héroes y vecinos (1989), El planeta americano (1997),

Señoras y señores: impresiones desde los 50 (1998),

El estilo del mundo: la vida en el capitalismo de ficción (2003),

Noviazgo y matrimonio en la sociedad española: 1974-2004 (2004),

Yo y tú, objetos de lujo (2005),

La ciudad inquieta: el urbanismo contemporáneo entre la realidad y el deseo (2005),

No ficción (2008) Passé composé (2008) o El capitalismo funeral (2009).


Una columna periodística:

FRANCIA

Hay un más allá y está muy cerca: Francia. Hace apenas cincuenta años nadie necesitaba mencionar

ese espacio porque cualquiera que tuviera interés por la cultura o la libertad pensaba en

París. En estos años, sin embargo, tras el rápido ascenso económico español y la llegada

de la democracia, parece que ya lo tengamos todo. Vana ilusión: significativamente

España ha dado un salto tan grande

en el producto interior bruto que se ha saltado brutalmente la plantación cultural.

Un menú de un obrero en París vale casi lo mismo que en Madrid pero la formación

escolar entre ambos va de uno a tres tenedores. ¿La televisión? ¿La radio? También en

Francia hay telerrealidad, concursos infames y consultorios radiofónicos sobre las

virtudes del clítoris pero, a su lado, abundan las tertulias de alta calidad, los debates que

mejoran la dignidad del receptor, y un lenguaje, en general, que denota el buen efecto

de la enseñanza. Si en Estados Unidos es inconcebible un presidente ateo, en Francia

sería impensable un político que se expresara mal. Efectivamente, los franceses se

quejan de la degradación pero cuando se oponen con ahínco a las invasiones bárbaras

y blanden “excepción cultural” no sólo actúan como chovinistas sino como seres

cabales. En otro tiempo, los Pirineos constituían un inmerecido obstáculo contra

la libertad y el conocimiento. Ese encierro político ha desaparecido pero lo que hoy

nos aparta de Francia es, sobre todo, la diferencia inmaterial, la destartalada calidad

de una escena donde no se sufre la pandemia de la menudencia política, los

superpringues de la salsa rosa o el fútbol en todas las emisoras simultáneamente

como si no hubiera ningún interés mayor; o igual. El espacio francés del más allá hace

pensar todavía en la cultura como un bien sólido que procura, como la salud, sustanciosas

mejoras individuales y colectivas. España ha crecido mucho materialmente y gracias a los fondos comunitarios venidos también de Francia. Lo que no ha podido este socio, ni ningún otro,

es contagiarnos su método educativo para paladear los mejores artículos del espíritu.

Zapatero prometió -no lo olvidamos- “una España de la cultura”. Pero ¿cómo? ¿cuándo?

¿a partir de qué nuevo impulso redentor?


VICENTE VERDÚ

Columna publicada en el diario El País.

junio 25, 2010



Para Tesa,

para su Nina.

Nina tenía el cielo en sus ojos

era tostada, una bola de caramelo.

Sabía nadar hasta el corazón

y decir ‘te quiero’ sin hablar.

Era modelo

lenta de caderas

coqueta,

posaba con el glamour de las grandes estrellas del cine.

La gustaba soñar en una manta

y enrollarse en la tibieza que luego ofrecía,

lamerse la melena

dejarse mimar.

Aficionada a la lectura,

a la meditación.

De silencios infinitos

y eternos arrullos.

Nina era Zen

Y a veces bailaba rock and roll.

