agosto 30, 2009

BEBE-TIEMPO PEQUEÑO (BSO "La educación de las hadas")

José Luis Cuerda, director de películas como "Amanece, que no es poco", o "La lengua de las mariposas", sobre un relato de Manuel Rivas, nos sorprendió en el año 2006 con "La educación de las hadas", basada en una novela de Didier van Cauwelaert, ‘La educación de un hada’.
Nos cuenta la historia de un viudo cuarentón (Ricardo Darín) que inicia una nueva vida junto a una mujer francesa (Irène Jacob) –también viuda– y su hijo. Gracias a ella recupera la pasión y gracias al niño (Víctor Valdivia) la fe en la imaginación y en el juego, definida en sus maravillosas invenciones sobre las hadas. El cuarteto lo cierra una joven argelina (Bebe Rebolledo) que tiene el sueño de llegar a París para completar su formación universitaria.
Fue candidata en el 2007 a tres premios Goya y consiguió uno a la mejor canción original, Tiempo pequeño, versión que se muestra en el vídeo.
La película fantasea sobre el mundo de las hadas, creer o no creer en la magia que se sucede una vez te adentras en el círculo. Cómo la vida se suele trastocar en un momento y lo único a lo que te aferras es a los sueños, y cómo tu sueño te levanta y te puede salvar.





agosto 28, 2009

CHARLES BUKOWSKI

Charles Bukowski (Andernach, Alemania, 1920 – Los Ángeles, 1994) es autor de más de cuarenta libros: cuentos, novelas, poemarios… Sus textos, a menudo protagonizados por su alter ego Chinasky, reflejan el lado menos amable de Norteamérica. Símbolo del “realismo sucio”. Destacan sus títulos Escritos de un viejo indecente (1969), Cartero (1971), Erecciones, eyaculaciones y exhibiciones (1972), La máquina de follar (1974).

Un poema:

POEMAS PARA JEFES DE PERSONAL

un viejo me pidió un cigarrillo
y saqué dos con cuidado.
“Vengo a buscar trabajo. Voy a esperar
al sol y fumar”.

Raído y rabioso
se recostaba contra la muerte.
Era un día frío, por cierto, y los camiones
cargados y pesados como putas viejas
embarullaban y enmarañaban las calles…

Nos hundimos como tablas de un suelo podrido
mientras el mundo lucha por desbloquear
la estructura que le atenaza el cerebro.
(Dios es un local vacío donde no hay filetes).

Somos pájaros agonizantes
barcos que se hunden…
el mundo nos sacude y nos aplasta
y nosotros
sacamos los brazos
sacamos las piernas
bajo el beso mortal de un ciempiés:
pero ellos nos dan amables palmaditas en la espalda
y dicen que es “política” nuestro veneno.
Bueno, fumamos, él y yo, pobres hombres
mascullando pensamientos insignificantes…

No todos los caballos llegan,
y cuando veas encenderse y apagarse
las luces de las cárceles y de los hospitales,
y a los hombres manipular las banderas con tanto cuidado
como si fueran recién nacidos
recuerda esto:

eres un gran instrumento engullidor
con corazón y vientre, cuidadosamente planificado,
así que si coges un avión a Savannah,
coge el mejor;
o si comes pollo sobre una roca,
haz que sea un animal muy especial.
(Tú lo llamas ave; yo llamo a las aves
flores).

Y si decides matar a alguien,
haz que sea un cualquiera y no alguien:
algunos hombres están hechos de un material especial,
precioso: no mates,
si vas a hacerlo,
a un presidente o a un rey
o a un hombre
que tenga un despacho…
ésos tienen alcances celestiales
actitudes ilustradas.

Si te decides,
elígenos a nosotros
que esperamos y fumamos y miramos aviesamente;
que estamos consumidos por las penas y
febriles
de subir escalas rotas.

Elígenos
nunca fuimos niños
como vuestros niños.
No entendemos canciones de amor
como vuestras amadas.

Nuestros rostros son linóleo resquebrajado,
resquebrajado por las pisadas
fuertes, seguras, de nuestros amos.

