octubre 30, 2009

MUSEO CHILLIDA LEKU

Eduardo Chillida (1924-2002) es un nombre universal. La razón es la dimensión y amplitud de su obra. Los premios conseguidos avalan una trayectoria internacional, incluyen, entre otros, la medalla de oro de Bellas Artes de España, Premio Príncipe de Asturias de las Artes, Gran Premio de las Artes de Francia, Gran Premio de Escultura de la Bienal de Venecia. Sus obras pueden encontrarse en los museos más importantes del mundo (el Guggenheim de Nueva York y Bilbao, el Maeda Environmental Art de Tokio, el Centre Natinal d'Arts Plastiques de París, la Tate Gallery de Londres o el Reina Sofía de Madrid).



El Museo Chillida Leku es un paraje abierto, rodeado de hayas, magnolios, robles, armonía entre la naturaleza y la obra del hombre. La luz nunca es la misma, siempre es distinta en el lugar donde Chillida soñó. Eduardo Chillida imaginó poder reunir parte de su legado, disperso por el mundo, en un solo lugar. Esto es Chillida Leku.



La exposición De música callada aborda lo musical en un periodo avanzado y maduro de su trayectoria artística. Las formas de sus esculturas y dibujos fusionan ritmo, tiempo y silencio. Eduardo Chillida materializa en su obra gráfica y escultórica una música muda no compuesta para ser escuchada, sino para ser sentida; ofrece la posibilidad de introspección y propicia un viaje a lo interno. El vacío late en la obra del escultor, y muchos lo han calificado de "arquitecto del vacío". El vacío es además en la tradición mística el lugar donde todo nace.

En 1996, en una conversación con José Ángel Valente, poeta del silencio, éste afirma que la "materia de todas las artes es en el fondo una sola". Esta afirmación vuelve a encontrar su clave en la mística, todo nace del vacío. Tanto Valente como Chillida encontraron en San Juan de la Cruz una fuente de inspiración que les condujo a buscar en la poesía y en el arte la forma de expresar el silencio.

Música callada es el verso que Eduardo Chillida toma prestado del Cántico espiritual de San Juan de la Cruz para dar nombre a dos esculturas homónimas: Música callada (1955) y Música callada (1983), claro testimonio de la gran admiración que el escultor sentía por el místico.


la noche sosegada,
en par de los levantes de la aurora,
la música callada,
la soledad sonora,
la cena que recrea y enamora

San Juan de la Cruz, Cántico espiritual.



Canción del eterno inretorno

Quiero quedarme así, solo, lejano,

sin ninguno, sin nadie,
pájaro en la infinitud del aire vuela,
en el vacío del aire,
hacia el horizonte que jamás se alcanza
y nunca ya poder -quedarme así-
regresar al origen para siempre borrado.

José Ángel Valente, Cántigas de Alén.

Fotografías: María Jesús Silva
Documentación extraída del catálogo del Museo Chillida Leku.

octubre 29, 2009

LAO-TSÉ

"El que sabe no habla, el que habla no sabe"


Lao-Tsé

Lao-Tsé es uno de los filósofos más relevantes de la civilización china. Esta tradición establece que vivió en el siglo VI a. C., pero muchos eruditos modernos argumentan que puede haber vivido aproximadamente en el siglo IV a. C., durante el período de Las Cien escuelas del pensamiento y Los Reinos Combatientes. Se le atribuye haber escrito el Dao De Jing, obra esencial del taoísmo. De acuerdo con este libro, Dao o Tao ("el Camino") puede verse como el cambio permanente, que es la verdad universal. Dentro de las dudas sobre su existencia y la etapa histórica en la que vivió, se cree que pudo ser contemporáneo de Confucio.

Imagen 1: holismoplanetario
Imagen 2: María Jesús Silva

octubre 28, 2009

ALBERTO GARCÍA-ALIX

Alberto García-Alix (León, 1956). Premio Nacional de Fotografía en 1999, García-Alix expuso por primera vez en la Galería Buades en 1981.
Su obra recorre diversos países y es admirada en publicaciones como Vogue, British Journal of Photography o Vanity Fair. Destacan sus retratos en blanco y negro, con series dedicadas a las motos, los presos, las estrellas del porno, los yonquis y los tatuajes. Fue uno de los protagonistas más destacados de la llamada Movida madrileña. Amante de las motocicletas y de los retratos, sus cámaras Leica y Hasselblad han inmortalizado a importantes artistas nacionales e internacionales.

Los cambios sociales y culturales experimentados desde los años ochenta se plasman en su fotografía con una óptica autobiográfica y opuesta a los estereotipos
Este año el Museo Reina Sofía organizó una exposición del autor con el título De donde no se vuelve, un viaje por el pasado y el presente de García-Alix. La exposición pasaba también un audiovisual escrito y narrado por el propio autor.

Algunas frases que aparecen en el vídeo mezclándose con las fotografías:

-Camino cegado contra un sol poniente. Sobre mi cabeza, una tupida red de araña recorta el cielo. Cables, postes, miles de ramas de árboles negros y sus sombras...

-En esta luz que me deslumbra está escrito mi ayer. Los recuerdos y lo olvidado...

-Los excesos del pasado, morfina, pentazocina, palfium, dolantina, pentapón, sosegón, ampollas de clorhidrato mórfico, heroína... El limbo que antecede al infierno...

-El fracaso narcotizado no duele, tampoco el miedo... Noche y día, alimentamos un demonio por nuestras venas, años con la sonrisa muerta en las pupilas y el corazón desbocado. Anestesiamos amor y dolor...

-Qué apretado rencor es el tiempo...

-Sobre sombras rotas, libro un ajuste de cuentas...

-El amor y el dolor ante mí se besan con su mismo triste sonido...

-El primero en morir fue mi hermano Willy y la primera en nacer fue su hija Nuria...

-Sombras rotas. Letras chinas. Farolillos rojos...

-Me muevo hacia delante para atrapar mi propio tiempo y el tiempo va siempre hacia atrás... De donde no se vuelve...

-Bajo la luz de las tapias, todo lo bueno y lo malo. Bajo la luz de las tapias, todos nosotros obcecados en salir adelante. Bajo la luz de las tapias, el abismo de mis emociones, la lujuria, los eternos deseos, los silencios, los ruidos, las risas...

-Fernando, la noche que murió, mirándome fijamente, dijo: "Respirar... Un día más"...

-Un inmenso cementerio que también persigo con mis ojos... Este viaje sin vuelta comenzó en París. Llegué huyendo... Creía poder escapar... Coser mis heridas... Sacar fuerzas... Recomponerme... Rue de la Chapelle, escondido tras la ventana, vi irse los días con los nervios rotos...

-Me asomé al abismo de mi miedo... Desde París mi pánico es permanente, me invade en cualquier esquina, no sé dominarlo...

-He visto lo insondable del corazón absorto en la soledad de mis delirios. Mordí el corazón de un pájaro, pero mi alma mira, mira hacia delante...

-El alma de la fotografía es el encuentro, el retrato es un enfrentamiento...

-Delimito el espacio, decido el cómo y el dónde mirar...

-Si ayer fotografiaba silencios, hoy fotografío mi propia voz...

-Este viaje tejido sobre una memoria de luces, destellos, ilusiones ópticas, persigue una revelación, un puente sobre el abismo, un renacer constante. El aliento. Nos lleva al otro lado de la vida. Y allí atrapados en su mundo de luces y sombras, por fin domesticados, congelados. Al otro lado de la vida... De donde no se vuelve.

ALBERTO GARCÍA-ALIX, De donde no se vuelve
Imagen 1: el pais.com
Imagen 2: wordpress.com

octubre 27, 2009

EDUARDO GIL BERA


Eduardo Gil Bera (Tudela, 1957) es ensayista, traductor, poeta y novelista. Ha publicado los volúmenes de ensayos Atea bere erroetan bezala (Pamiela; Pamplona, 1987), O Tempora! O Mores! (Pamiela; Pamplona, 1989), Fisikaz Honatago (Pamiela; Pamplona, 1990), A este lado (Pamiela; Pamplona, 1993), El carro de heno (Pamiela; Pamplona, 1994), Paisaje con fisuras (Pre-Textos; Valencia, 1999), Los días de enmedio (Destino; Barcelona, 2002), Historia de las malas ideas (Destino; Barcelona, 2003), Pensamiento estoico (Edhasa; Barcelona, 2005) y La sentencia de las armas (A. Machado Libros; Madrid, 2007), así como las novelas Os quiero a todos (Pre-Textos; Valencia, 1997), Todo pasa (Siglo Veintiuno de España; Madrid, 2000) y Torralba (Martínez Roca; Barcelona, 2002), el libro-reportaje Sobre la marcha (Pre-Textos; Valencia, 1996), la biografía Baroja o el miedo (Península; Barcelona, 2001), el poemario Hortus botanicus (Gipuzkoako Kutxa; San Sebastián, 1988) y los cuentos Murtxanteko lapurrak (con Asun Arriazu; Pamiela; Pamplona, 1988) y Patziku Parranda (Pamiela; Pamplona, 1989).