María Jesús Silva

junio 23, 2010

ANDRÉS NEUMAN


Andrés Neuman (Buenos Aires, 1977) vive en Granada.
Es autor de los poemarios Métodos de la noche (Hiperión; Madrid, 1998),
El jugador de billar (Pre-Textos; Valencia, 2000), El tobogán (Hiperión; Madrid, 2002),
La canción del antílope (Pre-Textos; Valencia, 2003),
Gotas negras (Plurabelle; Córdoba, 2003),
Sonetos del extraño (Cuadernos del Vigía; Granada, 2007)
y Mística abajo (Acantilado; Barcelona, 2008).
Toda su poesía está reunida en Década, 1997-2007 (Acantilado; Barcelona, 2008).
Además, ha publicado las novelas Bariloche (Anagrama; Barcelona, 1999),
La vida en las ventanas (Espasa-Calpe; Madrid, 2002),
Una vez Argentina (Anagrama; Barcelona, 2003)
y El viajero del siglo (Alfaguara; Madrid, 2010).
Sus cuentos han sido recogidos en los volúmenes El que espera (Anagrama; Barcelona, 2000),
El último minuto (Espasa; Madrid, 2001)
y Alumbramiento (Páginas de Espuma; Madrid, 2006).
El equilibrista (Acantilado; Barcelona, 2005) contiene sus aforismos y microensayos.
Cómo viajar sin ver (Alfaguara; Madrid, 2010) pertenece a la miscelánea literaria.
Un poema:



(PRINCIPIO DE LA CARNE)



Necesito la carne para amarte,
la carne enamorada, pero no
más allá de la tumba sino contra la tumba.
Tendido entre nosotros el temor
ha vencido su insomnio y se remansa.
¿Qué pensará la muerte ante la fiesta?
¿Pierde la compostura, suspende sus trabajos?



¡Antídoto, entusiasmo, derríbale las leyes,
ofrécele estos pechos de artesana
que señalan el norte y piden viaje!
Es lógico perderse, los guías se equivocan.
A veces el destino es blando y tibio y mueve
dos remos terrenales
que remontan la risa hasta el principio,
hasta el punto final de los comienzos.



ANDRÉS NEUMAN
Poema incluido en el libro Mística abajo (Acantilado; Barcelona, 2008).

junio 20, 2010

MÚSICA EN ÍTACA (13)

LESTER YOUNG

“El encantamiento musical que me produce Lester Young está asociado al carácter esquivo del jazzman. En una época en que los saxofonistas deben esponjarse con solos fulgurantes, Lester elige una contención delicada. Saca provecho de la timidez. No en vano su modelo se llama Frankie Tram Trumbauer, un aviador que en los años veinte y treinta extrae del saxo los sonidos más puros y abandona de manera definitiva los escenarios.

(…)

Se separa de su primera mujer cuando conoce a Billie Holiday. La madre de Lady Day alquila un cuchitril al saxofonista, y Billie apenas sale del cuartucho donde los dos jóvenes trabajan y se consuelan. La chica pone un sobrenombre al amigo: Prez, apócope de President. “Lester canta con el saxo”, afirma. Así empieza un diálogo de cinco años entre dos heridas complementarias, y las angustias encajan en decenas de canciones que el productor John Hammond va grabando; así Young y Holiday entran juntos en la historia del jazz. Los imagino, como Noël Balen, unidos en el mismo soplo desesperado”.

FRANCISCO JAVIER IRAZOKI

(Fragmentos del libro La nota rota; Hiperión, 2009)

junio 18, 2010

LOS ESCRITORES Y EL CUESTIONARIO PROUST: CARLOS MEDRANO (16)



- ¿Cuál es para ti la mayor desgracia?

- Te doy tres: no saber salir del sufrimiento. Pretender la ignorancia propia y, en grado ya mayúsculo, imponerla a los seres que tenemos a cargo. O carecer de la inquietud de conocerse a sí mismo y permitirse ser libre, fuera de toda herencia o filiación supuestamente inculcadas desde pequeños.


- ¿Dónde te gustaría vivir?

- Creo que uno de los mayores regalos de esta vida es ser un ciudadano del mundo. Lo expresaría con una frase: “yo soy mis geografías”. Me doy cuenta de lo que me han enriquecido los lugares donde he vivido y entiendo el placer de las aves migratorias. La posibilidad de vivir cada ciertos años en un sitio apetecible y diferente hay que hacerlo de joven y nos vuelve más amplios y capaces. Los espacios son siempre admirables. Pero tan importantes como ellos son las costumbres y sus gentes. He vivido en lugares donde se daba con exceso la frialdad o pobreza de gestos. La cordialidad y el acogimiento me son tan necesarios o más que el paisaje o la historia de los sitios.


- ¿Cuál es para ti la alegría terrenal más perfecta?

