julio 31, 2009

SONIA FIDES


Y LOS PUNTOS SUSPENSIVOS SERÁN MUCHO MÁS QUE UNA PAUSA

me amarás cuando esté muerta
y entonces la luna sentará su palidez a mi lado.

Olerá a tierra mojada.
Su aroma reventará los pliegues
de los amantes somnolientos que no escucharon,
cuando aún era necesario el lenguaje salvaje de la carne.

Será el viento el único que acaricie la verdad resultante
y los puntos suspensivos serán mucho más que una pausa
cuando vivamos en un perpetuo día,
porque ya no pesará la vida como hoy pesa.

SONIA FIDES
De su libro MIRAR Y SER MIRADA
Imagen: antonioalfonsoalonso.blogspot.com

julio 30, 2009

CLARA PELLEGRINI


Esta necesidad de romper la memoria
como a un espejo y desquiciar el pasado,
me obliga a vivir en madrigueras de olvido.


Y cuando, pese a todo, el recuerdo emerge
y hocica y revuelve y rompe límites,
allí cerca, emboscado,
está el dolor.

CLARA PELLEGRINI
De su libro Palabras en Refugio
Imagen: Abrazo de Egon Schiele

julio 29, 2009

LUISA FUTORANSKY

LA SIN TIEMPO

deshice casas
perdí bibliotecas
me fui con lo puesto
en una valija
dos valijas
tres
indivisible
la trinidad
es

lágrimas
patitas
para qué te quiero

las actrices pobres y viejas
terminan sus días
emparedadas
tomando mate
en un asilo temible
la Casa del teatro

¿Acaso no matan a los caballos?

LUISA FUTORANSKY
Imagen: Reloj de Salvador Dalí

julio 27, 2009

Pablo Milanés en Lima - Para Vivir

Para vivir
(Pablo Milanés)

Muchas veces te dije que antes de hacerlo
había que pensarlo muy bien.
Que a esta unión de nosotros
le hacia falta carne y deseo también.

Que no bastaba que me entendieras
y que murieras por mí.
Que no bastaba que en mi fracaso
yo me refugiara en ti.

Y ahora ya ves lo que pasó
al fin nació, al pasar de los años,
el tremendo cansancio que provoco ya en ti.
Y aunque es penoso lo tienes que decir.

Por mi parte esperaba
que un día el tiempo se hiciera cargo del fin,
si así no hubiera sido
yo habría seguido jugando a hacerte feliz.

Y aunque el llanto es amargo piensa en los años
que tienes para vivir,
que mi dolor no es menos y lo peor
es que ya no puedo sentir.

Y ahora tratar de conquistar
con vano afán ese tiempo perdido
que nos deja vencidos sin poder conocer
eso que llaman amor para vivir.
Para vivir...

(1967)

GLORIA FUERTES

A VECES QUIERO PREGUNTARTE COSAS...

A veces quiero preguntarte cosas,
y me intimidas tú con la mirada,
y retorno al silencio contagiada
del tímido perfume de tus rosas.

A veces quise no soñar contigo,
y cuanto más quería más soñaba,
por tus versos que yo saboreaba,
tú el rico de poemas, yo el mendigo.

Pero yo no adivino lo que invento,
y nunca inventaré lo que adivino
del nombre esclavo de mi pensamiento.

Adivino que no soy tu contento,
que a veces me recuerdas, imagino,
y al írtelo a decir mi voz no siento.

GLORIA FUERTES

Imagen: blogspot.com


julio 25, 2009

SABELI CEBALLOS FRANCO



BALADA PARA DOS LOCOS


mi corazón
para que en él escarbes
busques tesoros
entierres muertos
no estaba muerta
pero me vi nacer
en la primera cita
con tu cuerpo
tengo muy poco
pero te entrego todo
la margarita anciana
el pavimento
las cuerdas que me rodean
el cuello
no te pedí que aparecieras
mas llegaste
con tu medio melón en la cabeza
a beber de la ubre de mi alma
¡vení! ¡volá!
yo era treinta y dos árboles
subiéndose a los hombres
para atisbarse
mequieres-nomequieres
tú no me quieres, flaco
me lo dijo la flor casi jugando
¿cuándo te marcharás
con mis pedazos?
te calzas mi corazón
te queda grande
somos dos muescas
en el timón de la locura
yo sí que estoy zafada
por quererte
tú sí que estás piantao
por quedarte.

SABELI CEBALLOS FRANCO
Imagen: El aniversario de Marc Chagall

julio 24, 2009

GIOCONDA BELLI

AHUYENTEMOS EL TIEMPO, AMOR...

Ahuyentemos el tiempo, amor,
que ya no exista;
esos minutos largos que desfilan pesados
cuando no estás conmigo
y estás en todas partes
sin estar pero estando.
Me dolés en el cuerpo,
me acariciás el pelo
y no estás
y estás cerca,
te siento levantarte
desde el aire llenarme
pero estoy sola, amor,
y este estarte viendo
sin que estés,
me hace sentirme a veces
como una leona herida,

me retuerzo
doy vueltas
te busco
y no estás
y estás
allí
tan cerca.


Gioconda Belli

Fotografía: Chema Madoz

julio 23, 2009

VERA PAVLOVA



12
Rompí tu corazón
Ando sobre los añicos
Descalza



16
Estamos separándonos para siempre.
La alegría de oír tu voz
Vale más que la amargura de las palabras.


281
Ya sé
que la muerte no existe
todavía no sé
cómo
decirlo
a los muertos

Vera Pavlova, Letras a la habitación del lado. Mil y un poemas de amor.
Imagen: Joan Barber, Girl With Tulip

julio 22, 2009

KARA DI GIOVANNA


LLEGA EL ALBA


....Y aprendes
la sutil diferencia
entre estrechar una mano y encadenar un alma.
Y aprendes
que amor no es apoyo, ni compañía, es seguridad.
Y empiezas a aprender que los besos no son contratos,
ni los regalos promesas.
Y empiezas a aceptar tus derrotas
con la cabeza en alto y la vista adelante.
Con la gracia de una mujer o un hombre,
no con la pena de un niño.
Y aprendes a construir todas tus sendas de hoy,
porque el terreno de mañana es
demasiado inseguro para los planes.
Y los futuros tienden a caer
en pleno vuelo.
Al cabo de un tiempo aprendes
que hasta el sol quema, si pides demasiado.
Y así plantas tu propio jardín,
y decoras tu propia alma,
en vez de esperar que alguien te traiga flores.
Y aprendes
que en verdad puedes resistir,
que en verdad eres fuerte.
Y en verdad vales,
y aprendes....
y aprendes....
Con cada fracaso aprendes.