Un fragmento de A este lado:

DEL DOLOR

A finales de 1755, un terremoto sacudió la ciudad de Lisboa y, con ella, las lúcidas y serenas mentes ilustradas de toda Europa. La catástrofe cuestionaba la teleología, la providencia y la infinita bondad divina. Voltaire, desairado por la incuria del dios maestro relojero, protestó mediante unas líneas medidas y rimadas a las que llamó Poème sur le désastre de Lisbonne, en ellas se quejaba también a Pope y Rousseau; después hizo viajar a Lisboa a Candide y, ya que Leibniz había dejado hacía tiempo le meilleur des mondes possibles, a su caricatura, el doctor Pangloss, para que sufrieran el desastre. No obstante, unos años después, decretó, desde la tranquilidad y la gloria de su feudo en Ferney, que, en este mundo, si tout n’est pas bien, tout est passable. De haber llegado a los cien años, habría conocido el Terror; ¿hubiese dicho, como Chamfort, que es preciso tener el corazón de bronce o reventar? Probablemente no; haría algo medido y rimado: quizá el Poème sur la Terreur. Siempre se avino muy bien con Leibniz y el doctor Pangloss: el mal no es nada, no es magnitud, sólo sfumato, contraste, degradación, modo, privación del bien.
La academia de Berlín había propuesto, en el mismo año en que la Providencia fue aparentemente desprestigiada por el terremoto, un concurso para determinar si era el sistema de Pope o el de Leibniz el que mejor probaba la fórmula “todo es bueno”. Kant escribió sus Reflexiones sobre el optimismo, allí aparece una de las consideraciones más lapidarias que se han hecho sobre el mal y el determinismo: “¿Sabe el que desea ser de otro modo que desea no ser en absoluto?”. Cuatro años más tarde, alejándose de Leibniz y Pope, concedía al mal la categoría de magnitud. Con todo, razones morales le impedían abandonar el racionalismo dogmático; seguía al lado de los maestros: la magnitud del mal aún era negativa.
El tortuoso discurrir demorado en meandros insólitos y laboriosos del texto de La crítica de la razón pura está trazado y guiado por la intención de dilucidar la diferencia entre las expresiones “con la experiencia” y “de la experiencia”. Kant no eligió el camino más corto, prefirió prolongar la tensión; sin duda, también él amó el deseo por encima de lo deseado. Pero el dolor seguía siendo ignorado; de magnitud negativa apenas ascendió a fenómeno.
Leibniz todavía vivió muchos años, y siguió hablando en las tibiezas cartográficas de Balmes. Desde Vic, conseguía ver la cuestión del mal en su cierta esencia: los enemigos de Dios magnifican la nimiedad, hacen ética falaz aferrándose a un punto de vista mezquino con ruines coordenadas históricas y geográficas, sólo desde el Todo se puede entender la Providencia.
El último interregno del dolor en la filosofía occidental acabó con Schopenhauer. Declaró, repitió, que la única magnitud positiva es la del dolor. Ni el placer ni la ataraxia se le oponen; son banales y descoloridos grados apenas definibles mediante la atenuación, siempre débil y descreída, de la sola magnitud, de la única vigilia cierta.
En las portadas de iglesias y pinturas medievales que representan el Juicio Final, el lado de los condenados es una exhibición de toda suerte de tribulaciones y tormentos; el tema es inagotable en sus variaciones. En el lado celestial, un tedio hierático empapa las figuras; parece que el artista no sabía llenar el espacio. La distribución geométrica de dolor y placer se revela desproporcionada: el placer resulta incapaz de preservar espacio ni tiempo alguno.
En cambio, el dolor no sólo sucede; él es el suceso.
¿Ha sucedido, pues, el dolor?
Melville cuenta cómo el oficial Stubbs fumaba sin pausa:
“Pues es sabido que este aire mundano, en mar o en tierra, se encuentra inficionado y saturado por las miserias sin nombre de los incontables mortales que han perecido alentándolo; y, tal como en épocas de peste se suele llevar ante la boca el pañuelo alcanforado, quizá el tabaco de Stubbs fuese una suerte de inmunizador de todas esas tribulaciones letales”.
No hay molécula de aire que no haya sido suspiro, grito o lamento, una y mil veces. Si el dolor fuese frío, hace muchas generaciones que el universo se hubiera inmovilizado; si fuese calor o fuerza, habría devorado todo; si fuese algo, nada habría fuera de su agujero negro. Mas, si fuese algo, cualquier suerte de magnitud, no dolería.
Posee inesperadas equivalencias: el menor hilo de aire que alguna vez haya sido afirmación, que haya transportado un “sí”, ha consumado y dado por válido todo el dolor. Una terminación nerviosa, una palabra, una sonrisa que no se nos dirige, una que sí, lo pueden hacer infamante hasta la aniquilación.

EDUARDO GIL BERA
Fragmento del libro A este lado (Pamiela; Pamplona, 1993).
Imagen: uklitag.com

octubre 26, 2009

AGUSTÍN DE JULIÁN


Agustín de Julián nace en Madrid (1955). Estudió Teología y Filosofía, aunque afirma que lo académico no tiene gran relevancia para él, salvo lo "existencial", las personas, los días y las cosas que aprendió, y las otras que le imantaban iremediablemente, como la música o las artes plásticas.

Le unen al mundo literario varios artículos en revistas y algunos escritos sobre arte y música, en distintos catálogos y discos. Estos últimos 15 años su trabajo ha sido comisariar exposiciones, la última: "CIENTO Y... POSTALÍCAS A FEDERICO GARCÍA LORCA".

Su poemario CIERVOS está dentro de un proyecto conjunto con Ana Gorría titulado JUNIOS.

Dos poemas:


El primer ciervo estaba a la puerta del laberinto.

Era invisible
pero la hierba azul se hundía con la forma de sus pezuñas,

mientras el viento hacía sombras sonoras
entre sus astas.

Yo era muy pequeño
pero lo sentía con certeza.

No era un animal,
era la llave que abría la puerta del misterio,
que como una cúpula infinita
iba cubriéndolo todo.

*****

El cuarto ciervo
traía a mi padre sobre el lomo
y mi madre le daba de comer.

Era de color blanco y negro,
perfectamente dividido.

Sobre su piel
estaba escrita gran parte de mi vida.

En sus puntas traía
jirones de mis sueños.

No era un ciervo,
era un espejo.

AGUSTÍN DE JULIÁN CIERVOS

octubre 24, 2009

FRANCISCO CENAMOR, CASA DE AIRE

Casa de aire, de Francisco Cenamor (Ediciones Amargord, Madrid, 2009).
Francisco Cenamor nos presenta, después de tres libros ya editados, un texto compacto, más trabajado. Al leer este último poemario he descubierto la importancia que tiene para él la imagen, la mirada, lo que se ve y cómo eso que vemos nos transmite cierta idea de relación, entre los humanos entre sí, y entre estos y la creación. La primera parte, de título igual al libro, Casa de aire, es una verdadera exposición fotográfica, la vida cotidiana de una mujer que vive en la calle contada a través de treinta y tres imágenes, transformadas en palabra en una serie de poemas muy cortos y despojados de adorno. Después de recorrer esta exposición, nos traslada, en Ríos de gente, al cine; pero al cine en pequeñas dosis, al cortometraje. Veinticuatro pequeñas historias en las que vuelve a retratar la vida cotidiana de los seres humanos. El tiempo, esa otra constante en su poesía, es protagonista de toda esta segunda parte, hasta aparecer incluso en los títulos de los poemas. La ausencia de horas exactas, cuartos o medias, nos da idea de cierta aleatoriedad del acontecer humano. En esta sección del poemario nos encontramos con técnicas que más tienen que ver con el microrrelato que con la poesía: es una apuesta.Y finaliza el libro con el teatro: cinco poemas que son los cinco actos de la Última función, una representación en la que la obra dramática se funde con la vida, hace que el espectador o espectadora sea interpelado por los actores que muestran sus personajes. El público, frente a la obra de arte, aparece con fuerza intuyéndola. Francisco Cenamor, siempre cercano y activo, ha sabido hacerse un pequeño hueco en la poesía, tal vez más por su proceso, por ese querer aprender con el que se ha acercado a los poetas más jóvenes, a los de su generación, a los más experimentados y a los clásicos. En ocasiones, claro, por su obra. Este es un buen momento para que comience a ser valorado, sobre todo, por su obra.
(Parte del prólogo que hace Muhsin Al-Ramli en Casa de aire)

octubre 23, 2009

JOSÉ AGUSTÍN GOYTISOLO

El poeta José Agustín Goytisolo (Barcelona, 1928 – 1999), hermano de los novelistas Juan y Luis Goytisolo, es autor de los libros El retorno (1955), Salmos al viento (1956), Claridad (1959), Años decisivos (1961), Algo sucede (1968), Bajo tolerancia (1973), Taller de Arquitectura (1976), Del tiempo y del olvido (1977), Palabras para Julia (1979), Los pasos del cazador (1980), A veces gran amor (1981), Sobre las circunstancias (1983), Final de un adiós (1984), Elegías a Julia Gay (1993), Como los trenes de la noche (1994) y Cuadernos de El Escorial (1995).