- La paz interior. La satisfacción de sentirme vivo. La convicción de rozar a diario ese fondo, independientemente de los días complicados y las inesperadas dificultades.


- ¿Qué fallo perdonas más fácilmente?

- El rencor nos paraliza la sangre. Nos convierte en miserablemente tristes. Si no somos capaces de verlo, establecemos luego un discurso de agravios contra el otro. La ideología suele esconder eso, la justificación de nuestros errores. Y la terrible soledad de rechazar al otro. Un niño no la tiene y, cuanto más pequeño, más capaz es de jugar con cualquier otro al instante, incluso de lengua y raza diferentes.


- Tu héroe de ficción preferido.

- No tengo héroes. Superman me produce una sonrisa pero no delego en él ensoñaciones. Cuando veo a una manada de gente destrozando hasta el alba las calles de una ciudad por la hazaña de la victoria de su equipo de fútbol me avergüenzo de lo manipulables que pueden ser quienes proyectan en ese episodio circense sus valores. Y de esa degradada emulación de la épica hoy. El culto al líder o a mitos patrióticos exacerbados es una dejación individual que conduce a comportamientos sociales deplorables.


- Tu personaje histórico preferido.

- Los que nunca se nos enseñan como héroes y discreta o anónimamente son admirables y decisivos. Hay vidas de una superación y entrega constantes cerca de cada uno de nosotros siempre. Por citar a alguien reconocible, admiro el arrojo de una minúscula y bondadosa mujer, Irena Sendler, que en el gueto de Varsovia salvó la vida de más de 2500 niños judíos a riesgo cierto de perder la suya. Su candidatura al Nobel de la Paz de 2007 fue desestimada ante la de Al Gore. La sociedad tiene filtros para elegir al marketing oportunista y rentable de las falsas verdades frente a la entrega verdadera de los que actúan sin reservas ni focos.


- Tu heroína real preferida.

- La infancia. Convivir con un niño te conduce a la ingenuidad de lo que con los años en nuestra vida se deshumaniza. Tienen el don de hacer reír y sensibilizar al adulto más rígido. Tras mi experiencia de paternidad mediante una adopción -gracias, María-, invito a mirar los ojos de cualquier niño o niña de la Tierra y notar lo que sienten cuando carecen del suficiente amor o subsistencia. Muchos ni siquiera tienen garantizado superar esa infancia.


- Tu heroína preferida de la literatura.

- Ana Ozores, indudablemente. ¿Quién dice que por ser un personaje literario no existe? Es la mejor recreación de la sensibilidad, hondura y sensualidad que he encontrado en un personaje femenino.


- Tu pintor favorito.

- Ahora mismo recuerdo a Fra Angelico y Botticelli. Pero hace un rato pensaba en el Greco, o algunos frescos del arte románico y miniaturas medievales... Muchos pintores franceses... Nunca Dalí, por ejemplo, para mí sepultado en su exhibicionismo menor de bufón terminal del franquismo. No buscó ser universal porque no era fuerte y más bien suplantó la verdad de sí mismo con el efectismo de su arte.


- Tu compositor preferido.

- Purcell, Vivaldi, Mozart..., Pablo Guerrero, John Lennon...

¿No te parece una herejía dejar fuera a casi todos?


- ¿Qué cualidad aprecias más en un hombre?

- Que no confunda su identidad con la violencia o se limite a esa primaria prepotencia.


- ¿Qué cualidad aprecias más en una mujer?

- Que sea mujer y no ese depósito de sumisión y falsedades que la ocultan exigido en tantas culturas secularmente. Su potencial ha fascinado y, a la vez, por temor ha envilecido al hombre. Y en ambos, la autenticidad y el valor de concederse otros cánones más naturales y libres. En cualquier persona, la sensibilidad, la receptividad, la trascendencia...


- Tu virtud preferida.

- La verdad, la inquietud, el placer de vivir según las propias pautas y no al compás de lo que socialmente impera. La libertad, el disfrute que no el apego a lo material. La convicción de que la vida es buena pese al caos y errores que socialmente parece que comete reiteradamente.


- Tu actividad preferida.