Kara di Giovanna, Llega el alba
Imagen: Columna rota Frida Kahlo

julio 21, 2009

ALEJANDRA PIZARNIK


LA JAULA


Afuera hay sol.
No es más que un sol
pero los hombres lo miran
y después cantan.

Yo no sé del sol.
Yo sé del mediodía del ángel
y el sermón caliente
del último viento.
Sé gritar hasta el alba
cuando la muerte se posa desnuda
en mi sombra.
Yo lloro debajo de mi nombre.
Yo agito pañuelos en la noche
y barcos sedientos de realidad
bailan conmigo.
Yo oculto clavos
para escarnecer mis sueños enfermos.

Afuera hay sol.
Yo me visto de cenizas.

Alejandra Pizarnik, del libro Las aventuras perdidas (1958)
Imagen: estarayuela.blogspot

julio 20, 2009

ELISA BIAGINI

A NOSOTROS LA VOZ

no nos llega ni conecta, viene
como un teléfono en el agua,
sino que se rompe
como un interruptor
que se abre o se cierra
aleatoriamente.
Nosotros dos
somos un país
bajo embargo,
que vive de paréntesis
y silencios, de apagones,
y cuando la luz regresa,
no sabemos ya
qué queríamos decir.

Elisa Biagini
Imagen: Las voces, de Salvador Dalí

julio 18, 2009

ÓSCAR SIPÁN

DESTRUCCIÓN



Lo nuestro se desmoronó como las Torres Gemelas; no por el impacto de terceras personas, sino por la metástasis en las vigas maestras de la relación.

Así caímos.
De forma traumática.
Sobre nosotros mismos.

Óscar Sipán





EL PESO EN GRAMOS DE LA CULPA



Las hormigas pueden arrastrar 30 veces su propio peso, los hombres 30 veces su culpa.

Óscar Sipán


Fotos facilitadas por el autor.

julio 17, 2009

FÁTIMA FRUTOS

Fátima Frutos (San Sebastián, 1972). Estudió Trabajo Social en el Universidad del País Vasco y Sociología en la Universidad Pontificia de Comillas. Es Posgraduada en Políticas de Igualdad y atención integral a víctimas de la violencia de género por la Universidad Complutense de Madrid. Ha trabajado como Consultora de Género, Igualdad y Prevención de la Violencia para ayuntamientos, empresas, sindicatos, institutos de administraciones públicas y ONGs, fundamentalmente en la Comunidad Foral de Navarra. Ha participado como asesora en distintos planes de igualdad municipales, como el I Plan Transversal de Género en Málaga. En el 2005 fue profesora invitada en la Universidad Centroamericana de El Salvador (UCA) en el Master de Psicología Comunitaria y el Master en Desastres Naturales y Violencia. Sus conferencias en seminarios y congresos han tratado sobre la doble discriminación: mujer y discapacidad, el empoderamiento y la perspectiva de género. Ha sido la primera mujer Técnica en Igualdad de España con una discapacidad visual, ejerce actualmente en el Ayuntamiento de Villava-Atarrabia de Navarra.
Su poesía ha sido publicada en las revistas especializadas Río Arga, Una Vez En Pamplona y Constantes Vitales. Revistas de Humanidades como Bitarte y periódicos. Su poemario “De carne y hambre” ha sido distinguido con el Premio de Poesía Erótico-amorosa “Ateneo Guipuzcoano” 2009.

Un poema:

QUÉ SERÍA MORIR A TU LADO

Je t’aime pour tous les temps où je n’ai pas vécu
Pour l’odeur du grand large et l’odeur du pain chaud
Pour la neige qui fond pour les premières fleurs
Pour les animaux purs que l’homme n’effraie pas
Je t’aime pour aimer

PAUL ELUARD

Qué sería morir a tu lado…
abandonarse al vacío junto a ti,
compartir en vigilia el peso de mis difuntos
y el hondo aullido que aún la vida me pide a gritos.

Qué sería matar al destino con la razón,
portar en las entrañas el agua de las ciencias,
derramarme en ti cual fuente pura, para cubrirte
y salar tu piel, goteándola de sueños impenetrables.

Qué sería ahondar en el alma para pensarte,
arrebatarse con el principio de lo oculto,
estremecer a la muerte con un final imprevisto,
y contener ese olvido que nunca llevará tu nombre.

Qué sería ir ascendiendo de ti a mí misma,
mostrarte la primera luz que hallé,
acariciando ya imperecedero el futuro,
con las yemas encendidas de mis manos,
en tensión todo nuestro Ser
y saber —en el preciso instante de la traslación,
en la efímera búsqueda que concluye llegado a lo alto—
que ambos hemos vivido para esto.


Fátima Frutos
De su poemario De carne y hambre publicado por Huerga y Fierro Editores.
En el siguiente enlace podéis leer una entrevista realizada por el periodista Roberto Herrero a la poeta.

http://www.diariovasco.com/20090629/cultura/sebastian-ciudad-perfecta-para-20090629.html

julio 16, 2009

SALVADOR DALÍ

Federico García Lorca dijo que Salvador Dalí (Figueras, 1904-1989) estaba “destinado al cumplimiento de una misión literaria”. Todavía permanecen mal divulgadas las páginas escritas por el pintor.