A nosotros nos han criado con hojas de zanahoria
con semillas de sésamo y una gramática violenta;
malgastamos los días como mirlos enloquecidos
y nos entregamos al alcohol por las noches.
Nuestra leve sonrisa forzada nos cubre
como el confeti de un extraño:
y ni siquiera participamos de la Fiesta.

Somos una escena trenzada con el
blanco pincel enfermizo de esta Época.
Fumamos, dormimos como higos en un plato.
Fumamos, tan muertos como la niebla.

Elígenos.

Un asesinato en la bañera
o algo rápido y brillante; nuestros nombres
en los periódicos.

Conocidos, por fin, un instante
para millones de ojos indiferentes, embotados de noticias
que se reservan
para parpadear y brillar sólo
ante los simples sarcasmos de taberna
de sus correctos comediantes
caprichosos y engreídos.

Conocidos, por fin, un instante,
como lo serán ellos
como lo serás tú
por un hombre todo gris en un caballo todo gris
que está sentado y acaricia una espada
más larga que la noche
más larga que la doliente cresta de las montañas
más larga que todos los lamentos
que han surgido de las gargantas
y han explotado en una tierra
más nueva, menos planificada.

Fumamos y las nubes nos ignoran.
Pasa un gato y se sacude a Shakespeare
del lomo.
Sebo, sebo, vela cual cera: nuestra espina dorsal
es débil y nuestra conciencia quema
sin malicia hasta el final
lo que queda de la mecha que la vida
nos ha otorgado parcamente.

Un viejo me pidió un cigarrillo
y me contó sus problemas
y esto
fue lo que dijo:
que esta Época es un crimen
que la Piedad se ha refugiado bajo mármoles
y el Odio se ha refugiado en el
dinero.

Podía haber sido un obseso sexual
o un santo.

Pero fuese lo que fuese
estaba condenado
y los dos esperábamos al sol
fumando
y mirando
ociosos quién sería
el siguiente.

CHARLES BUKOWSKI
Poema incluido en el libro Bukowski, 20 poemas (Mondadori; Barcelona, 1998).
Traducción: Cecilia Ceriani y Txaro Santoro.
Imagen: poems.net.au

agosto 25, 2009

ARTHUR RIMBAUD

Arthur Rimbaud (Charleville, 1854 - Marsella, 1891) escribió unos pocos libros (El barco ebrio, Una temporada en el infierno, Iluminaciones), todos ellos de una rara intensidad, y se convirtió en una cima de la Historia de la Poesía.

Dos piezas de Iluminaciones:

III

En el bosque hay un pájaro: su cantar te detiene y te ruboriza.
Hay un reloj que no da las horas.
Hay una hoyada con un nido de animales blancos.
Hay una catedral que baja y un lago que sube.
Hay un cochecito abandonado en el boscaje, o lo que baja a toda prisa por el sendero, adornado con cintas.
Hay una compañía de cómicos en traje de función, vistos desde la carretera, por entre el lindazo del bosque.
Hay, finalmente, cuando llegan el hambre y la sed, alguien que te ahuyenta.


IV

Soy el santo que reza en la terraza –como los animales mansos que van paciendo hasta el mar de Palestina.
Soy el sabio en el sillón sombrío. Las ramas y la lluvia se arrojan contra la ventana de la biblioteca.
Soy el viandante de la carretera entre bosques enanos; el rumor de las esclusas ahoga mis pasos. Miro largamente la melancólica colada de oro del crepúsculo.
Sería con gusto el niño abandonado en el embarcadero roto que flota en alta mar, el paje que camina por la alameda, con la frente en el cielo.
Los senderos son ásperos. Los montículos se cubren de retama. El aire está inmóvil. ¡Qué lejos quedan los pájaros y las fuentes! Tiene que ser el fin del mundo, camino adelante.