Un poema:

POR LOS BASTARDOS

Por los bastardos
por los criados de la muerte
por los altivos adoradores del dios de las batallas
por los melancólicos por los hijos del hipo
por los engendrados en una noche de tentación
por los caritativos de las últimas migas
por los dulcísimos usureros de la verdad
por los embaucadores por los infinitos rastreros
por los cuerdos de la antigua locura
por los humildes por los mezquinos
por los ciegos
por todos los mal nacidos de la tierra
estás sólo presente en mi recuerdo.

JOSÉ AGUSTÍN GOYTISOLO
Poema incluido en el libro Elegías a Julia Gay (Visor; Madrid, 1993).
Imagen: amarrandolapacienciaaunarbol

octubre 22, 2009

PAUL ÉLUARD

Paul Éluard (Saint-Denis, 1895 – Charenton-Le-Pont, 1952), cuyo nombre verdadero era Eugène Grindel, fue un poeta dadaísta y surrealista. Entre los poemarios de esa etapa figuran Morir o no morir (1924), Capital del dolor (1926), La libertad o el amor (1927), La rosa pública (1934) o Curso natural (1938). Escribió con André Breton un libro de poemas en prosa (La Inmaculada Concepción). De su periodo de militancia comunista, destacan los libros Poesía y verdad (1942), El libro abierto (1942), Poesía interrumpida (1946), Recuerdos de la casa de los locos (1946), Poemas políticos (1948), Una lección de moral (1949) o Decir todo (1951).

Un poema:

XV

Se inclina sobre mí
Corazón ignorante
Para ver si la amo
Confía olvida
Bajo las nubes de sus párpados
Su cabeza se duerme en mis manos
Donde estamos
Juntos inseparables
Vivientes vivos
Vivientes viviendo
Y mi cabeza rueda en sus sueños.

PAUL ÉLUARD
Poema incluido en el libro El amor y la poesía (Visor; Madrid, 1981).
Traducción: Manuel Álvarez Ortega.
Imagen: nndb.com

octubre 21, 2009

STÉPHANE MALLARMÉ


El poeta Stéphane Mallarmé (París, 1842-1898) representa la culminación del simbolismo francés. Su estilo es complejo y de difícil traducción. Escribió cinco libros de poemas: Herodías (1864), Preludio a la siesta de un fauno (1865), Los dioses antiguos (1879), Divagaciones (1897) y Una tirada de dados jamás abolirá el azar (1897).

Un poema en prosa:

REMINISCENCIA

Huérfano, erraba de negro y con los ojos vacantes de familia; al tresbolillo se extendieron las tiendas de fiesta; experimentaba yo el futuro y que yo sería así; me gustaba el perfume de los vagabundos; hacia ellos para olvidar a mis camaradas. Ningún grito de coros por la rasgadura, ni una larga tirada, requiriendo el drama la hora santa de los quinqués, yo deseaba hablar con un chicuelo que era demasiado vacilante para figurar entre su raza, con gorra de noche cortada como la caperuza de Dante; quien regresaba a sí mismo bajo el aspecto de una rebanada de pan con queso blando, ora la nieve de las cimas, ora el lirio u otro blancor constitutivo de alas adentro; hasta yo le habría pedido admitirme en su comida superior, rápidamente compartida con algún famoso primogénito brotado contra una tela cercana realizando hazañas y trivialidades compatibles con el día. Desnudo, pirueteando en su rapidez de malla, en mi opinión sobrecogedor, él, quien por otra parte comenzó: “¿Y tus padres?”. “No tengo”. “Vamos, si supieses lo divertido que es un padre…. Incluso la otra semana, que le disgustó la sopa, hacía muecas tan bellas cuando el maestro lanzaba bofetadas y puntapiés. ¡Querido mío!”. Y triunfante, alzando hacia mí la pierna con facilidad gloriosa, “papá nos deslumbra”; luego, mordiendo en el manjar casto del muy joven: “Tu mamá, ¿tal vez no la tienes si estás tan solo? La mía come estopa y todo el mundo aplaude. No sabes nada; los padres son gente muy divertida, que hace reír”. El desfile se exaltaba; él se fue; y yo suspiré, decepcionado de súbito por no tener padres.

STÉPHANE MALLARMÉ
Poema en prosa incluido en el libro Obra poética II (Hiperión; Madrid, 1981).
Traducción: Ricardo Silva-Santisteban.
Imagen: wordpress.com

octubre 20, 2009

FEDERICO GARCÍA LORCA

Federico García Lorca (Fuente Vaqueros, 1898 – entre Viznar y Alfacar, 1936), poeta, dramaturgo, dibujante y músico. Fue autor de las piezas teatrales Mariana Pineda (1927), La zapatera prodigiosa (1930), Retablillo de don Cristóbal (1930), El público (1930), Así que pasen cinco años (1930), Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín (1933), Bodas de sangre (1933), Yerma (1934), Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores, La casa de Bernarda Alba (1936). Su producción poética comprende las obras Impresiones y paisajes (1918), Libro de poemas (1921), Poema del cante jondo (1921), Oda a Salvador Dalí (1926), Romancero gitano (1928), Poeta en Nueva York (1929), Llanto por Ignacio Sánchez Mejías (1935), Diván del Tamarit (1936), Sonetos del amor oscuro (1936). Asesinado por los enemigos de la Segunda República española.

Un poema:

VACA

Se tendió la vaca herida;
árboles y arroyos trepaban por sus cuernos.
Su hocico sangraba en el cielo.

Su hocico de abejas
bajo el bigote lento de la baba.
Un alarido blanco puso en pie la mañana.

Las vacas muertas y las vivas,
rubor de luz o miel de establo,
balaban con los ojos entornados.

Que se enteren las raíces
y aquel niño que afila su navaja
de que ya se pueden comer la vaca.

Arriba palidecen
luces y yugulares.
Cuatro pezuñas tiemblan en el aire.

Que se entere la luna
y esa noche de rocas amarillas:
que ya se fue la vaca de ceniza.

Que ya se fue balando
por el derribo de los cielos yertos
donde meriendan muerte los borrachos.


FEDERICO GARCÍA LORCA
Poema incluido en el libro Poeta en Nueva York (Espasa-Calpe; Madrid, 1972).
Imagen: elcorreodigital.com

octubre 19, 2009

PIER PAOLO PASOLINI





Pier Paolo Pasolini (Bolonia, 1922 – Ostia, 1975) fue, además de prestigioso director de cine, escritor. Junto a películas de la calidad de El Evangelio según san Mateo (1964) o Teorema (1967), publicó las novelas Muchachos de la calle (1955), Una vida violenta (1959) y Mujeres de Roma (1960), varios volúmenes de ensayos y los libros de poemas Las cenizas de Gramsci (1957), El ruiseñor de la iglesia católica (1958), La religión de mi tiempo (1961) y Poesía en forma de rosa (1964).

Un poema:

FRAGMENTO EPISTOLAR AL MUCHACHO CODIGNOLA

Querido muchacho, efectivamente, nos hemos encontrado
pero nada esperes de este encuentro.
Si acaso, una nueva desilusión, un nuevo
vacío: de esos que como un dolor
tan bien sientan a la dignidad narcisista.
A los cuarenta años yo estoy como a los diecisiete.
Frustrados ambos, el de cuarenta y el de diecisiete
pueden, claro, encontrarse balbuceando
ideas convergentes acerca de problemas
entre los que se abren dos decenios, toda una vida,
y que, incluso, aparentemente son los mismos.
Hasta que una palabra, surgida de las gargantas inseguras,
agostada por el llanto y las ganas de estar solo,
revela su incurable diferencia.
Y, al tiempo, tendré que hacerme el poeta
padre, para entonces replegarme en la ironía
-que va a molestarte, siendo, como es el de cuarenta,
más alegre y joven que el de diecisiete,
dueño él ya de la vida.
Además de esta apariencia, de este aspecto
nada más tengo que decirte.
Soy avaricioso, lo poco que poseo
lo mantengo pegado a mi corazón de diablo.
Y los dos palmos de piel entre los pómulos y el mentón,
bajo la boca torcida a furia de sonrisas
de timidez, y el ojo que perdiera ya
su dulzura, como un higo agrio,
iba a parecerte el retrato
precisamente, de esa madurez que te hace daño,
no precisamente fraternal. ¿De qué puede servirte
un coetáneo, simplemente entristecido
en la delgadez que le devora la carne?
Cuanto dio, dado está, lo demás
es árida piedad.