Un fragmento de su novela Rostros ocultos:

Exactamente a la una y media, Solange atravesó la puerta de hierro forjado que señalaba el límite de la pequeña arboleda de castaños; y cuando había recorrido la mitad de la senda, vio que la puerta de la casa se abría. Alguien había estado aguardando su llegada con el fin de que no se viera obligada a esperar entre la lluvia. Solange no habría deseado por nada de este mundo que la lluvia cesase. Aquella persistencia del tiempo sombrío y gris todo lo envolvía de un modo tan completo, que ella había vivido junto al conde de Grandsailles durante los tres últimos días en una especie de irrealidad y de ausencia de las horas. Al subir las escaleras, le pareció percibir el corazón en la garganta. Y se dijo: “¡Antes preferiría morir que dudar!” Pero sus pies parecían tener alas. Abrió la primera puerta de la izquierda por medio de un firme girar de la muñeca, entró en el tocador y volvió a cerrarla sin producir ningún ruido. Inmediatamente, se sintió ofuscada y rodeada de una lechosa luz blanca que se unía a una fragancia intensa y embriagadora. Las cuatro paredes de la estancia estaban adornadas de capullos de rosas. Aquel decorado, improvisado la misma mañana, era obra del famoso florista-decorador Grimiert, el jefe de ceremonias de los festivales oficiales de la temporada en “la Ville de París”. Las flores estaban sostenidas por un armonioso enrejado de cuerdas blancas y verdes que se cruzaban diagonalmente, salvaban las distancias de unas a otras paredes, y apenas eran visibles. Pero en cada una de las intersecciones estaba atado un lazo dorado, lo que proporcionaba al conjunto un aspecto de brillo de sol. Los mosaicos del suelo estaban recubiertos de una alfombra espesa y oscura de musgo que producía la ilusión de una superficie uniforme de terciopelo. La mesita del tocador se hallaba literalmente cubierta de rosas, y exactamente en el centro reposaba una resplandeciente joya que representaba una granada abierta, de oro y rubíes, escrupulosamente ejecutada, según la descripción del Rêve de Polyphile. Esta joya estaba acompañada de una plaquita enmarcada con perlas en la cual se hallaba escrita, también con perlas, una sola palabra: “Gracias”.
Solange, que solamente tardó un instante en prepararse, abrió la puerta de la habitación del conde, y todo se hundió en completa oscuridad; dio un paso hacia delante, y su pierna tropezó con el lecho; ágilmente, con una flexibilidad casi inmaterial, se tendió sobre las tirantes, suaves sábanas y permaneció inmóvil mientras intentaba sosegar la respiración, que semejaba rasgarle los costados. Se mantuvo inmóvil, con el rostro hacia lo alto y los brazos cruzados sobre el pecho, luchando por calmar el alboroto de sus sentidos, imponiéndose obstinadamente la idea fija de pensar tan sólo en su muerte; fue así como pudo, paso a paso, rechazar el placer que sentía tan próximo a los umbrales de su inmovilidad.
En la estancia podía oírse el incesante chocar de las ramas, que se producía en el exterior, unas contra otras, bajo el wagneriano suspiro del viento; la exasperación de las ramas hojosas pesadamente impregnadas de la lluvia, que golpeaban sistemáticamente contra las sombras indecisas de la ventana; el sonido latigueante de unas ropas mojadas… Cuando el reloj dio las dos, Solange se levantó con la ligereza de una pluma; pero reprimió su ímpetu inmediatamente y apoyó una rodilla en el borde del lecho durante unos pocos segundos antes de cerrar de nuevo la puerta tras de sí y de encender la luz que volvió a revelarle el tocador adornado de rosas con toda su blancura. Tan pronto como se hubo puesto las pieles, cogió la granada y la plaquita y las guardó en el manguito; y en el acto, tan rápidamente como si hubiera sido arrojada a través del espacio por el solo aliento de un hada, se encontró una vez más en su dormitorio en la rue de Babylone, en el lecho y llorando.
Inmediatamente después de la salida de Solange, el conde de Grandsailles encendió la luz de su dormitorio. Las ropas del lecho estaban imperceptiblemente alborotadas y conservaban la huella del cuerpo de Solange; y la irremediable ausencia de la mujer asaltó al conde, se adueñó de él y convirtió su deseo en una profunda aflicción, en el corazón de la cual comenzaron a batallar unos sentimientos contra otros en una lucha cruel. En primer lugar, sus prejuicios burgueses, repentinamente despiertos, condenaron severamente a Solange por haberle obedecido de manera tan diligente; y un instante después, el aguijón de su disgusto perforó dolorosamente la membrana, todavía intacta, de su estimación de aquella mujer que había necesitado tan pocos apremios para acceder a presentarse de aquel modo ante él. Pero el dolor estaba teñido del remordimiento de su juicio, acaso injusto, y fue seguido por una especie de infinita ternura que encontró libertad y expresión en unas lágrimas. Pues, aun en la completa oscuridad, el conde había percibido la presencia de Solange como la de una víctima humillada y martirizada.

SALVADOR DALÍ
Un fragmento de la novela Rostros ocultos (Plaza y Janés; Esplugues de Llobregat, 1989).

julio 15, 2009

ANTÓNIO LOBO ANTUNES



El médico y escritor portugués António Lobo Antunes (Lisboa, 1942) ha sido candidato al Premio Nobel de Literatura. Destacan sus libros Fado alejandrino, Auto de los condenados, Las naves, Tratado de las pasiones del alma, El orden natural de las cosas, La muerte de Carlos Gardel, Manual de inquisiciones, Exhortación a los cocodrilos, No entres tan deprisa en esa noche oscura: poesía, ¿Qué haré cuando todo arde?, Buenas tardes a las cosas de aquí abajo, Yo he de amar a una piedra y Sonetos a Cristo.