ARTHUR RIMBAUD
Poemas en prosa incluidos en Iluminaciones (Hiperión; Madrid, 1985).
Traducción: Ramón Buenaventura.
Imagen: zurdasiniestra.org

agosto 22, 2009

SEVERO SARDUY

Severo Sarduy nació en Camagüey, Cuba, en 1937. Exiliado en 1960, residió en París. Fue autor de las novelas Gestos (1963), De dónde son los cantantes (1967), Cobra (1972), Maitreya (1978), Colibrí (1984) y Cocuyo (1990). También publicó ensayos: Escrito sobre un cuerpo (1969), Barroco (1974), La simulación (1982), El Cristo de la Rue Jacob (1987), Nueva inestabilidad (1987) y Ensayos generales sobre el Barroco (1987). Además, destacan sus piezas de teatro La playa (1971), La caída (1971), Relato (1971), Los matadores de hormigas (1971) y Portavoz (1977). Su obra poética comprende los poemarios Flamenco (1970), Mood Indigo (1970), Big Bang (1974), Un testigo fugaz y disfrazado (1985) y Un testigo perenne y delatado (1993). En 1993, Severo Sarduy murió de sida en París. Su Obra Completa fue editada, en dos volúmenes, por la UNESCO en 1999.

Un soneto:

Entrando en ti, cabeza con cabeza,
pelo con pelo, boca contra boca:
el aire que respiras –la fijeza
del recuerdo-, respiro, y en la poca

luz de la tarde –rayo que no cesa
entre los huesos abrasados- toca
los bordes de tu cuerpo: luz que apresa
la forma. Ya su cenit la convoca

a otro vacío donde su blancura
borra, marca la arena, tu figura.
El día devorado de sonidos

quema, de trecho en trecho, su espesura
y vuelca de ceniza la textura
en la noche voraz de los sentidos.

SEVERO SARDUY
Poema incluido en el libro Un testigo perenne y delatado precedido de Un testigo fugaz y disfrazado (Hiperión; Madrid, 1993).
Imagen: letraslibres.com

agosto 19, 2009

PHILIP LAMANTIA

Philip Lamantia nació en San Francisco en 1927, hijo de emigrantes sicilianos. Vivió en varios países europeos, africanos y americanos. Fue elogiado por André Breton, quien lo consideraba un modelo de poeta surrealista, y Allen Ginsberg, que lo señaló como heredero de Edgar Allan Poe y Walt Whitman. Algunos de sus poemarios más conocidos: Poemas eróticos (1946), Éxtasis (1959), Narcótica (1959), Poemas escogidos, 1943-1966 (1966), Palabras destruidas (1962). Murió en su San Francisco natal en 2005.

Un poema:

LAS ISLAS DE ÁFRICA

A Rimbaud

Dos páginas hacia una uva fábula
suspendido el cisne de samnita sangre
imaginando arenas de abrojo cubriendo niebla
Sobre sagrados lagos de fiebre
(pulidas bocas de la rana vegetal
rodando hacia mi venus de hierro)
Yo vierto la cincelada pera
De pie en el humo valles henchidos
(grandes dominios de la luz sin alas
y del fusil de un suculento ángel)
Yo marco las casas de la marchita cera
Campanas de sirena-diente (canto hacia nuestra tumba
la última negación correcta)
espero la llegada de los niños incendiarios
iluminando la brutal luna perfilada

Todo retorcido río tira hacia abajo mi desgarrado cabello
hacia las sacudidas columnas del fantasma de la pirámide
(chorreante estanque del templo hedor)
y todos los turbios relojes tiran
de prisa su sirena emplumada espadas
(abrigada por los Escombros) hacia la garra
las de dentro de los rasgones del hijo mar-engaño
El invierno tejido minuto
agita debajo del cubilete de la araña
y las prostitutas de todos los padres
sangran para mi deleite

PHILIP LAMANTIA
Poema incluido en el libro Antología de la “Beat Generation”, de Marcos Ricardo Barnatán (Plaza y Janés; Esplugas de Llobregat, Barcelona, 1970).
Traducción: Marcos Ricardo Barnatán.
Imagen: emptymirrorbooks.com

agosto 16, 2009

JAIME SABINES


El mexicano Jaime Sabines nació en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, en 1926, y falleció en 1999. Fue diputado federal durante varios años, y el poeta más leído y apreciado por sus compatriotas. Los principales títulos de su obra: Horal (1950), La señal (1951), Adán y Eva (1952), Tarumba (1956), Diario semanario y poemas en prosa (1961), Poemas sueltos (1962), Yuria (1967), Mal tiempo (1972), Algo sobre la muerte del mayor Sabines (1973), Otros poemas sueltos (1973-1977), Nuevo recuento de poemas (1977), Uno es el poeta, Sabines contra sus críticos (1986), La poesía en el corazón del hombre, Jaime Sabines en sus sesenta años (1987), Uno es el hombre (1989) y Nuevo recuento de poemas, 1950-1991 (1991).