- Sentir la vida desde dentro. Aprender. Dejarme también sorprender desde fuera. Nos hemos cerrado mucho a concebir y admitir lo distinto a nosotros. Es como haber sido sordos a la mayoría de los acordes de la vida. Siempre se nos olvida lo importante que es la capacidad de escuchar a los demás o a la naturaleza en cuyo silencio asombra toda su rumorosidad en la que habitualmente nadie repara.


- ¿Quién o qué te hubiera gustado ser?

- ¿No basta ya con uno mismo? Admitir esta pregunta me suena un tanto a fuga, y reconozco que mi recorrido vital es desde lo que soy y tengo. Revisando mis años, sí que encuentro carencias que me hubiera gustado haber cubierto. Muchos procedemos de una infancia escasamente feliz, los libros infantiles de entonces pocos tenían los colores que años después se generalizaron al alcance de los niños. Hubiera disfrutado de tener profesores más vitales y capaces de enseñarme creativamente..., como sí que tuve afortunadamente quien me alentara el placer literario que descubrí a mis 13 años. Pensando la pregunta de otro modo, de no haber nacido donde y cuando lo he hecho, como juego virtual me hubiera divertido la oportunidad bis de haber nacido en Italia -salvo por la comida- tan atractiva, placentera y clásica.


- La característica principal de tu carácter.

- No aceptar nada previamente. Exigencia, humor, desorden. Valorar la intuición y el sentir por encima de las pautas establecidas. El placer de la vida interior. La confianza en lo que creo. El gusto por lo impredecible, por sentirme libre. Por no competir con nada ni nadie..., y también la propensión a lo íntimo antes que hacia lo público.


- ¿Qué aprecias más de los amigos?

- Es de los valores más altos que en mi vida he tenido. Y como geográficamente la mayoría de ellos han estado casi siempre lejos, he aprendido a vivir con ellos de un modo muy intenso. Nuestro contacto ha sido muchas veces por escrito y en las cartas hemos permitido (como sucede en la literatura) lo mejor de nosotros.


- Tu mayor fallo.

- El de casi todos: el miedo, la duda, la culpa, la vergüenza... ¡Y qué más da! Hay ideas torturantes de eficacia tremenda, como las de la perfección y la imperfección. Basta fijarse en la naturaleza para pensar si estos conceptos existen en la conciencia o presencia de un árbol, un ave, una montaña..., o es un recurso carcelario de la mente humana una vez que se inculca en la persona.


- Tu sueño de felicidad.

- Dormir y soñar es necesario. Prefiero hablar de satisfacción más que de felicidad en este contexto. Antes que perdernos en idealismos, las metas que queremos parten de la atención a los pasos diarios y la perseverancia.


- ¿Qué te gustaría ser?

- Sentirme satisfecho e inquieto. Lo rozo cuando pienso o escribo. Y en momentos de buena comunicación con los otros.


- Tu color favorito.

- ¿Por qué uno solo? Hasta un mismo color es irrepetible y distinto a lo largo de varios pintores, como una misma palabra es diferente en boca de poetas diferentes. Nos hemos vestido, vivido y educado con menos colores de lo debido. En la carretera es fácil confundir con el gris del asfalto muchos de los vehículos que corren. Exactamente eso, vivimos con una rapidez sin atención que fagocita la posibilidad de pararse a ejercitar los sentidos y ampliarlos.


- Tu flor favorita.

- Me gustan hasta las que no tienen nombre. Siempre me han asombrado las que nacen a ras de tierra y sin tallo en algunas montañas, al lado de los brotes de agua (esos con nombre de editorial de fama).


- Tu pájaro favorito.

- ¿A que te doy con la jaula? No sé si decirte el avestruz como resorte de mala leche. Un escritor del que no quiero mencionar ahora su nombre tiró a la piscina a la locutora que le importunaba con indagaciones así de fundamentales. Este test tiene momentos de crispación con su reiteración de héroes y favoritos, que siguen...


- Tu escritor favorito.