PIER PAOLO PASOLINI
Poema incluido en el libro Poesía en forma de rosa (Visor; Madrid, 1982).
Traducción: Juan Antonio Méndez Borra.
Imagen: blogspot.com

octubre 18, 2009

ALFRED JARRY


Alfred Jarry (Laval, 1873 – París, 1907), alumno del filósofo Henri Bergson, fue poeta, novelista y dramaturgo. Alcanzó la fama y el escándalo con su pieza teatral Ubú rey.

Un poema en prosa:

DE LA ISLA DE PTYX

A Stéphane Mallarmé

La isla de Ptyx está hecha de un solo bloque de piedra de este nombre, la cual es muy estimable, pues se ha visto que sólo ella compone esta isla enteramente. Tiene la traslucidez serena del zafiro blanco y es la única gema cuyo contacto no produce frío sino que el fuego entra y se instala en ella, de la misma manera que en la digestión el vino. Las demás piedras son frías como el grito de las trompetas; ésta tiene el calor precipitado de la superficie de los timbales. Nosotros pudimos fácilmente abordarla, pues estaba tallada en forma de tabla y creímos poner pie en un sol purgado de las partes opacas o demasiado reflectantes de su llama, como las antiguas lámparas ardientes. En ella no se percibían ya los accidentes de las cosas, sino la sustancia del universo, por lo que no nos inquietamos si la superficie irreprochable era de un líquido equilibrado según las leyes eternas, o de un diamante impenetrable, salvo por la luz que cae vertical.
El señor de la isla vino hacia nosotros en un barco: la chimenea hacía redondas volutas azules detrás de su cabeza, ampliando el humo de su pipa e imprimiéndolo en el cielo. Y con el bamboleo alternativo, su silla basculante sacudía sus gestos de bienvenida.
De debajo de su manta de viaje sacó cuatro huevos con el cascarón pintado, que dio al doctor Faustroll, después de beber. A la luz de nuestro ponche la eclosión de los gérmenes ovales floreció sobre la orilla de la isla: dos columnas distantes, aislamiento de dos prismáticas trinidades de flautas de Pan, se abrieron en el chorro de sus cornisas, puño de mano cuadrigital de los cuartetos del soneto; y nuestro as meció su hamaca en el reflejo recién nacido del arco del triunfo. Dispersando la curiosidad velluda de los faunos y el encarnado de las ninfas desadormecidas por la melodiosa creación, el barco claro y mecánico hizo retroceder hacia el horizonte de la isla su aliento azulino y la silla movediza que decía adiós.

ALFRED JARRY
Poema en prosa incluido en el libro Antología (Visor; Madrid, 1981).
Traducción: Manuel Álvarez Ortega.
Imagen: nndb.com

octubre 17, 2009

MIGUEL HERNÁNDEZ



Miguel Hernández (Orihuela, 1910 – Alicante, 1942), poeta y dramaturgo, es autor de los poemarios Perito en lunas (1933), El rayo que no cesa (1936), Viento del pueblo (1937), El hombre acecha (1939), Cancionero y romancero de ausencias (1958), Obra poética completa (1970). Sus piezas de teatro son: Quién te ha visto y quién te ve y sombra de lo que eras (1929), El torero más valiente (1935), El labrador de más aire (1937), Teatro en la guerra (1937),El pastor de la muerte (1938).

Uno de los últimos poemas que escribió:

ASCENSIÓN DE LA ESCOBA

Coronada la escoba de laurel, mirto, rosa,
es el héroe entre aquellos que afrontan la basura.
Para librar del polvo sin vuelo cada cosa
bajó, porque era palma y azul, desde la altura.

Su ardor de espada joven y alegre no reposa.
Delgada de ansiedad, pureza, sol, bravura,
azucena que barre sobre la misma fosa,
es cada vez más alta, más cálida, más pura.

¡Nunca! La escoba nunca será crucificada,
porque la juventud propaga su esqueleto
que es una sola flauta, muda, pero sonora.

Es una sola lengua sublime y acordada.
Y ante su aliento raudo se ausenta el polvo quieto,
y asciende una palmera, columna hacia la aurora.

(Cárcel de Torrijos, septiembre de 1939)

MIGUEL HERNÁNDEZ
Poema incluido en el libro Obra poética completa (Alianza Editorial; Madrid, 1982).
Imagen: catedu.es

octubre 16, 2009

CHARLES BAUDELAIRE


Charles Baudelaire (París, 1821 – 1867), influido por Edgar Allan Poe, es uno de los guías para los poetas del siglo XX. Autor de Las flores del mal (1857), Los paraísos artificiales (1860), Pequeños poemas en prosa o El spleen de París (1862).

Un poema en prosa:

EMBRIAGAOS

Es preciso estar siempre ebrio. Eso es todo: es la única cuestión. Para no sentir el horrible fardo del tiempo que desgarra vuestros hombros y os inclina hacia la tierra, es preciso embriagarse sin tregua.
Pero ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud, como os parezca. Pero embriagaos.
Y si alguna vez, en los peldaños de un palacio, sobre la hierba verde de una zanja, en la triste soledad de vuestra habitación, os despertáis, ya disminuida o desaparecida la embriaguez, preguntadle al viento, a la ola, a la estrella, al pájaro, al reloj, a todo lo que huye, a todo lo que gime, a todo lo que rueda, a todo lo que canta, a todo lo que habla, preguntadle qué hora es; y el viento, la ola, la estrella, el pájaro y el reloj os responderán: “¡Es la hora de embriagarse! ¡Para no ser los esclavos martirizados del tiempo, embriagaos, embriagaos sin cesar! De vino, de poesía o de virtud, como os parezca”.

CHARLES BAUDELAIRE
Traducción: Francisco Javier Irazoki.
Imagen: wordpress.com

octubre 15, 2009

WILLIAM SHAKESPEARE




Es innecesario explicar la importancia universal de la obra del dramaturgo William Shakespeare (Stratford-upon-Avon, 1564-1616). Fue autor de excelentes sonetos. Si muchos han sido los traductores de sus versos, quizá nadie haya conseguido la calidad de las versiones del escritor argentino Manuel Mújica Láinez (1910-1984).

Dos sonetos:

XVIII

¿A un día de verano compararte?
Más hermosura y suavidad posees;
tiembla el brote de mayo bajo el viento
y el estío no dura casi nada.

A veces demasiado brilla el ojo
solar, y otras su tez de oro se apaga;
toda belleza alguna vez declina,
ajada por la suerte o por el tiempo.

Pero eterno será el verano tuyo.
No perderás la gracia, ni la Muerte
se jactará de ensombrecer tus pasos
cuando crezcas en versos inmortales.

Vivirás mientras alguien vea y sienta
y esto pueda vivir y te dé vida.


XIX

Mella, Tiempo voraz, del león las garras,
deja a la tierra devorar sus brotes,
arranca al tigre su colmillo agudo,
quema el añoso fénix en su sangre.

Mientras huyes con pies alados, Tiempo,
da vida a la estación, triste o alegre,
y haz lo que quieras, marchitando al mundo.
Pero un crimen odioso te prohíbo:

no cinceles la frente de mi amor,
ni la dibujes con tu pluma antigua;
permite que tu senda siga, intacto,
ideal sempiterno de hermosura.

O afréntalo si quieres, Tiempo viejo,
mi amor será en mis versos siempre joven.

WILLIAM SHAKESPEARE
Dos poemas incluidos en el libro Sonetos (Visor; Madrid, 1983).
Traducción: Manuel Mújica Láinez.
Imagen: wordpress.com

octubre 14, 2009

GABRIEL FERRATER

Gabriel Ferrater (Reus, 1922 – Sant Cugat del Vallès, 1972) publicó cuatro libros de poemas: Da nuces pueris (Da nueces a los niños, 1960), Menja’t una cama (Cómete una pierna, 1962), Teoria dels cossos (Teoría de los cuerpos, 1966) y Los dones i els dies (Las mujeres y los días, obra completa, 1968). Dice José Agustín Goytisolo que Ferrater “amaba la ginebra con hielo, Rembrandt, los tobillos de las muchachas jóvenes y el silencio”. Cumplió su promesa de suicidarse antes de cumplir los 50 años.

Un poema:

SI PUEDO

Alguna cosa ha entrado
en un verso que sé
que he de escribir, y no
sé cuándo, cómo o qué
querrá expresar. Si puedo
lo guiaré hacia ti.
Que hable de tus cabellos,
de la escama de sol
que te tiembla en la uña.
Pero quizás no siempre
tendré del todo en cuenta
lo que ahora veo en ti.
He oído el son oscuro
de algo que se me cae
a un pozo. Cuando flote,
¿sabré reconocer
que viene de este instante?