Un poema:

HE AQUÍ QUE ESTAMOS REUNIDOS
en esta casa como en el Arca de Noé:
Blanca, Irene, María y otras muchachas,
Jorge, Eliseo, Óscar, Rafael…
Vamos a conocernos rápidamente
y a fornicar y a olvidarnos.
El buey, el tigre, la paloma, el lagarto y el asno, todos
juntos bebemos, y nos pisamos y nos atropellamos
en esta hora que va a hundirse en el diluvio nocturno.
Relámpagos de alcohol cortan la obscuridad de las pupilas
y los truenos y la música se golpean entre las voces desnudas.
Gira la casa y navega hacia las horas altas.
¿Quién te tiene la mano, Magdalena, hundida en las almohadas?
¡Qué bello oficio el tuyo, de desvestirte
y alumbrar la sala!
¡Haz el amor, paloma, con todo lo que sabes:
tus entrenadas manos, tu boca, tus ojos,
tu corazón experto!
He aquí la cabeza del día, Salomé,
para que bailes delante de todos los ojos en llamas.
¡Cuidado, Lesbia, no nos quites ni un pétalo de las manos!
Sube en el remolino la casa y el tiempo sube
como la harina agria. ¡Henos aquí a todos, fermentados,
brotándonos por todo el cuerpo el alma!

JAIME SABINES
Imagen: vanguardia.com

agosto 13, 2009

JUAN LUIS PANERO

Hijo mayor del poeta Leopoldo Panero y hermano de Leopoldo María Panero, Juan Luis Panero (Madrid, 1942) ha publicado los libros de poemas A través del tiempo (Ediciones de Cultura Hispánica; Madrid, 1968), Los trucos de la muerte (Diputación Provincial; León, 1975), Desapariciones y fracasos (Tercer Mundo; Bogotá, 1978), Juegos para aplazar la muerte (Renacimiento; Sevilla, 1984), Antes que llegue la noche (Península / Ediciones 62; Barcelona, 1985), Galerías de fantasmas (Visor; Madrid, 1988), Los viajes sin fin (Tusquets; Barcelona, 1993), Poesía completa, 1968-1996 (Tusquets; Barcelona, 1997) y Enigmas y despedidas (Tusquets; Barcelona, 1999). En 2003, Felipe Benítez Reyes preparó para la editorial Renacimiento una antología de Juan Luis Panero, quien es también autor de un libro de artículos (Los mitos y las máscaras, 1994) y de Sin rumbo cierto, Memorias conversadas con Fernando Valls (Tusquets; Barcelona, 2000).

Un poema:

LA MUERTE Y SUS DISFRACES

Un viejo en camiseta, sudoroso y solitario,
espera, como todos los atardeceres,
que la noche o la muerte lleguen,
mientras se abanica incansable frente al televisor.
En su tejado –el viejo lo ignora- una paloma,
aplastada por el calor, la enfermedad o la vejez,
resbala y tropieza, intentando inútilmente levantar el vuelo,
hasta derrumbarse, montón de plumas polvorientas,
entre las rojas tejas de latón.
Enfrente, bebiendo en la terraza, contemplo el espectáculo
de su común miseria, de su desolación,
pero ¿qué vio la paloma antes de caer?
y sobre todo, ¿qué es lo que ve el viejo
cuando a veces mira, disimuladamente, mi terraza?

JUAN LUIS PANERO
Poema incluido en Poesía completa, 1968-1996 (Tusquets; Barcelona, 1997).
Imagen: elcultural.es

agosto 10, 2009

JOSÉ RAMÓN RIPOLL


José Ramón Ripoll (Cádiz, 1952), poeta y músico, ha publicado los poemarios La tarde en sus oficios (1978), La Tauromaquia (1980), Sermón de la barbarie (1981), El humo de los barcos (1984), Las sílabas ocultas (1991), Niebla y confín (2000), Hoy es niebla (2002). Es asimismo autor de volúmenes sobre música y literatura (El mundo pianístico de Chopin; Beethoven según Liszt; Vistas al mar: apuntes sobre los compositores catalanes del 27, etc.). Director de RevistAtlántica de poesía, fundada en 1991.