- ¿No ves? ¿Cómo hacerte un listado? Prefiero llegar a la lectura por placer antes que por exhaustividad y me acerco a los libros que me sorprenden. Me merece la pena todo autor cuyo uso del lenguaje sea admirable u ofrezca un mundo propio consistente, sobre todo si desde él se puede ver y vivir mejor que antes (por ejemplo, la poesía de Ángel Campos Pámpano). No busco cuando leo ser enciclopédico. Prefiero leer para vivir más que vivir para leer. Y al leer, a veces siento estar ante un libro u obra valiosa en sí misma. Pero otras, la lectura me descubre que también es excepcional el autor que hay tras ella. Y una aventura saber de él, y rastrear sus sensaciones y pasos, incorporarlas vitalmente. Tan importante su pulso personal como su obra. Lope, Miguel Hernández, Valle, Pavese...


- Tu poeta favorito.

- Ante toda elección y estética, hay que buscar otros autores de pulso diferente. Si no, puede ser muy obsesiva la lectura poética si se reduce a no dar cabida a otras posibilidades. Walt Whitman, Blas de Otero, Tagore, Garcilaso, Cernuda, Gil Vicente, Lope, Lorca, Juan Ramón Jiménez, Valente... Ya lo digo, mencionar nombres es como excluir todo lo que no menciono.


- Tus héroes en la actualidad.

- No sé si ignorarlos y dejarlos dormidos en el sofá y en zapatillas. Mejor buscarlos en las mitologías griegas, hindúes, precolombinas..., antes de que casi cualquier referencia histórica y cultural se olvide. Y con ellas los sueños.


- Tus heroínas en la historia.

- Prefiero darte dos nombres de mujer que ahora me evocan por su profesión de actriz muchas historias: Liv Ullman y Juliette Binoche. Más que “la historia”, prefiero ese tipo de relatos y cotidianidad que me llegaron en películas como La doble vida de Verónica de Kieslowski o las largas y entrañables conversaciones filmadas de Éric Rohmer.


- Tu nombre favorito.

- Si no te refieres a los propios, hay palabras en cualquier diccionario o idioma sencillamente fascinantes. Pronunciarlas en voz alta supone descubrir una selva llena de resonancias o estados interiores especiales. Si prefieres un nombre propio, al escuchar a Lluis Llach cantar Laura, vemos que la buena música convierte en una cima lo que toca. Es el arte más cercano a la sensación de la mística.


- ¿Qué aborreces por encima de todo?

- ¿Para qué? También lo aborrecible es parte de la realidad y no es posible amputarla. En la polaridad de todo, podemos realizar nuestras metas pese a estas antipatías que se nos cruzan. Aborrecer, aunque lícito y comprensible, es acabar atrapado por lo que no nos gusta.


- ¿Qué figuras históricas aborreces más?

- El poder fascina a los inútiles. Es fácil hacer un listado de hombres aborrecibles. Pero todos ellos han contado con una masa corresponsable (desde altos colaboradores hasta ciudadanos grises...) dispuesta a mantener la infamia. Los déspotas y sanguinarios de la historia no hubieran podido hacer nada sin la inmensa masa acomodada que sumisa o hipócritamente les ha consentido sus despropósitos, cuando no sus crímenes. El rebelde es una rara avis cuyo paso cambiado y gusto por otros valores no interesa. Y en cambio en su conciencia no encuentran poder ni el déspota ni su necesaria corte de mediocres. Tampoco el atroz revolucionario que quiere suplantarlo. Vive al margen, donde intenta ser libre.


- ¿Qué méritos militares aprecias más?

- La virilidad tiene su patológica manifestación en la exhibición de la fuerza. Viene de lejos. Dejemos el placer de las armas y otras máquinas fuera de mis valores. Más que rechazo hacia el ejército es hacia la violencia.


- ¿Qué reformas admiras más?

- Es un test raro este. No me fascino por megalomanías como hace unos años alardeaba Berlusconi queriendo hacer un puente de 4 ó 5 kilómetros que uniera Sicilia al resto de Italia por el estrecho de Messina. Ante a esa alteración ciega del hombre a la naturaleza me refugio en el verso de Juan Ramón Jiménez de Piedra y Cielo “¡no le toques ya más, que así es la rosa!”


- ¿Qué don natural te gustaría poseer?

- Y para qué poseer, existiendo el placer de disfrutarlos. La fortuna es tener cerca y haberme deleitado con ellos: un poema, la belleza de una persona, de una ciudad, de una voz, de un paisaje... ¡Hay tantos dones a la vista de quien quiera verlos! La inteligencia es observar esas complicidades.