Un relato breve:

CHOPIN ES UN POLLO

Mis padres, preocupados por mi indiferencia escolar (me pasé todo el bachillerato fumando a escondidas y espiando a la mujer del farmacéutico, y la carrera jugando al ajedrez en un cuartucho sin ventanas detrás de los vestuarios), me buscaron preceptores decididos a meterme en la cabeza, a la fuerza, lo que me negaba a aprender. Entre otros verdugos, cuando yo tendría unos trece o catorce años y una alergia feroz a las clases, contrataron a un hombre gordo para que lograra extasiarme con el dibujo lineal, juntando cubos, cilindros y pirámides, en perspectiva y en alzado, sobre papel milimetrado. Era en un segundo piso que daba al Jardim das Amoreiras, oloroso a entretela y a albóndigas, donde el calvo verdugo sudaba de desesperación mientras gruñía:
- Burro
al tiempo que yo, en vez de escucharle, atendía a las lecciones de piano del piso vecino, donde una niña (estaba convencido de que se trataba de una niña con un lazo rosa en el pelo, corrector dental y calcetines blancos) tocaba Chopin como quien despluma un pollo vivo. El sufrimiento del pollo casi me hacía llorar de pura lástima, y al día siguiente me sorprendía a mí mismo buscando semifusas entre los ojos de aceite de la sopa y afirmándole a mi madre, mientras retiraba el plato con el dorso de la mano:
-No quiero Chopin
y ella miraba también la sopa, temerosa de que apareciese una “Polonesa” o un “Nocturno” flotando entre los menudos. Mi repugnancia por la carne de gallina se hacía más intensa a medida que transcurrían las clases del Jardim das Amoreiras, donde lo que me apetecía era alejarme del calvo y salvar al compositor moribundo de entre los dedos asesinos de la niña del alambre en los dientes, llevármelo para casa bajo el brazo y dejarlo a su aire en el corral, escribiendo sus valses. Siempre que había sopa yo argumentaba, inamovible
-No mastico músicos
recordando al Chopin asesinado tres veces por semana, a la izquierda de donde se desarrollaba la proyección de las esferas. De la sopa pasé al vol-au-vent, a las empanadillas, al arroz de gallina y al pollo asado, después de todo lo cual empecé a negarme a ir a la Feria Popular, en cuyos restaurantes unos hombres con delantal me invitaban a banquetes antropófagos, donde decenas de Chopins atravesados por espetos giraban chorreando grasa sobre las brasas.
Todavía hoy, después de tanto tiempo, siento deseos de hacer que metan presos a los avicultores y prenderle fuego a todos los “Reyes del Pollo” que encuentro por Lisboa atestados de clientes, chupando huesecillos de corcheas y echando salsa sobre las alas de allegretos. Estoy seguro de que en aquel piso del Jardim das Amoreiras, cuando las bandadas de palomos levantan vuelo, la niña del lazo sigue, arrancándole penas y ayes a un piano agonizante.
Estoy convencido de que los domingos se come Chopin con patatas fritas junto con los pasteles de queso que ha comprado dando un paseo en Opel por Cintra. Nadie habla. Nadie se preocupa. Nadie se interesa. Nadie protesta. Geenpeace no hace nada. Amnistía Internacional enmudece. Se ignoran los derechos humanos. Pero puedo aseguraros que, siempre que me acerco a la puerta de una parrillada, escucho en las tripas de los clientes, cuando salen del lugar con un palillo en los dientes, insultando al gobierno (los del palillo insultan al gobierno y los que no tienen palillo insultan a la vida), escucho, decía, los borborigmos en clave de sol que suenan en las tripas de los clientes, algo asordinados por el aguardiente.

ANTÓNIO LOBO ANTUNES
Relato incluido en Sonetos a Cristo (Alianza Editorial; Madrid, 1997).
Traducción: Dolores Vilavedra.
Foto: atuleirus.weblog.com.pt

julio 14, 2009

JAVIER AGUIRRE GANDARIAS


Javier Aguirre Gandarias (Bilbao, 1941) ha editado los poemarios Del bosque y del olvido (1977), Sal despacio (1980), Otra edad (1982), El día y la noche (1984), Música del río (1985), Como los loros, como las nubes (1989), Soles (recopilación de todos sus poemas hasta esa fecha; volumen publicado por la Universidad del País Vasco; Leioa, 1991), Las piedras (1993), Una calle blanca (1994), Arena (1998) y Sumar y restar (2008).

Dos poemas:

NO TE INQUIETES, SERÉ SÓLO UN DIMINUTO AULLIDO
rascando la madera. Caerán algunas virutas
y quizás se forme un pequeño agujero
menor que el de un ratón.
Abrirás la puerta y verás que allí no hay nadie.
Abrirás la ventana y verás que allí no hay nadie.
Estaré cerca de tu pie como un pajarito caído
humildemente muerto encima de la nieve
y no me notarás.


SUBE DE LEY CON SU GUADAÑA HERMÉTICA
el saqueador de los frutos: para la última
lágrima humana un puñado de cerezas.
Tambaleante, acurrucado en su cuenco
con las luciérnagas ¿qué cosa anhelas?
No verás la química principal
del vino que levanta
en los lugares secretos. Careces de humor
y te ha abandonado el recurso de la astucia.
Hoy has de beber dócilmente inclinado
notando el esponjoso aliento en la espalda.
No lo rechazarás. Estás cansado
y el otoño con sus árboles como llamas
llevan a tu alma una pasividad inútil, absoluta…

JAVIER AGUIRRE GANDARIAS
Poemas incluidos en el libro Soles (Universidad del País Vasco; Leioa, 1991).

julio 13, 2009

MANUEL PADORNO

Manuel Padorno (Tenerife, 1933 – Madrid, 2002) fue pintor, poeta, editor (fundó, con Josefina Betancor, Taller de Ediciones JB) y vicepresidente de la Academia Canaria de la Lengua. Autor de los poemarios Oí crecer a las palomas (1955), Antología inédita (1959), A la sombra del mar (1963), Papé Satàn (1970), Coral Juan García, el corredera (1977), Una bebida desconocida (1986), El náufrago sale (1989), El hombre que llega al exterior (1990), Sobre la indiferencia y el ocultamiento: la indefinición cultural canaria (1990), Desnudo en Punta Brava (1990), Una aventura blanca (1991), Égloga del agua (1991), Éxtasis (1993), Efigie canaria (1994), Siete poemas para llegar al desvío (1995), Desvío hacia el otro silencio (1995), La Guía, antología, 1963-1994 (1996), Canteras del pájaro de agua (1996), Para mayor gloria (1997), El pasajero bastante (1998), Hacia otra realidad (2000), Canción atlántica (2003), Poemas (2004), El oleaje (2004), Bestiario atlántico (2006) y Edenia (2007). Varios de estos libros han sido publicados después de la muerte del poeta.