Un poema:

EL DESIERTO


Nace del mar la esfera de la noche vacía
y en la nada granate se confunden
el alma con el lobo.
Entonan las estrellas sus cánticos desnudos:
es entonces la vida la conciencia del viento.
Todo es memoria blanca, sin tiempo,
sin recuerdos, sin palabras ni piedras.
Aquí el fuego es papel sobre el marfil del agua
y en sus ascuas mojadas se deshace el destino.
Tempestades de arena hacia los signos yertos
en el olvido amargo de un idioma celeste,
arrastrad los espejos que hieren al silencio
y entre los laberintos del mercurio y el miedo
contemplad la hermosura de ser estatua y aire.

JOSÉ RAMÓN RIPOLL
Poema incluido en Hoy es niebla (Visor; Madrid, 2002).
Imagen: march.es

agosto 07, 2009

WOLFGANG BORCHERT


Wolfgang Borchert, clásico indiscutible de la literatura alemana, nació en Hamburgo en 1921. Fue detenido por la Gestapo, que lo acusaba de haber escrito poemas subversivos. Llamado a filas, combatió en Rusia y se le imputó haberse disparado en un dedo para eludir su participación en la Segunda Guerra Mundial. Enfermó de hepatitis y difteria; ingresó en un hospital. En 1944 fue encarcelado en una prisión de Moabit. Murió a los 26 años en una clínica de Basilea.

Un relato breve:

VAMOS, JIRAFA, QUÉDATE

Él estaba sobre el andén azotado por el viento ululante, vacío en la noche, dentro del vestíbulo espacioso, cubierto de gris hollín, solo a la luz de la luna. De noche, las estaciones vacías del ferrocarril son el fin del mundo, desiertas, privadas de sentido. Y vacías. Vacías, vacías, vacías. No obstante, si continúas la marcha estarás perdido.
Entonces estarás perdido. Puesto que las tinieblas tienen una voz espantosa. No te librarás de ella y ella te someterá en un instante. Caerá sobre ti con el recuerdo… del crimen que cometiste ayer. Y caerá sobre ti con el presentimiento del crimen que cometerás mañana. Y hará crecer en ti un grito: un grito de pez nunca oído del animal solitario sojuzgado por su propio mar. Y el grito desgarrará tu cara y creará en ella tales hoyos llenos de miedo y de peligro coagulado que los demás se aterrarán. Así de mudo es el grito terrible de las tinieblas del animal solitario en su propio mar. Y subirá como la marea y susurrará amenazando con alas sombrías como la resaca. Y siseará deshaciéndose como agüilla espumosa.
Él estaba en el fin del mundo. Las frías y blancas farolas arqueadas eran inclementes y todo lo dejaban desnudo y lastimoso. Pero detrás de ellas crecían unas tinieblas terribles. Ningún negro era tan negro como las tinieblas en torno a las lámparas blancas del andén vacío en la noche.
He visto que tienes cigarrillos, dijo la muchacha con la boca demasiado roja en la cara pálida.
Sí, dijo él, me quedan algunos.
Entonces, ¿por qué no vienes conmigo?, susurró ella de cerca.
No, dijo él, ¿para qué?
Tú no sabes cómo soy, dijo, y se puso a olisquearlo.
Pues sí, respondió él, como todas.
Eres una jirafa, tan alto, ¡una jirafa tozuda! ¿Acaso sabes qué aspecto tenía yo, eh?
Hambrienta, dijo él, desnuda y pintada. Como todas.
Eres alto y bobo, jirafa, soltó ella una risita desde cerca, pero tienes pinta amable. Y tienes cigarrillos. Chaval, ven, es de noche.
Él la miró. Bueno, se rió, recibirás los cigarrillos y yo te besaré. Pero si toco tu vestido, entonces ¿qué?
Entonces me pondré roja, dijo ella, y a él le pareció malvada su sonrisa.
El jaleo de un tren de mercancías cruzó el vestíbulo. Y se interrumpió de golpe. Su tenue farol de cola se hundió, desdibujándose tímidamente, en la oscuridad. El tren había pasado dando sacudidas, gimiendo, rechinando, traqueteando. Entonces, él se fue con ella.
Hubo luego menos caras y labios. Pero todas las caras sangran, pensó él. Sangran por la boca y las manos sostienen granadas. Pero entonces él probó el maquillaje y la mano de ella se aferró a su brazo delgado. Hubo, a todo esto, suspiros y un casco de acero cayó y un ojo se quebró.
Te mueres, gritó él.
Morir, se regocijó ella, eso sí que estaría bueno, eh.
Volvió a llevarse el caso de acero a la frente. Su pelo oscuro brillaba lacio.
Tu pelo, susurró él.
¿Te quedas?, preguntó ella en voz baja.
Sí.
¿Mucho tiempo?
Sí.
¿Para siempre?
Tu pelo huele a ramas mojadas, dijo él.
¿Para siempre?, volvió a preguntar ella.
Y luego, desde la distancia: un grito grande, grueso, que se acercaba. Grito de pez, grito de murciélago, grito de escarabajo. Grito bestial, nunca oído, de locomotora. ¿Daba tumbos en las vías el tren lleno de miedo por ese grito? Un grito nunca percibido, nuevo, verdiamarillo, bajo constelaciones palidecidas. ¿Se estremecían las estrellas a causa de ese ruido?
Él abrió entonces la ventana de golpe, de modo que la noche le agarró con sus manos frías el pecho desnudo, y dijo: Tengo que seguir.
¡Quédate, jirafa! La boca de ella relucía con un rojo enfermo en la cara blanca.
Pero la jirafa se fue zanqueando con pasos que resonaban sordos sobre el pavimento. Y a su espalda se hundía la calle color gris de luna, enmudecida en su soledad pétrea. Las ventanas tenían aspecto de ojos de reptil muerto, como vidriadas por un aliento lechoso. Las cortinas, párpados en sueño pesado, respirando en secreto, ondeaban levemente. Oscilaban. Oscilaban blancas, blandas, haciéndole a él melancólicas señas de despedida por detrás.
El batiente de la ventana maulló. Y ella sintió frío en el pecho. Cuando él volvió la mirada, había detrás del vidrio una boca demasiado roja. Jirafa, lloraba.

WOLFGANG BORCHERT
Relato incluido en Obras completas (Laetoli; Pamplona, 2007).
Traducción: Fernando Aramburu.
Imagen: el mundo.es

agosto 05, 2009

HOLLY CUMPLE UN AÑO


ALGODÓN DE AZÚCAR DONDE REPOSAR LAS TARDES

Llevo un tiempo observando a Holly. Duerme mucho, casi no hace ejercicio y come poco. Al atardecer, se levanta del pequeño sofá despojándose de su manta amarilla. Se encamina bostezando hacia la librería, donde están atrapados los libros, los apuntes, las fotocopias, todo colocado dentro de un desorden escrupuloso que sólo yo entiendo.
Cuando está tan cerca como para poder tocar los libros, se queda mirándolos sin parpadear, reconociendo los cantos expuestos a los ojos. Entonces se endereza, pasa de largo por la sección de novelas, cruza por los cuentos -aunque hace amago de pararse, al final continúa-, salta por los ensayos y llega a la sección de poesía, donde se detiene y contempla los ejemplares mucho rato. Saca uno, lo huele, lo mordisquea suavemente, le clava los ojos y va en busca de otro. Este tiene la cubierta rosa, lo acaricia, lo mira, se tumba y ronronea apoyando las patas delanteras sobre él, lo roza con el hocico y recuesta la cabeza en la página abierta. Cuando se desprende del libro, lo lame, le da bocaditos blandos, le premia con un miau suave, casi silencioso. Luego, vuelve lentamente a su manta y observa de reojo el estante de poesía, hasta mañana, parece decir en un maullido largo. Creo que Holly es poeta y sus sueños se han vuelto locos y dulces, algodón de azúcar donde reposar las tardes.
Por la noche, al quitarme el jersey que abandono sobre la cómoda, se acerca y va tirando de las medias en las que se envuelve, se enrreda en la falda que arrastra hasta el suelo ronroneando. Cuando me arrulla el camisón, salta a la cama, se cuela en el edredón, en los olores de la noche y se abriga a mi lado. Me recita los versos que ha aprendido en la tarde, en los que yo me rindo cansada y dejo mecer mi sueño.