GABRIEL FERRATER
Poema incluido en el libro Veintiún poetas catalanes para el siglo XXI (Lumen;
Barcelona, 1996).
Traducción: José Agustín Goytisolo.
Imagen: letraslibres.com

octubre 13, 2009

FRANZ KAFKA


Franz Kafka (Praga, 1883 – Kierling, Austria, 1924) redactó en alemán su obra literaria. Con sólo tres novelas (El proceso, El castillo y América), una novela corta (La metamorfosis) y varios relatos logró ser uno de los más originales e influyentes escritores.

Un relato:

PRIMER MAL

Un artista del trapecio –notoriamente, es este arte entrenado, alto, en la cúpula de los grandes escenarios de varietés, uno de los más difíciles de entre todos los alcanzables por el hombre- había ordenado de tal manera su vida, al principio sólo por la búsqueda de la perfección, más tarde por una costumbre que se había hecho tiránica, que permanecía noche y día en el trapecio tanto tiempo como trabajaba en la misma empresa. Todas sus, por cierto muy reducidas, necesidades eran correspondidas por sirvientes que se relevaban unos a otros y que vigilaban abajo; y todo lo que era necesitado arriba, era subido y bajado en recipientes de propia construcción. Dificultades especiales para el mundo que le rodeaba no se producían por esta forma de vida; sólo durante los correspondientes números del programa molestaba un poco que él, pues no podía ocultarse, hubiera quedado arriba y que, a pesar de que en este tiempo se mantenía casi siempre tranquilo, se desviara aquí y allá alguna mirada del público hacia él.
Mas la dirección le perdonaba esto, porque era un artista extraordinario e insustituible. También se reconocía naturalmente que él no vivía así por propia voluntad, y que en realidad sólo manteniéndose en este ejercicio constante podía conservar su arte en toda su perfección.
Pero estar arriba también era sano, y cuando en la época más calurosa del año se abrían todas las ventanas alrededor de la bóveda, y junto con el aire fresco entraba majestuosamente el sol en el recinto en el que iba cayendo el crepúsculo, era incluso bello. Ciertamente, su trato humano se había reducido; sólo a veces trepaba por la escalera de cuerda algún colega de gimnasia; entonces se sentaban ambos sobre el trapecio, se apoyaban a izquierda y derecha sobre las cuerdas de sujeción y charlaban; o algunos obreros mejoraban el tejado y cambiaban algunas palabras con él a través de una ventana abierta; o el mecánico revisaba el alumbrado de urgencia en la galería más alta y le gritaba algo respetuoso, aunque poco comprensible. Si no, todo a su alrededor permanecía tranquilo; sólo de vez en cuando miraba pensativamente un empleado, que aproximadamente hacia el mediodía se extraviaba en el teatro vacío, hacia la altura que casi desaparecía de la vista, donde el artista del trapecio, sin poder saber que alguien le observaba, ejecutaba sus artes o descansaba.
Así podría haber vivido el artista del trapecio sin ser molestado, si no hubiera habido los inevitables viajes a los distintos lugares, que le resultaban extraordinariamente molestos. Si bien el empresario se preocupaba de que el trapecista quedara protegido de cualquier innecesaria prolongación de sus males: para los viajes a las ciudades se utilizaban coches de carreras, con los que, a ser posible durante la noche o en las primeras horas de la mañana, se atravesaban las calles desiertas a toda velocidad, pero ciertamente demasiado despacio para el afán del trapecista; en el tren se reservaba un vagón entero, en el cual el trapecista, si bien en una lastimosa sustitución, pero sustitución al fin y al cabo, hacía el viaje arriba, en las redes del equipaje, según su habitual forma de vida; en la siguiente localidad donde iba a haber representaciones, mucho antes de la llegada del trapecista, ya estaba en el teatro el trapecio, en su lugar, también estaban bien abiertas todas las puertas que conducían al escenario del teatro, todos los pasillos se mantenían libres; pero eran los momentos más bonitos de la vida del empresario, cuando el trapecista ponía el pie en la escalera de cuerda y en un instante, por fin, colgaba de nuevo su trapecio, arriba.
A pesar de todos los viajes que ya le habían salido bien al empresario, cada nuevo viaje le era penoso, puesto que los viajes eran en todo caso, prescindiendo de todo lo demás, fatales para los nervios del trapecista.
Así viajaron de nuevo juntos, el trapecista tumbado en la red del equipaje, soñando; el empresario se recostaba en la esquina de la ventana que había enfrente y leía un libro; entonces el trapecista le habló suavemente. El empresario estuvo inmediatamente a su disposición. El trapecista dijo, mordiéndose los labios, que ahora tenía que tener para su gimnasia, en vez del trapecio que tenía hasta ahora, siempre dos trapecios; dos trapecios, uno frente a otro. El empresario estuvo inmediatamente de acuerdo. Pero el trapecista, como si quisiera demostrar que aquí la opinión del empresario carecía de importancia, como ocurriría con una negativa, dijo que nunca más y bajo ninguna circunstancia actuaría en un solo trapecio. Ante la idea de que en verdad pudiera ocurrir alguna vez, parecía estremecerse. El empresario expresó, dudando y observando, otra vez su total acuerdo; dos trapecios son mejor que uno, además este nuevo arreglo es beneficioso, hace la producción más variada. Entonces y de repente empezó a llorar el trapecista. Profundamente asustado se levantó el empresario y preguntó lo sucedido, y al no recibir respuesta, subió al banco, le acarició y juntó su cara con la del trapecista, de tal manera que también él fue bañado por las lágrimas de éste. Pero no fue sino tras muchas preguntas y adulaciones que dijo el trapecista: “¡Sólo con esa única barra en las manos, ¿cómo puedo vivir?!”. Entonces le fue ya más fácil al empresario consolar al trapecista; prometió telegrafiar inmediatamente desde la próxima estación al próximo lugar de actuación para solucionar lo del segundo trapecio; se hacía reproches por haber dejado trabajar tanto tiempo al trapecista en un solo trapecio, y le daba las gracias y le elogiaba mucho por haberle hecho ver al fin su falta. Así consiguió el empresario tranquilizar lentamente al trapecista y pudo regresar de nuevo a su esquina. Pero él mismo no se había tranquilizado; con gran preocupación observaba furtivamente por encima del libro al trapecista.
Una vez que le habían empezado a atormentar semejantes pensamientos, ¿podrían desaparecer ya nunca por completo? ¿No irían siempre aumentando? ¿No eran peligrosos para la existencia? Y de verdad creía ver el empresario cómo, en el aparente tranquilo sueño en el que había terminado el llanto, se empezaban a marcar las primeras arrugas en la lisa e infantil frente del trapecista.

FRANZ KAFKA
Relato incluido en el libro Meditaciones (Ediciones Busma; Madrid, 1983).
Traducción: José María Santo Tomás Colmenarejo.
Imagen:espaidellibres.blogspot.com

octubre 12, 2009

SALVADOR ESPRIU

Salvador Espriu (Santa Coloma de Farners, 1913 – Barcelona, 1985) publicó los poemarios Cementiri de Sinera (Cementerio de Sinera, 1946), Les cançons d’Ariadna (Las canciones de Ariadna, 1949), Les hores (Las horas, 1952), Mrs. Death (Señora Muerte, 1952), El caminant i el mur (El caminante y el muro, 1955), Final del laberint (Final del laberinto, 1955), La pell de brau (La piel de toro, 1960), Llibre de Sinera (Libro de Sinera, 1963), Formes i paraules (Formas y palabras, 1975), Per a la bona gent (Para la buena gente, 1984).

Un poema:

LAS PALABRAS

Hay tristeza detrás
de las palabras, lentos carros
en hilera que llevan
restos de ti, gran tedio
de tarde de domingo,
miedo al daño. Se cierran
libros y amigos, labios
de las cosas. Aviesos
novicios de hombres grises
te acosan por difíciles
retornos hacia Dios. Intentas
esconderte muy dentro
de tu invierno, donde puedas
encender con tantos recuerdos
el último fuego. Después miras
con ojos ya vacíos y piensas
en dormir. Pero aún,
a tientas, llegan
herida porcelana,
nocturna seda, y rompes,
desde un agua profunda,
voces de olvidados, intacto
vidrio viejo de palabras.