Un poema:

EUROPA

La noche repta y sirga, cabecea
por entre el empedrado de las sílabas
oscuras, vira y tuerce poderosa
hacia el pie y se pliega y se sumerge
en el largo canal, nocturna bebe,
rumia hilo, pace pasta, tendida yace
cerca de la estación donde el lector
salta del tren, se apea del caballo
en marcha, y sube, entra en la claridad;
el bulto, fuera, agita su volumen
y muge largamente y, cuidadoso,
salitrosa pezuña posa en el cristal.
Al fondo se lee el sueño, la muchacha
europea novelada que llega, aparca
su bicicleta contra el barandal, corte
del puente, y en la mitad de la calle un pliego
de reluciente lámina fingida muestra
atropellados signos, la luz mate.
Fin ni principio tiene la lectura
del viajero en su ventana infinita
Hotel Acro de Ámsterdam; ya rejuvenece
la vieja Europa y leva y su belleza
prende el lomo nupcial, voraz se aferra
a la página y el clan de su hermosura
se desparrama hacia el interior
de la novela, frente al museo.
Cerca de la estación y sobre el muelle
de la escritura brota un agujero
sin luz donde relampaguea el Norte,
la noche silba, el viajero dormita
y la muchacha sube ya, monta; debajo
se atora voluptuoso el bulto, lame
el pie desnudo con su lengua viva,
abandona este texto y se consuma
libre, real, por el espacio el rapto.

Ámsterdam, 1978

Poema incluido en el libro Bestiario atlántico (Ediciones Idea; Santa Cruz de Tenerife, 2006).

Foto: www.elcultural.es

julio 12, 2009

ALFREDO RODRÍGUEZ


Alfredo Rodríguez (Pamplona, 1969), finalista del Premio Adonais en 2005, ha publicado Salvar la vida con Álvarez (2005), Regreso a Alba Longa (Ediciones Vitruvio; Madrid, 2008) y La vida equivocada (Devenir; Madrid, 2008).

Un poema:

(VUELVE CON EL ESCUDO O SOBRE EL ESCUDO)

A Julio Martínez Mesanza

nada de lo conocido presagiaba
ni crédito diera
a lo que veían sus ojos

la venida inaplazable de la vejez,
su visión vedada a los habitantes

para qué arrogarse entonces condición
divina, y quién le impondría sus manos
para devolverle el hálito vital

cómo esquivar a la parca, sin ofrecer
paga ni gloria, sin negociar prebendas;

vuelve de Alba Longa victorioso
o muerto, que tu vida sea
río del olvido,
palimpsesto en que se pueda
borrar lo escrito
para volver a escribir la esencia
de la desmesura

ALFREDO RODRÍGUEZ
Poema incluido en el libro Regreso a Alba Longa (Ediciones Vitruvio; Madrid, 2008).
Foto: Mamen Cózar.

julio 11, 2009

JOSÉ LUIS GARCÍA MARTÍN

José Luis García Martín (Aldeanueva del Camino, Cáceres, 1950), poeta, narrador, crítico, antólogo y traductor, ha publicado los poemarios Marineros perdidos en los puertos (1972), Autorretrato de desconocido (1979), El enigma de Eros (1982), Tinta y papel (1985), Treinta monedas (1989), Poesía reunida, 1972-1990 (1990), El pasajero (1992), Principios y finales (1997), Material perecedero (1998), Al doblar la esquina (2001), Mudanza, poesía 1972-2003 (2004) y Poemas encontrados (2005). Es asimismo autor de los diarios Días de 1989 (1989), Colección de días (1993), Dicho y hecho (1995), Todo al día (1997), Mentiras verdaderas (1999), Fuego amigo (2000), Dominio público (2003), Leña al fuego (2004), Café Arcadia (2003) y A decir verdad (2006). Su narrativa comprende las obras Gente conocida (1991), En busca de Mario Milanesi (2000), Sueño, fantasmagoría (2005) y La gruta del tesoro (2006). Profesor de la Universidad de Oviedo.

Un poema:

IFIGENIA

Ojerosa y nupcial,
la mañana me guía
hasta el país inmenso de tu pecho.
Lleva un cesto de fresas,
de ásperos luceros,
una orla verde de delfines,
el ignoto sabor de la dicha.
En el nocturno espanto
de mis ojos tiemblan
los negros días que sin ti he vivido,
mi adolescencia casta
y árida, el tedio
de las horas en el viejo palacio,
las noches trémulas de agosto
en la ventana, la sed que
torpemente exasperaban
dedos inhábiles, el rebaño
de obscenos animales
que mordía mis pechos en el sueño,
aquella ávida angustia
ante los sofocados
ruidos del cuarto de mi madre
(entraba Egisto
a tratar los negocios más urgentes),
el beso en los labios
que de una vez quiso darme
un pariente lejano
y lascivo (no me dejé, y ese
beso lo sigo recibiendo cada noche,
su sucia baba en mi piel intacta),
la alta terraza desde donde espío
a los soldados que orinan contra un muro…
Dame la mano, alza
una espada de luz,
sácame de este fétido pozo
del deseo. Dame
tus labios, entrelaza
tus piernas con las mías.
Sé nieve, arena, yerba,
duro abrazo de seda y de rocío,
tumba donde me entierre y resucite.
Entra en mí, arrásame y abrásame
como enemiga ciudad, y que no quede
piedra sobre piedra, todos mis días ardan en tu fuego.
Deja
que escale la alta torre de tu sexo
para tocar el cielo con las manos.

JOSÉ LUIS GARCÍA MARTÍN
Texto incluido en el libro Poesía reunida, 1972-1990 (Llibros del pexe; Gijón, 1990).

Foto: auladepazcamindemieres.blogspot.com

julio 10, 2009

MARÍA MAIZKURRENA



María Maizkurrena (Londres, 1962) ha publicado los poemarios Los otros reinos (1987), Los cantos del Dios oscuro y otros poemas (1989), Una temporada en el invierno (Colección Adonais; Madrid, 1991), Viento del Norte, Tiempo (Hiperión; Madrid, 2000) y Vuelta del aire (Ediciones Tres Fronteras; Editora Regional de Murcia,). Es también autora de la novela corta Adiós a doña Laura (Planeta-Agostini; Barcelona, 2000).