- ¿Cómo te gustaría morir?

- En paz y con una enorme gratitud general por la vida. Creo que lo difícil era vivir, más que el momento puntual de saber despedirse tras la tarea hecha. Es una sensación o aspiración tranquila. La muerte sigue siendo un tabú. Se ha utilizado como angustia terrible. Recuerdo de mi infancia sermones apocalípticos que durante años me produjeron desagradables pesadillas. Sin embargo como en casi cualquier otra experiencia de la vida, depende mucho de nosotros. Y hay muertes muy serenas y sencillas. Seguimos sin querer atrevernos a saber del todo qué es la vida y sus reglas esenciales. También hay un momento que, aunque nos queden años por vivir, sentimos que hemos entrado en el tiempo de saber pasar bien el testigo de la vida a otras generaciones.


- Tu actual estado de ánimo.

- En general me siento estable y a gusto, sobre todo conmigo. También nada cae del cielo, hay trabajo.


- Tu lema.

- No lo tengo. Tal vez que todo tiene su sentido y que somos capaces de generar o intentar lo que queremos. Pero hoy recibo en una conversación por teléfono la respuesta a esta pregunta en una de esas iluminaciones que fulminan. Son palabras de Adriel Irazoki Loyer a sus 6 años cuando le preguntaron en su escuela qué quería ser de mayor: “Arqueólogo, pero si no fuera posible, forajido”. Ahí queda el ingenio y humor tan espontáneo y consustancial a un niño.

junio 16, 2010

ESCRITO EN ABRIL

Tú eres Eva; aquella que alimenta la pérdida total; la imposeíble; tú eres Adán que hace nacer su rostro de dormido; poseso, imperturbable, inmóvil; al fondo de ti corren los hijos sin memoria; aquellos que no recuerdan su muerte voluptuosa y despiertan en el lugar del amor.

Tú eres Babel y Delfos; pitonisa de la primera confusión y del único desamparo; eres Leda y el cisne entrelazados más allá de tu nombre; eres el cuerpo que se resiste al gris.

Tu oficio es conjurar y exorcizar; contra ti las palabras y lo que queda del silencio.

CATALINA SOJOS

Imagen: Torre de Babel, ESCHER

junio 14, 2010

ÁLVARO BERMEJO

Álvaro Bermejo (San Sebastián, 1959) fue miembro de CLOC, grupo de escritores surrealistas. Ganador de muchos premios literarios y autor prolífico, ha publicado las novelas Las arenas y el templo (1986), El descenso de Orfeo (1988), La madona de la tempestad (199), Benarés (1993), El juego de la mandrágora (1995), El reino del año mil (1998), La piedra imán (2001), El Evangelio del Tíbet (2008).

Una columna periodística:


EL SEXO DE ALICIA

Walt Disney nos la presentó como una niña remilgada recién salida de una caja de cereales, Tim Burton la ha reconvertido en una adolescente rebelde con un toque gótico en 3D. ¿Cómo era la verdadera Alicia que inspiró este relato prodigioso surgido de la imaginación de un personaje tan perturbador como Lewis Carroll?


En este tiempo de escándalos de pederastia dentro de la Iglesia se podría escribir un buen libro con esta historia de un amor imposible entre el reverendo Charles Dodgson –el nombre real de Carroll- y una niña de diez años llamada Alicia Lidell. La amó apasionadamente desde su primer encuentro, cuando apenas tenía cuatro años, pidió su mano a los once, la fotografió vestida pero sobre todo desnuda, le escribió centenares de cartas, y ni siquiera renunció a ella cuando se casó con un petimetre libre de toda sospecha.


Como era un austero victoriano el reverendo Dodgson nunca pudo expresar la naturaleza de sus pecados. Los sublimó en un mundo mágico habitado por conejos acuciados por el estrés, reinas despóticas y sombrereros locos. ¿Qué significaba Alicia en ese imaginario? Su más absoluta obsesión sexual y, al mismo tiempo, su única posibilidad de redención.