SALVADOR ESPRIU
Poema incluido en el libro Veintiún poetas catalanes para el siglo XXI, de José Agustín Goytisolo (Editorial Lumen; Barcelona, 1996).
Traducción: José Agustín Goytisolo.
Imagen: cervantes.es

octubre 11, 2009

LA SOLEDAD EN UN VASO DE CRISTAL

Hace unos años fui a visitar a una amiga, pasaba por un mal momento y salvamos la tarde juntas. Hablamos de los hombres. Esos seres que nos transforman y hacen sacar a ratos lo peor que llevamos dentro; ‘los tíos’, como nos gusta referirnos a ellos cuando vamos a empezar a lanzar bombas atómicas y dardos envenenados contra la neurona en esa parte intima a la que se han empeñado en llamar cerebro. No llego a entender por qué se mezcla la inteligencia con las zonas más empobrecidas de la anatomía.
Estuvimos bebiendo güisqui y oyendo tangos, mientras las frases malsonantes nos liberaban de la carga que atenazaba el alma y hacía casi fibrilar el corazón. Cuando me iba pasé por su cuarto de baño. Encima del lavabo había un vaso de cerámica que albergaba el cepillo de dientes. Aquella visión me pareció la más absoluta soledad. Sólo un cepillo. Por aquel entonces, el vaso que sujetaba en mi casa los cepillos de dientes, contenía seis de diferentes tamaños y colores.
Hoy, años después, he vuelto a visitar a mi amiga. Su vaso de cerámica acoge tres cepillos: blanco, rojo y uno muy pequeño con un muñeco de Spiderman en el extremo. Lo tomo en mi mano y lo miro, lo elevo en el espejo y lo hago descender hasta el lavabo del que sale huyendo mientras lanza una malla suave y transparente que lo deposita en el vaso protector.
Cuando regreso a mi casa observo mi vaso de cristal, sólo un cepillo de dientes lo habita.
Texto: María Jesús Silva
Imagen: Pasta y cepillo de dientes [óleo sobre lienzo] Antonio Sastre

octubre 10, 2009

FRANCISCO PINO


Francisco Pino (Valladolid, 1910-2002) fue uno de los máximos representantes de la vanguardia poética en la España del siglo XX. Tras la guerra civil de 1936-1939, en la que sufrió experiencias traumáticas, se recluyó en su casa y, lejos de los círculos literarios, se entregó a la obra creativa. Es autor de muchos volúmenes de versos. Destacan los títulos Vuela pluma (1957), Las raíces y el aire (1958), Alegría (1964), Octaedro mortal o reloj de arena (1973), Antisalmos (1978), Cuaderno salvaje (1983), Así que (1987) o Hay más (1989). En 1990, la Consejería de Cultura de la Diputación de Valladolid le editó la poesía completa, Distinto y junto.

Un soneto:

ROSA ACTIVA

Nunca te diré adiós mientras yo viva
muerta mía, celeste entre mis manos,
en tu encendida boca tus arcanos
fueron oriente siempre en mi lasciva

lontananza; viví con qué excesiva
pasión humana gozos nunca humanos,
cercanos los hechizos más lejanos
que vivir es morir en rosa activa.

Nunca existe el adiós cuando se ama
ni límites ni formas ni eso oscuro.
Muerta eres más plural ¡tantas amantes!

Sin conclusión tu boca se derrama,
la misma boca que no tuvo muro,
por besar más sin muro más que antes.

FRANCISCO PINO
Poema incluido en el libro Hay más (Hiperión; Madrid, 1989).
Imagen: circulobellasartes.com

octubre 09, 2009

ESTEBAN PEICOVICH

El argentino Esteban Peicovich (1930) es poeta y periodista. Cuenta que, a los 12 años, de pesador de chilled y frozen beef en un frigorífico de la La Plata pasó a redactor, columnista y crítico de cine en el diario Clarín. Así obtuvo, en 1963, el Premio Nacional al mejor periodista en prensa. Durante el periodo 1974-1988 residió en España. Después volvió a su país de origen, donde hizo programas de radio y televisión. Actualmente es columnista del diario La Nación. Ha publicado los poemarios Palabra limpia de mí (1960), La vida continúa (1963), Poemas plagiados (1970), Instrucciones al pavo real (1993), La bañera azul (1994), Poemas plagiados II (2000).

Un poema:

LA CREMACIÓN

En el invierno de 1990
Dios cometió un error de sintaxis.
Deshizo de un soplo la tierra llamada Juliana
y a la flor que ella era le apagó
su júbilo en el centro.

De pájaro en pájaro, desatada del aire,
milagro parecía entrando en los espejos,
doliendo llenito el corazón de su mano
y más.

Ella jamás preguntó por la equivocación
tartamuda del gramático
y los silencios de las arribas del cielo
presagio fueron de que Juliana deviniera
una monja mínima y secreta y blanca.

Aquella mañana debimos ver estallado en humo
blanco al colibrí posado en la cabeza de su madre.
Plumas quedaron prendidas del follaje
lágrimas hubo en el escalofrío de su fuga.

Esa mañana las nubes no pudieron llevársela entera.
Hay asuntos suyos, como sus ojos, que siguen aquí.
Y sus pianísimas manos cruzan a veces las ventanas.

Esto sucedió como digo, en el invierno de 1990.
Hasta ahora Dios no ha respondido a nuestra queja.

ESTEBAN PEICOVICH
Poema incluido en el libro La bañera azul (Libertarias / Prodhufi; Madrid, 1994).
Imagen: libertadorhoy.com.ar

octubre 08, 2009

ÁNGEL GONZÁLEZ

El poeta, profesor y académico Ángel González (Oviedo, 1925 – Madrid, 2008), destacado miembro de la Generación del 50, publicó, entre otros, los libros Áspero mundo (Rialp; Madrid, 1955), Sin esperanza, con convencimiento (1961), Grado elemental (1962), Palabra sobre palabra (1965), Tratado de urbanismo (1967), Prosemas o menos (1984), Deixis en fantasma (1992), Lecciones de cosas y otros poemas (1998), 101 +19 = 120 poemas (1999), Otoños y otras luces (2001). Residió en Albuquerque durante varios años. Recibió el Premio Príncipe de Asturias en 1985.

Un poema:

A LA POESÍA

Ya se dijeron las cosas más oscuras.
También las más brillantes.
Ya se entrelazaron las palabras como
cabellos, seda y oro en una misma trenza
-adorno de tu espalda transparente-.
Ahora,
tan bella como estás,
recién peinada,
quiero tomar de ti lo que más amo.
Quiero tomarte
-aunque soy viejo y pobre-
no el oro ni la seda:
tan sólo el simple, el fresco, el puro
(apasionadamente), el perfumado,
el leve (airadamente), el suave pelo.
Y sacarte a las calles,
despeinada,
ondulando en el viento
-libre, suelto, a su aire-
tu cabello sombrío
como una larga y negra carcajada.

ÁNGEL GONZÁLEZ
Poema incluido en el libro La poesía de Ángel González, de Emilio Alarcos Llorach (Ediciones Nobel; Oviedo, 1996).
Imagen: wordpress.com

octubre 07, 2009

HENRI MICHAUX

Henri Michaux (Namur, Bélgica, 1899 – París, 1984) fue dibujante, pintor y poeta. Publicó, entre otros muchos volúmenes, Un bárbaro en Asia (1933), Adversidades, exorcismos (1940), En otros lugares (1948), La vida en los pliegues (1949), Miserable milagro (La mescalina, 1956), El infinito turbulento (1957), Conocimiento por los abismos (1961), Las grandes pruebas del espíritu y las innumerables pequeñas (1966), Modos del dormido, modos del que despierta (1969). Jorge Luis Borges, uno de sus traductores, escribió: “Lo recuerdo como un hombre sereno y sonriente. Muy lúcido, de buena y no efusiva conversación y fácilmente irónico. No profesaba ninguna de las supersticiones de aquella fecha. Descreía de París, de los conventículos literarios, del culto, entonces de rigor, de Pablo Picasso. Con pareja imparcialidad, descreía de la sabiduría oriental”.

Fragmento de Un bárbaro en Asia:

No hay que olvidar que la India se encuentra en el Oriente Medio, como Arabia, Persia y la Turquía Asiática.
El país del rosa, de las casas rosadas, de los saris de bordes rosados, de las valijas pintadas de rosa, de la manteca líquida, de los manjares dulzones e insulsos, fríos y asquerosos, y nada más insulso que el poeta Kalidasa cuando se pone a hacer poesía insulsa.
El árabe, tan violento en su lenguaje eructado, el árabe duro y fanático, el turco conquistador y cruel, son también gente de perfumes nauseabundos, dulce de rosas y lukum.
Sólo con haber visto el Alcázar de Granada, se puede uno dar cuenta del gusto por el pequeño placer cosquilleante que los árabes han puesto en la arquitectura, esos arabescos fastidiosos ni dentro ni fuera del muro, estrictos y jamás abandonados; afuera un jardín hermético y como helado con raros canteros verdes, y un pequeño rectángulo de agua lisa y sin profundidad, y un pequeño chorro de agua como un hilo, pero alto y que recae con un ruido mezquino, secreto y extenuado. Y en todo eso, no se sabe por qué, una impresión de corriente de aire.
Pero hay que ver el Taj Mahal en Agra. A su lado, Notre Dame de París es un bloque de materiales inmundos, buenos para echarlos al Sena, o a un pozo cualquiera, como todos los otros monumentos (salvo quizás el Partenón y algunas pagodas de madera).
Reúnan la materia aparente de la miga del pan blanco, de la leche, del polvo de talco y del agua, mezclado y hagan con eso un mausoleo excesivo, hacedle una abierta y formidable puerta como para un escuadrón de caballería, pero por donde no ha pasado más que un ataúd. No olvidéis las inútiles ventanas de enrejado de mármol (pues la materia de que hablo y de la que todo el edificio está hecho, es un mármol extremadamente delicado, exquisito y como doliente, hecho para la inmediata disolución, y que una lluvia derretirá esa misma noche, pero que se mantiene intacto y virginal desde hace tres siglos, con su fastidiosa e inquietante estructura de edificio-señorita). No olvidéis las inútiles ventanas de mármol donde la tan intensamente llorada, la llorada del Gran Mogol, de Shâh Jehân, podrá venir a presentarse al refrescar la tarde.
A pesar de sus adornos severos, puramente geométricos, el Taj Mahal flota. El fondo de la puerta es como una ola. En la cúpula, la inmensa cúpula, hay algo levemente excesivo, algo que todo el mundo siente, algo doloroso. Doquier la misma irrealidad. Porque ese color blanco no es real, no pesa, no es sólido. Falso bajo el sol, falso al claro de luna, especie de pescado plateado construido por el hombre, con un enternecimiento nervioso.