Un poema:

SALA DE ESTAR

Cada tarde se sienta en la sala
desde hace varios días ya. Parece
que se ha vuelto puntual, y el mundo riguroso,
regular como un juguete
mecánico.


Cada tarde la sala se ilumina,
y el rojo denso se hace más liviano
en la tela, en el vidrio, mientras que oro y arena,
en las cortinas ocres,
quieren alzar el vuelo, y abren las alas
como aves que pidieran más espacio.


Cuando llega, la casa se embellece.
La alegría punzante de su breve presencia
llena el lento vacío del sofá,
la arañada fatiga de los muebles
adquiere una pátina gozosa,
los lomos de los libros se inflaman despejando
el camino a la letra promisoria
y en el televisor el silencio es opaco
como un dormir pesado sin imágenes.

Si un niño pasara por aquí
su asombro estamparía
una emoción ingenua y fuerte
sobre esa criatura que arde, pasajera
del tiempo, en la pared, como un fugaz regalo.


Cada tarde, el visitante acude
cuando el sueño remonta y la vida flaquea,
con una invitación que se destina
acaso a la misma conciencia
de las cosas, que el mundo puso fuera
de ellas, y a su lado, para verse
dispuesto así por un designio
cuyo principio ignora.

La ausencia y el silencio
que se esparcen y ceden
cuando desde el umbral las sorprendemos
escapan asustadas
hacia quien las contempla
ejercitando el arte
de la metamorfosis.


Cada tarde la luz del sol despierta
las pobres cosas de la sala y dota
de vida pasajera al decorado
donde el cristal de pronto es un fuego fantástico.


Como si nada faltara en este cuadro,
como si todo fuera real, como si el cielo
al pasar por la ventana le diera un corazón
fuerte y discreto al mundo
que recibe al visitante
y retorna a la nada, dócilmente,
sin un gesto, sin una sola queja.

MARÍA MAIZKURRENA
Poema incluido en el libro Vuelta del aire (Editora Regional de Murcia, 2007).

julio 09, 2009

ALBER VÁZQUEZ

Alber Vázquez (Rentería, 1969) es autor de los poemarios Moscas y obras de arte (1994), La plancha de acero (1995), Negro (1997), Útero (1998), Julieta & Romeo (2001), Desencriptación de la medusa (2006), La mano que decide la intensidad del agua (2008), La piedra donde lo necesario sucede (2008), Mi nombre que recoge tu nombre (2008) y Aliento al que asirse sin dudar (2008). Ha publicado también seis novelas: La conquista de Aquitania (2003), El hormiguero (2003), Zoofrenia (2004), Instrucciones para doblar un mapa (2004), Cuento vasco de Navidad (2005) e Icuza (2006). Y dos libros de relatos: Las historias de Atila Longo (2003) y Cósele el rabo al lagarto (2008). Tiene un blog: El sindicato del mono degollado.
http://www.elsindicatodelmonodegollado.com/

Un poema:

No hay más ruta hacia tu
cuerpo tendido
que el silencio.
Silencio que sólo yo emano
en posición e intensidad suficientes
para alcanzarte.
Estás tan cerca de mí
que atrono de forma
inconfundible:
invoco cada tallo de hierba
e imploro la caricia final
en tu piel.
Y sucede que mi deseo es cumplido,
que tu abrazo es tan
limpio de intenciones
que yo, bajo mi losa de tierra,
puedo percibirlo sin dificultad.
Sucede que un mar
de hierba
te ama por última vez.
Es mi nombre que recoge
tu nombre.

ALBER VÁZQUEZ
Poema incluido en Mi nombre que recoge tu nombre (500 Ediciones; 2008).
Foto: librodenotas.com

julio 08, 2009

JUAN KRUZ IGERABIDE

Juan Kruz Igerabide (Aduna, Guipúzcoa, 1956) ha publicado muchos libros de narrativa infantil. Escribe en euskera y en castellano. Con Jonas eta hozkailu beldurtia (Jonás y el frigorífico miedoso) obtuvo el Premio Euskadi de Literatura. Destaca su poemario Mailu isila (Martillo silencioso). Ha adaptado al euskera el Ulises de Homero. Autor de novelas y volúmenes de aforismos. Es profesor en la Universidad del País Vasco.

Veinte aforismos:

- La mecedora del escéptico. Nadie que no tenga cierto asiento puede permitirse ser escéptico.

- En medio del barullo (basurero de palabras), la sabia sordera.

- Todo lo que se manifiesta bien claro tiene un contorno oscuro muy marcado.

- La certeza es un fantasma despojado de la sábana, pero no de las cadenas.

- Para poder llamar a las cosas por su nombre, hay que cerciorarse del verdadero nombre de las cosas. Lo más usual es llamarlas por su apodo.

- El azar es un gran cubo de basura donde van a parar todas las probabilidades ciegas; y todo lo previsto, cuando comienza a fallar.

- Una aleación bien equilibrada de duda crítica y fe constructiva aguantaría cualquier ideología, pero no hay ideología capaz de aguantar semejante aleación.

- La careta del cínico, por el envés, húmeda de duda y angustia.

- Cuando dicen que la meta es el propio camino, dan ganas de sentarse aquí mismo y no levantarse más.

- Ser austero y vivir bien, tener un alma grande y un deseo leve, cazar con los ojos y luchar con el aliento.

- Los sueños realizados tienen mal despertar.

- Muy próximo al inconsciente colectivo se encuentra el irresponsable masivo.

- Tras un periódico abierto, leyendo, un espantapájaros.

- Esa sensación de verse maniatado por una cuerda que uno mismo anudó en otro tiempo.

- La ira más peligrosa, la que no encuentra palabras.

- El ansia de fama está directamente relacionada con la desdicha.

- Les debes amor a éstos, les debes cariño a los otros, les debes respeto y veneración a los de más allá. Imposible saldar tanta deuda sin acudir a un prestamista.

- El perezoso, sin embargo, baila bien.

- Descansar de ser alguien, en una huerta, ropa vieja, manos manchadas de lodo.

- El Paraíso, al alcance de la ceguera.