Para entenderlo tenemos que viajar a un tiempo en que las niñas impúberes se presentaban como apetecibles sex symbols, cuando una inglesa podía casarse legalmente a partir de los doce años. Poe lo hizo con una de catorce, y Ruskin fue incapaz de consumar el matrimonio con su esposa porque la noche de bodas descubrió -horror- que “tenía pelos en el pubis”. El reverendo Dodgson era diferente. Las niñas le atraían, precisamente, porque con ellas se sentía sexualmente a salvo. Pero Alicia, la Alicia real, no se salvó de la leyenda.


A los veintiséis años sedujo al príncipe Leopoldo pero la reina Victoria prohibió esa relación. A los treinta enviudó y se arruinó. Subastó en Sotheby’s el manuscrito de “Alicia”, invirtió la suma en Bolsa y volvió a arruinarse. Su vida fue un completo desastre. Murió dejando una frase para la historia: “Estoy cansada de ser Alicia en el País de las Maravillas”.


Sólo en la vida podemos encontrar esta cuarta dimensión de la realidad que supera a todas las películas en 3D, y cuyo último secreto se llevó a la tumba el reverendo Dodgson. Al otro lado del espejo de la razón un duende llamado Lewis Carroll nos desafía con la inquietante sonrisa del Gato de Cheshire. No siempre es en la parte más luminosa del alma donde habita el niño que fuimos y que somos.


ÁLVARO BERMEJO

junio 12, 2010

CALÍGULA, ALBERT CAMUS


ESCENA V


HELICÓN. (de un extremo a otro del escenario). Buenos días, Cayo.
CALÍGULA. (con naturalidad). Buenos días, Helicón. Silencio
HELICÓN. Pareces fatigado.
CALÍGULA. He caminado mucho.
HELICÓN. Sí, tu ausencia duró largo tiempo.
Silencio
CALÍGULA. Era difícil de encontrar.
HELICÓN. ¿Qué cosa?
CALÍGULA. Lo que yo quería.
HELICÓN. ¿Y qué querías?
CALÍGULA. (siempre con naturalidad). La luna.
HELICÓN. ¿Qué?
CALÍGULA. Sí, quería la luna.
HELICÓN. ¡Ah! (Silencio. Helicón se acerca.) ¿Para qué?
CALÍGULA. Bueno... Es una de las cosas que no tengo.
HELICÓN. Claro. ¿Y ya se arregló todo?
CALÍGULA. No, no pude conseguirla.
HELICÓN. Qué fastidio.
CALÍGULA. Sí, por eso estoy cansado. (Pausa.) ¡Helicón!
HELICÓN. Sí, Cayo.
CALÍGULA. Piensas que estoy loco.
HELICÓN. Bien sabes que nunca pienso.
CALÍGULA. Sí. ¡En fin! Pero no estoy loco y aun más: nunca he sido tan razonable.
Simplemente, sentí en mí de pronto una necesidad de imposible. (Pausa.) Las cosas tal
como son, no me parecen satisfactorias.
HELICÓN. Es una opinión bastante difundida.
CALÍGULA. Es cierto. Pero antes no lo sabía. Ahora lo sé. (Siempre con naturalidad.) El
mundo, tal como está, no es soportable. Por eso necesito la luna o la dicha, o la
inmortalidad, algo descabellado quizá, pero que no sea de este mundo.
HELICÓN. Es un razonamiento que se tiene en pie. Pero en general no es posible sostenerlo
hasta el fin.
CALÍGULA. (levantándose, pero con la misma sencillez). Tú no sabes nada. Las cosas no se
consiguen porque nunca se las sostiene hasta el fin. Pero quizá baste permanecer lógico
hasta el fin. (Mira a Helicón.) También sé lo que piensas. ¡Cuántas historias por la
muerte de una mujer! Pero no es eso. Creo recordar, es cierto, que hace unos días murió
una mujer a quien yo amaba. ¿Pero qué es el amor? Poca cosa. Esa muerte no significa
nada, te lo juro; sólo es la señal de una verdad que me hace necesaria la luna. Es una
verdad muy simple y muy clara, un poco tonta, pero difícil de descubrir y pesada de
llevar.
HELICÓN. ¿Y cuál es la verdad?
CALÍGULA. (apartado, en tono neutro). Los hombres mueren y no son felices.
HELICÓN (después de la pausa). Vamos, Cayo, es una verdad a la que nos acomodamos
muy bien. Mira a tu alrededor. No es eso lo que les impide almorzar.
CALÍGULA. (con súbito estallido). Entonces todo a mi alrededor es mentira, y yo quiero que
vivamos en la verdad. Y justamente tengo los medios para hacerlos vivir en la verdad.
Porque sé lo que les falta, Helicón. Están privados de conocimiento y les falta un
profesor que sepa lo que dice.
HELICÓN. No te ofendas, Cayo, por lo que voy a decirte. Pero deberías descansar primero.
CALÍGULA. (sentándose y con dulzura). No es posible, Helicón, ya nunca será posible.
HELICÓN. ¿Y por qué no?
CALÍGULA. Si duermo, ¿quién me dará la luna?
(...)