HENRI MICHAUX
Fragmento del libro Un bárbaro en Asia (Ediciones Orbis; Barcelona, 1987).
Traducción: Jorge Luis Borges.
Imagen: ssIb.ouh.net

octubre 06, 2009

PERE GIMFERRER

El poeta y académico Pere Gimferrer (Barcelona, 1945), Premio Nacional de las Letras Españolas en 1998, empezó escribiendo sus poemarios en castellano: Mensaje del Tetrarca (1963), Arde el mar (1966), La muerte en Beverly Hill (1968), Extraña fruta y otros poemas (1969). En 1970, con Els miralls, comenzó a usar la lengua catalana para componer sus libros de versos. Otros títulos suyos en este idioma: Hora foscant (1972), Foc cec (1973), L’espai desert (1977), El vendaval (1988), La llum (1991), Mascarada (1996), L’agent provocador (1998), El diamant dius l’aigua (2001). Es también autor de la novela Fortuny (1983), de los volúmenes ensayísticos Lecturas de Octavio Paz (1980), Los raros (1985) y Cine y literatura (2000), así como de los dietarios Dietari (1979-1980) y Segon dietari (1980-1982). En 2006 editó un poemario escrito originariamente en castellano, Amor en vilo, y el relato Interludio azul. En 2008, de nuevo en español, otro libro de poemas: Tornado.

Un poema de Gimferrer en catalán y dos versiones en castellano:

VIGÍLIA

I no poder ja mai més dir
la copa, el casc, aquella cosa
llençada als vidres, una nosa
d’imatges inútils d’ahir.

Cap estavellament de lli
no dirà el color de la rosa
que aixafa a la pupilla closa
el triomf de llum d’un clarí.

No poder ja dir això mai més,
no poder veure a l’inrevés
el tremolar de la pell clara,

el llavi, els sucs, el ventre, el bes,
l’assalt dels cossos, i després
no pode dir tot això encara!


VIGILIA

Y no decir más, no poder,
la copa, el casco, aquella cosa
arrojada a los vidrios, traba umbrosa
de imágenes inútiles de ayer.
Ni el estallido de ningún jardín
dirá el color de aquella rosa
que aplasta en la pupila ansiosa
el triunfo de luz de algún clarín.
¡No poder nunca más ya decir eso,
no poder ver en el revés
el temblor claro de la piel,
el labio, el jugo, el vientre, el beso,
el asalto de los cuerpos, y después
no poder decir aún todo eso!

(Versión de Jaime Siles)

VIGILIA

Y nunca, nunca más poder
decir la copa, el casco, eso
que rompió el vidrio, inútil peso
de las imágenes de ayer.
Tras el velo rasgado nada
dirá los tonos de la rosa
que ciega la luz victoriosa
de un clarín en pupila ajada.
No poder ver en retroceso
el temblor claro de la piel,
y nunca más poder decirlo;
ni el labio, el jugo, el vientre, el beso,
los cuerpos al asalto; y, fiel,
¡no poder nunca repetirlo!

(Versión de Justo Navarro)

PERE GIMFERRER
Poema incluido en el libro El vendaval (Ediciones Península / Ediciones 62; Barcelona, 1988).
Traducciones: Jaime Siles y Justo Navarro.
Imagen: brown.edu

octubre 05, 2009

VLADIMIR HOLAN

Vladimir Holan (Praga, 1905-1980) escribió los libros Abanico en delirio (1926), El triunfo de la muerte (1930), Soplo (1930), Kolury (prosa, 1932), Arco (1932), Piedra, vienes (1937), Septiembre de 1938 (1938), Canto de los tres reyes (1939), Sueño (1939), Trueno (1940), Primer testamento (1940), Lemuria (prosa, 1940), Coro (1941), Terezka Planetová (1942), Gracias a la Unión Soviética (1945), Paniquida (1945), El camino de la nube (1945), A ti (1947), Soldados del Ejército Rojo (1948), Bajaja (1962), Historias (1963), Toscana (1963), Sin título (1963), Guardia nocturna del corazón (antología, 1963), Una noche con Hamlet (1964), Triálogo (1964), Avanzando (1964), Dolor (1965), En el último trance (1967), Un gallo para Esculapio (1970), Noche con Ofelia (1973), El árbol se quita la corteza (antología, 1979), Muros (1980), Abismo de abismo (1982). Cantó a la URSS y al Ejército Rojo, pero fue acusado de “formalismo decadente” y durante quince años condenado al silencio público. La poeta española Clara Janés ha difundido la obra de Holan y traducido sus versos.

Un poema:

ENCUENTRO EN EL ASCENSOR

Entramos en la cabina y estábamos allí solos los dos.
Nos miramos sin hacer otra cosa.
Dos vidas, un instante, la plenitud, la felicidad…
En el quinto piso ella bajó y yo, que continuaba,
comprendí que nunca más la vería,
que era un encuentro de una vez para siempre
y que aunque la hubiera seguido lo habría hecho como un muerto,
y que si ella se hubiera vuelto hacia mí
sólo hubiera podido hacerlo desde el otro mundo.

VLADIMIR HOLAN
Poema incluido en el libro Dolor (Hiperión; Madrid, 1986).
Traducción: Clara Janés.
Imagen: forega.blogspot.com

octubre 04, 2009

JEAN COCTEAU

Jean Cocteau (Maisons-Laffitte, 1889 – Milly-la-Forêt, 1963) fue un pretigioso cineasta, dramaturgo, novelista, dibujante y poeta. Sobresalen sus películas La Bella y la Bestia (1945) y Orfeo (1949), su novela Los niños terribles (1929), sus piezas de teatro Edipo rey (1928), La máquina infernal (1934) y Bacchus (1952), sus poemarios Grito escrito (1925), Mitología (1934), Claroscuro (1954), El Réquiem (1962).

Un poema:








Nada me da más miedo que la calma engañosa
de un semblante dormido;
tu sueño es un Egipto donde tú eres la momia
con su máscara de oro.

¿Qué mira tu mirada bajo el rico atavío
de una reina que muere,
deshecha y repintada por la noche de amor,
negra embalsamadora?

Abandona, oh mi reina, oh mi pato salvaje,
los siglos y los mares;
vuelve a flotar aquí, reconquista tu rostro
que se hunde hacia dentro.

JEAN COCTEAU
Traducción: Octavio Paz.Imagen: wordpress.com

octubre 01, 2009

EL LIBRO DE SARA / MIGUEL ÁNGEL GARA

EL LIBRO DE SARA
De Miguel Ángel Gara
(Ed. El árbol espiral 2004)

Loco de beber
Por Esteban Gutiérrez Gómez

Cuando me cae un poemario como este entre las manos y comienzo a desgranar sus versos, no puedo menos que contentarme con leer uno de sus fragmentos, cerrar los ojos y dejarme llevar. Suelo acabar en otro mundo, lleno de cosas diferentes, difíciles de explicar. Las metáforas abismales que contiene El libro de Sara son objetos preciosos de planetas desconocidos. El barro lírico con que se forjan, cercano a los poemas en prosa de mi amigo y maestro Irazoki, traspasa la belleza para llegar al alma de los mortales, de la buena gente que se estremece con un simple atardecer o por ver cimbrearse un campo de trigo o al sentir rugir el océano. De esos mortales.
Todas las sensaciones se muestran en El libro de Sara. Sara, la buscadora, Sara, la sufridora; Sara, la maltratada; Sara, la sensual. Sara. Sara que no acaba de asumir el egoísmo del mundo y la insensibilidad del semejante. Sara, la ultrajada; Sara, la deseosa; Sara, la clitoriana; Sara, la diosa. Sara. Cualquier Sara.
Miguel Ángel Gara escribe una continua elegía, un único poema rico en descripciones y elipsis, buscándose a sí mismo y, a la vez, haciéndonos ver a nosotros el grado de sensibilidad que se guarece en el interior, en esa cosa difusa que nos mueve y llamamos ánima.
Como en el pozo de los sueños, a más profundidad del hálito, más fuerte es el golpe de la caída de las metáforas.
Chuchillo de retina.
El eco marcado sobre la piel de palabras esculpidas, cicatrices sobre el barro forjadas por el tiempo.
Tantas estaciones.
El resonar de los latidos de un corazón que vibra todavía, todavía...
...y el pasado es el dios a adorar.
Como en el pozo de los sueños, enloquezco si no me dejo llevar, si no vuelvo a releer, si me apartan el cuenco de pasta de papel colmado de palabras.
Me llamo Sara y viví entre las uvas negras.
Viví en las noches de risas estiradas hacia mis cicatrices.
Y una costra, la fuente en que te di a beber del ruido limpio de nuestros
corazones tronando entre las sábanas.
Porque ayer en ti y en mí y por los cauces de mis llagas corre el amor y
la mentira y vuelas con tus manos en mi cuerpo.
El fin fue nuestra búsqueda.
Tú me rozas y yo despierto entre los brazos sin destino que aún no
conoces.
Desaparezco en las lindes de unos ojos que no recuerdas ya.