Texto: María Jesús Silva
Imagen: María Quintana

agosto 03, 2009

E.M. CIORAN


Emil Michel Cioran (Rasinari, Rumanía, 1911 – París, 1995), hijo de un sacerdote ortodoxo, ha sido considerado un “filósofo sin sistema”. El ensayista y profesor norteamericano William H. Gassi define la obra de Cioran como “un romance filosófico en temas modernos como la alienación, el absurdo, el aburrimiento, la futilidad, la decadencia, la tiranía de la Historia, la vulgaridad del cambio, la conciencia como agonía, la razón como enfermedad”. Fernando Savater lo dio a conocer en nuestro país. Algunos de los principales libros de Cioran son: En las cimas de la desesperación, El libro de las quimeras, El ocaso del pensamiento, Breviario de podredumbre, Silogismos de la amargura, La tentación de existir, Historia y Utopía, La caída en el tiempo, El aciago demiurgo, Del inconveniente de haber nacido, Desgarradura, Adiós a la filosofía y otros textos, Anatemas y admiraciones, Ese maldito yo, De lágrimas y santos, Ejercicios de admiración y otros textos, Breviario de los vencidos. Casi todos ellos publicados en España por la editorial Tusquets.

Nueve aforismos:

- Estamos todos en el fondo de un infierno, cada instante del cual es un milagro.

- ¿De qué proviene que, en la vida como en la literatura, la rebelión, incluso pura, tenga algo de falso, mientras que la resignación, aunque brote de la abulia, da siempre la impresión de lo verdadero?

- En todo profeta coexisten el gusto por el futuro y la aversión por la dicha.

- Si uno creyese en su “buena estrella”, no se podría efectuar el menor acto sin esfuerzo: beber un vaso de agua parecería una empresa gigantesca e incluso insensata.

- Concebir un pensamiento, un solo y único pensamiento, pero que hiciese pedazos el universo.

- Mis preferencias: la edad de las cavernas y el siglo de las luces. Pero no olvido que las grutas han desembocado en la Historia y los salones en la guillotina.

- ¡Ser de natural combativo, agresivo, intolerante, y no poder reclamarse de ningún dogma!

- Felicidad aterradora. Venas en las que se dilatan miles de planetas.

- Cada ser es un himno destruido.

E. M. CIORAN
Frases incluidas en Adiós a la filosofía (Alianza Editorial; Madrid, 1980).
Traducción: Fernando Savater.
Imagen: wordpress.com

agosto 02, 2009

KIYOKO TAKAMURA

LOS FORZADOS



A fuerza de dejar por cualquier lado el látigo de mimbre,
e irlo cambiando de lugar terminó
rodeando su cintura y arqueando su espalda.



A fuerza de comprar cómics de Gwendoline,
y frecuentar sex-shops y alguna ferretería
se dejó encadenar muñecas y tobillos.



A fuerza. de escuchar
nuestras voces grabadas en cintas de noventa,
permitió que una venda le apagara los ojos.



A fuerza de ocultar las cadenas, los látigos,
la venda en el cajón, de la mesilla. de noche,
provocó que pidiera. todos los días ámame.

Y a la fuerza cambiamos los papeles.

KYYOKO TAKAMURA
De su poemario SIM
Imagen: sakkarah.blogia.com

agosto 01, 2009

ANA GORRÍA


CRISTALES

Oscurece. El cielo está temblando
en sus añicos como una barca.

Carne y silencio. La roca en el pantano.
La mano que se aleja.

Temblando, las estrellas acarician el suelo
con su lengua de sábana o asfixia.

La fiebre es el incendio que naufraga
debajo de las puertas.

ANA GORRÍA
Foto: Francesca Woodman