junio 10, 2010


Sólo los muertos han visto el final de la guerra.

PLATÓN

junio 08, 2010

ELÍAS MORO


Elías Moro (Madrid, 1959) ha editado los libros de poemas Contrabando (Editora Regional de Extremadura, 1987), Casi humanos (bestiario) (Germania, 2001), Palos de ciego (El Pájaro Solitario, 2002) y La tabla del 3 (De la luna libros, 2004). La Editora Regional de Extremadura le publicó en 2009 la antología En piel y huesos. Autor asimismo del volumen de prosas breves Me acuerdo (De la luna libros, 1999, en colaboración con Daniel Casado) y del libro de relatos Óbitos súbitos (Editora Regional de Extremadura, 2000). Reside en Mérida (Badajoz).

Dos poemas:

AMARILLO

en el desconsuelo de los actores,
en el ardimiento fugaz del azufre,
en la orfandad de la oropéndola,
en la quietud del mediodía,
en la extensión de los desiertos,
en la humildad silvestre de los lirios,
entre la agonía de los insectos.

******
AÑIL

en la determinación del huérfano de madre,
en el semblante vertical del hipocampo,
en la irreductible voluntad del cardo salvaje,
en el espíritu perverso del zafiro,
en la muerte repentina de las tardes,
en la precisión de los documentos de guerra,
en la torva despedida de los huéspedes,
por el enigma sin explicación del beso.

ELÍAS MORO
Poemas incluidos en el libro En piel y huesos, antología poética (Editora Regional de Extremadura; Mérida, Badajoz, 2009).

junio 06, 2010

MÚSICA EN ÍTACA (12)





JIMI HENDRIX


“Entre sus ancestros hay una princesa cheroqui, irlandeses, cerealistas blancos y mineros negros. La abuela materna y el padre, bailarines de vodevil, se sustentan con el oficio artístico.

John Allen (rebautizado James Marshall Hendrix) nace en Seattle, Washington, en 1942. La madre dipsómana mina la juventud en francachelas de pobre y muere de cirrosis, sin que el hijo deje de recordarla “maravillosa”; el padre adusto increpa al niño harapiento que no es admitido en una iglesia baptista. Insociable, aficionado a la astronomía y futbolista tartamudo, Jimi Hendrix se atrinchera contra una infancia adversa.

Me acuerdo bien de las palabras de uno de sus amigos de adolescencia. El zurdo Jimi toca sin inspiración la guitarra en un grupo juvenil y, de repente, se produce el cambio. Los compañeros escuchan sorprendidos los extraños acordes de Hendrix. “La genialidad es una larga paciencia”, repetía como salmodia el naturalista Georges Louis Buffon, y es cierto que esas chispas musicales han salido después de incontables horas de jazz, blues y cantos religiosos. La pesadilla hogareña y los diálogos callejeros con Little Richard endemonian las manos del joven guitarrista. Y la música de Jimi seduce a tal punto que su padre compra un saxo y se suma a los conciertos del muchacho.

(…)

Ya no prende fuego al instrumento en los escenarios, sino que a partir de una noche de septiembre de 1970 él mismo, vencido por los somníferos en una ambulancia de Londres, es el icono quemado de mis quince años”.

FRANCISCO JAVIER IRAZOKI

(Fragmentos del libro La nota rota; Hiperión, 2009)