EL LIBRO DE SARA
De Miguel Ángel Gara(Ed. El árbol espiral 2004)

Por María Jesús Silva

Miguel Ángel Gara abre este poemario con una voz femenina a la que llama Sara y da título al libro. En el primer poema se presenta, y lo hace con esa voz en pasado: Me llamo Sara y viví entre las uvas negras. Así vamos conociendo el presente de Sara envuelto en pasado. Esa voz habla a una segunda persona, que ya no existe de la forma en que lo hizo, sino en el cambio que ha sufrido. La descubrimos desde los deseos, la tristeza, la ausencia que ha dejado: Desaparezco en las lindes de unos ojos que no recuerdas ya. El poema que cierra el libro lo hace en presente, con leves pinceladas de lo que será el futuro, haciéndonos entender el viaje interior por el que ha transcurrido algunos años y mostrándonos lo que es: Soy Sara la de las uvas agrias, pájaro que infecta los despojos de todos mis festines./ Sara seré imagen transcurrida en los cristales que dan a tapias recién levantadas.(...)/ Acaba lo que amamos y el pasado es el dios a adorar.El conjunto de versos que componen los poemas tienen vida propia, podrían sujetarse fuera del poema, independientes.

Ej:
Pág, 15.
La juventud eres tú, me dijiste, en un susurro que recordaba el sonido del río.(...)
Y tu dolor que bailaba en columnas al suelo.(...)
La figura retórica que predomina en el poemario es el retrato, nos da la descripción moral y física de la persona, a la vez que nos acerca a la imagen de esa segunda persona que es una elipsis proyectada en el conjunto.
Ej:
Pág, 14
El nuestro no fue amor más que el insecto se introduce en el aire, pero
me amaste tanto que es tiempo de matar o de morir.(...)
Pág, 15
Eras en ti, siempre en ti y no había nada en medio, ni siquiera la luz.(...)Pág, 26
Ante el anhelo del sonido de las guitarras subía las escaleras en silencio.
Respondía con un escalofrío todo mi cuerpo y buscaba los espacios
libres.(...)
Pág, 30
Entre esas noches una insoportable luz que sólo en mis mejillas poseía
se apagaba con la huída que anunciaba su regreso.(...)
Pág, 31
Inventabas los términos que dan título al bodegón, aún creías lo que
pensabas.(...)


La enumeración aparece formando grupo dentro de los poemas.
Ej:
Pág, 14
El azar de lo hecho.
Rastrillar en las aguas una sed extinguida.
El pecho entre las curvas que hacia el cielo formaron las escaleras de la
imaginación.
La violencia de las uñas recién cortadas.
El moratón en el pómulo como un seno infantil.
Mi llegada a la vida y el cariño en los besos que el aire retenía al
sucumbir la tarde.(...)
Pag, 19
La ciudad estaba tan lejana que las casas eran estrellas negras.
El hogar era mi padre que andaba por las baldosas con las barbas
mesadas, roncando la soledad que le convertía en sombra.
En la mesa se amaba con su cobardía, lamiéndole el rostro ennegrecido.
La vida transcurría como el perro famélico hambriento de órdenes.(...)
El epifonema cierra casi la totalidad de los poemas.
Ej:
Pág, 25
En mí no contaban los libros que trataban de anidar en mis rodillas,
incluso la lluvia era una excusa para el amor y el sol.
El artesonado que formaban los árboles para sujetar el calor fue el fragor
de las sonrisas donde poco después, por fin, te aparecías.
Pág, 33
Tú me recibiste en tu vida ordenada y era el peligro, el fulgor de la pátina
pura ante el encurtido de los días.
Eso me enviaba.
Y eso me dijiste.
Pág, 34
Confundí nuestra respiración acompasada, ritmo levadizo de la ambición.
Los extravíos con los ladridos del deseo.
Cayeron las cáscaras de nuestras sonrisas y la mentira fue sumidero de
actos.

El símil abunda en el poemario.
Ej:
Pág, 27
Sillas cómodas y azules como ríos que nunca fluyeron.(...)
Pág, 29
Enormes mansiones fueron construidas tan sólo para mí y sus moradores
eran lejanos como los astros de mi infancia.
Pero yo quería tocarlos como se toca de lejos el apego y mi tacto...
Pág, 39
Los consejos eran sabios como hombres desnudos y rijosos.(...)
Invocación constante de la persona a la que se dirige.
Ej:
Pág, 40 (poema íntegro)
Al volante de tu coche me decías “cariño, la carretera lleva el brillo del
esmalte de tus uñas.”
“La lluvia patina en el asfalto el reflejo de agosto,” aseguraste “y tu piel
sorbió de mi fuente en la clase en que enseñaba arte.”
“Tus ojos abiertos”, me dijiste, “eclipsaban las cosas con su luz.”
“Me excité”, chillaste, “mi niña, me excité, y tu boca de fresa recogió mi
presuroso orgasmo.”
“Nunca hubiera podido de no ser porque un ángel se posó en tu mirada o
era acaso un diablo.”
Esa tarde tu voz era una barahúnda de pardales, gozaste y exploraste el
aire con tus gritos.
Uno de los pájaros se posó en mi garganta y dejé de escucharle porque
sólo era tú.
Las metáforas y las imágenes metafóricas se suceden a lo largo de todos los poemas, una tras otra.
Ej:
Pág, 41
Su chasquido mostraba la satisfacción de objeto útil, la seguridad que
ofrecen los cuerpos que derivan de una luz que se puede palpar.
La despedida era un suspiro de lanzas enfrente del jardín.
Pág, 45
Tu chaqueta se roía en el angosto paso de las ilusiones extraviadas.(...)Pág, 47
Tu lectura en vuelo de fragancias, decías, mancha de cantueso mis
piernas cumbres.(...)
Pág, 50
El hábito fue la segunda naturaleza y era el hueco de tu dedo el arma
arrojadiza que siempre regresaba a mi cintura, al dolor de tus labios.(...)
Pág, 51
Se cumplió el recado que mi vida susurró a tu ilusión, el placer
continuaba y eran llamas los trazos de tus anchos pinceles.(...)
Los verbos más utilizados dentro de los poemas son el presente, el pretérito imperfecto y el pretérito perfecto simple. Son tiempos elegidos adecuadamente para la descripción y la narración que han formado una historia a través de los versos.
Los versos libres y largos, así consigue el poeta dotar de un ritmo lento y un tono grave a la expresión.

Opinión personal:
Es un poemario que encierra una historia terrible y fascinante. Una historia a tres. Esa tercera persona es a la que Sara se dirige y recuerda, para él están escritos los versos cuyas imágenes nos llevan al pasado que vivió y del que no se puede desprender. Es una trama que encadena ese pasado como una carga de felicidad y de culpa, de deseos y de abandonos. Son silencios que no se pueden gritar, queman. Existe en esos silencios penetrantes una indirecta al pecado, a su persona impura.
El poeta ha sabido reflejar lo miserable que se puede sentir una mujer después de un abandono, lo feliz que fue cuando construía un sueño en un espacio irreal al que sólo ella, ahora, tiene acceso a través de los recuerdos. El vacío que acompaña su presente y la desdicha de un futuro edificado contra las tapias.
Soy Sara la de las uvas agrias, pájaro que infecta los despojos de todos
mis festines.
Mi marido es mi olvido como fue mi placer.
Sara seré imagen transcurrida en los cristales que dan a tapias recién
levantadas.
Frente a espejos enfrentados a los mínimos detalles de la cara, la caricia
es aire en los cuartos ajenos.
Con las sábanas manchadas tan cerca de la arruga recién aparecida que
puede ser mía.
En las sombras que se juntan al arremangarme las horas vuelan los
vencejos o los murciélagos.
Acaba lo que amamos y el pasado es el dios a adorar.