JUAN KRUZ IGERABIDE
Aforismos incluidos en el libro También las verdades mueren (Alberdania; Irún, 2004).

Foto: http://www.bizkaie.biz/

julio 07, 2009

JAVIER ASIÁIN





Javier Asiáin (Pamplona, 1970) ha publicado los volúmenes de poemas Mientras llega la paz (Ayuntamiento de Pamplona, 1995), Nueve poetas Nueve (Aula de Literatura de la Casa de la Juventud; Pamplona, 1997), Efectos personales (Gobierno de Navarra, 2002), Desde las ondas (Gobierno de Navarra, 2003), Anatomía enferma (Ayuntamiento de Madrid, 2004), Votos perpetuos (Celya; Salamanca, 2006), Simulador de vuelo (Celya; Salamanca, 2007) y Testamento de la espiga (Bilaketa; Aoiz, 2008).

Un poema:



CONTRAANÁLISIS
(Credenciales del escualo)

“Me pongo a mí por testigo
de mi ceguera, de mi larga ceguera”

CHANTAL MAILLARD

Yo soy el hombre condecorado
El que pasea sus perros de furia
y a sus espaldas cobija un violín melancólico
El caimán cinético subido a su carrocería triste
a su amasijo elemental que lo traslada
con la piedra de afilar el odio prendida entre los dientes
y su llave del dolor tirando hacia la tierra
los músculos trapecios y las vértebras blandas

Yo soy el hombre que se abriga
el de las vísceras del frío
el del párpado motriz alimentando la inercia
de su difunto contiguo
con un corazón en el centro de la herrumbre
y un torrente encrespado como de aves de extrañeza
sobrevolando la supremacía de la especie
El tipo perfumado que dormita en los regazos de los puentes
y se fuma la desidia hasta su filtro para reproducir el vómito
y la sed
y el vértigo y la angustia de crecer en la hemiplejía de las hélices

Yo soy el francotirador concéntrico
con sus dardos vehementes en el lecho tibio
El mismo que maquilla cada noche sus crespones
atenuantes
se yergue y sonríe en complacencia
y vuelve a sonreír y vocaliza y retrocede hasta su ayuno
hasta su vértice en fricción que le acompasa el alma
de caldo concentrado de humus fehaciente
en donde amortiguar sin mancha el corte y la incisión
y la cirugía del miedo y el temor galvanizado
y la herida manando bajo las formas duras

Yo soy el niño que se afeita la pureza hasta su féretro
y se alinea en vertical y no ve el cielo
El orfebre minucioso moldeando la sílice temible
en su taller enfermo
los imanes candentes de la contradicción
la vasija frágil y preciosa y frágil y otra vez preciosa
que termina en alto y en descuido y
en palabra aproximada a la conciencia

Soy el predador del éxito
que naufraga en la trombosis de la cifra y la dioptría
El de los labios convalecientes y el beso domesticado
El pontífice terrible
que cepilla a diario su ortodoncia fúlgida
y esconde bajo los pies una lluvia dulce
de agujas hipodérmicas y penúltimas intenciones
El pez que ríe en su porción de lágrima
El que chapotea en el aplauso
El que muere en la inmersión sin zambullirse

Acaso el testigo final de esta ceguera

El poema inmolado en el poema

JAVIER ASIÁIN

julio 06, 2009

PETER SINFIELD

Peter (o Pete) Sinfield (Londres, 1943) decidió, a finales de los años sesenta del siglo pasado, poner su poesía al servicio de la música. Participó como poeta en los cuatro primeros álbumes de King Crimson, ya liderado por el guitarrista Robert Fripp. También cuidó el sonido excelente y las luces del grupo. En 1973 editó un disco en solitario, Still. Después colaboró con Emerson, Lake & Palmer y produjo las primeras obras de Roxy Music y Premiata Forneria Marconi.

Un poema convertido en canción:

EN LA CORTE DEL REY CARMESÍ
Las enmohecidas cadenas de lunas en forma de prisma

son quebradas por el sol.
Camino entre ellas y los amaneceres cambian;
comenzó el torneo.
La purpúrea gaita de neblina es junio.
El coro canta suavemente
canciones de cuna en una vieja lengua
para la corte del rey Carmesí.

El vigilante de la ciudad
ha colocado postigos en los prados.
Espero fuera, en la puerta de los peregrinos,
con esquemas insuficientes.
La reina negra canta una marcha fúnebre.
Las resquebrajadas campanas de plata sonarán
para convocar a las cinco brujas
a la corte del rey Carmesí.

El jardinero planta una siempreviva
pisoteando una flor.
Yo cazo el viento de un barco prisión
para saborear lo dulce y agrio.
El juglar diseñado alza su mano,
la orquesta comienza.
Mientras él torna despacio la rueda de molino
en la corte del rey Carmesí.

En las suaves mañanas grises se enjuagan las viudas.
Los hombres ocupados bromean entre sí.
Como para asir signos divinos
que satisfagan al huésped.
El amarillo bromista ya no juega,
sino que mueve con suavidad los hilos
y sonríe cuando la marioneta danza
en la corte del rey Carmesí.

PETER SINFIELD
Poema musicado por Ian McDonald para King Crimson en In the court of the Crimson King (1969).


Fotos: http://www.songsoupoasea.com/

julio 05, 2009

ARMAND GATTI (2)


Un poema en prosa:

POEMA DE LA PALABRA CONVERTIDA EN GATO

Gato siempre sorprendido por ser una de las múltiples resurrecciones de Fausto.
Gato de Mallarmé.
Gatos del dorso de los capítulos donde eran desviacionistas, serpientes lúbricas y ratas viscosas a menudo aniquiladas en los sótanos del ser –y rehabilitados.
Gatos venidos de las comarcas del libre juego siempre dispuestos al reparto, pero frecuentemente carentes de sí mismos.
Gatos (entre espanto y maravilla) de un combate fratricida en el envés de los porvenires radiantes.
Gatos de rosas para todos. Liberada la alegría, presa de la hemofilia política.
Gatos -incluso engullidos por las palabras- valores igualitarios como el movimiento obrero. Los únicos.
Gatos profecías bajo control inglés de las piedras calvas del Ulster.
Gatos bajo tinta, como los rostros de los paracaidistas SAS bajo la negra pintura de las marchas de operaciones.
Gatos para el decir y el desdecir, para el leer y el desleer.
Gatos con tics (clichés, publicidades, reivindicaciones). Se detienen a la entrada de la página, agotados por sus preescrituras.
Gatos de claridad llamados como testigos en el pleito que opone a la sociedad y sus obras. Pasan su tiempo nadando en el río de las simplificaciones.
Gatos perplejos: una línea escrita, incluso cuando se multiplica, no constituye una diligencia, no aporta prueba, no recurre a ninguna mediación.
Gatos rampantes que se anulan, sin trazos gruesos ni finos, sin tener ninguna sombra para reescribirlos, para darles una verosimilitud.
Gatos que, sobre el papel, tienen la vida intransitiva de los sabios y vencidos. Siempre dispuestos a empezar las negociaciones, en el centro de una soledad obligatoria, son inexplorables.
Gatos geométricos en los que las formas respiran, caminan, hablan, se metamorfosean –después se inmovilizan, a pesar del bordoneo de cifras sobre las cuales no tienen poder.
Gatos perdidos en las columnas de los periódicos peligrosos. Noche de los cuerpos en busca de una unidad incluso pasajera. El olor de la tinta los desenrolla.
Gatos anteriores al día y que sin embargo iluminan.
Gatos que destilan garras en seísmos coloreados sobre la página, donde las cosas danzan tranquilamente, con hábitos negros.
Gato que, para decirse maullido en la página, mastica estrellas.
Gato elogio de la sombra en plena luz.
Gatos que la escritura de hoy vuelve proveedores de la extranjería, del horrible ready made, del desfalco, de la citación y de los últimos fuegos de la paleontología-guarda-consciencia. Prisioneros del pasado no vivido, e incapaces de establecer con él una relación de vida.
Gatos que, cuando se convierten en palabras, guardan su losa levantada sobre un paisaje de hueso.
Gatos del año II que no consiguen morir ni vivir.
Gato de título precario, revocable, descendido de árboles proféticos para aumentar la libertad de elección de las palabras y eximirlas del binario.
Gatos ladrones de Babilonia, ellos también con título precario.
Gato trono vacío de Buda en el templo de Borobudur. Alrededor gravitan las frases. Alrededor de las frases, los capítulos. Alrededor de los capítulos, el libro que sueña siempre con ser la palabra única.
Gatos de escuela, tambaleados en el delirio mediterráneo de las huellas perdidas, de los sables usados, de los arreglos de cuentas ancestrales y del polvo de los justos.
Gatos solitarios a la espera de la tormenta, del tiempo de la juventud y de la búsqueda del Grial para decirse –como Rousseau cuando se escribe como el centro del mundo.
Gatos inesperados que se creen Aquiles, pero siempre con Patroclo muerto delante de ellos.
Gatos con cabeza de anarquista –todos los anarquistas tienen cabezas de gatos.
Gato enfermo de jeroglífico, que testimonia la ascensión –siempre en medio de escrituras, para convencerse del pico del recuerdo y de los árboles golpeados por la ausencia.
Gato preso del vértigo del astronauta y sin disponer, para convertirse en palabra, más que de ritos de cazador furtivo.
Gatos invariablemente escritos en las tinieblas –con un corazón que late fuera de sí mismos como una mirada de luz. Puntuaciones de fuego en el declive del astro, ellos infligen heridas a la noche.
Gatos que tienen siempre necesidad de escuchar otras palabras para estar seguros de ser ellos mismos: gatos que vagabundean en las escrituras de antaño para establecer las líneas del futuro. Apariencia de alpinistas, escalan el cielo en busca de la ballena. Los descubrimos astronautas cuando los astronautas no existían.
Gatos de azar reunidos en gran conciliábulo en la carretera de Zacapa, para responder a la pregunta: «¿La palabra gato maúlla?» ¿Quiénes somos?
Quizá no haya respuesta, porque la respuesta es la continuación. Y la continuación es aún la inmensidad de los gatos.

[…]

Gatos de pelos erizados, rescatados de las revoluciones y que quisieran testimoniar en presencia del pasado histórico. Pero, ¿sobre qué?
Gatos misterios que no están instruidos en letras ni en medicina ni en ciencias veterinarias, y que encuentran su destino en la concordancia de los participios.
Gatos huellas de los fundadores del Popol Vuh en la página: sonidos de hojas que corren como hormigas sobre los árboles sonoros. Silban como una víbora de plata.
Gatos amuletos de fuego nacidos de los tatuajes de la noche que ronda desde hace siglos al país de los volcanes.
Gato que reanima, fuera de las estaciones, la mirada vegetal. Fuego de perla de agua. Animal perseguido en la frase.
Gatos de fardos azules de noche recargada y que, como las estrellas de la madrugada, se apagan por exceso de realismo.
Gatos emboscados en los follajes de los volcanes de llamas verdes, de la bruma azul siempre insegura, y del hierro replegado en un haz de frases gimientes.
Gatos que antaño llevaban a la escritura diez mil torres verdes, millares de pájaros de precipicio, y la melancolía a la frente ceñida del mecapal.
Gato como la esperanza, hecho de extremos. ¿Está enterrado en las escrituras? ¿Germina? Contra vientos, mareas y lingüistas, se escribe sobre la arena.
¿El gato puede ser «corazón de la flor del sol, cuya mujer es el latido»? ¿O también «mirada de la liana cuando corres detrás la nube»? Es así como lo han visto las miradas emplumadas de la pradera…
Gato tal como es escritura en la arena: gritería de cotorras verdes, pájaro amarillo en llamas, colores en guerra contra el abejaruco de cabeza azul cielo y los cuatrocientos gritos violetas del sinsonte de América.
Gatos presos de los eslóganes de lo felino. Para decir más. En la página de las escrituras: tierras arrasadas.
Gatos pobres (difíciles de imaginar) en exilio sistemático del sentido, como los mendigos sobre las aceras de las grandes ciudades. Gatos que arrastran una sombra herida donde arraiga la flor de la antigua alquimia.
Gatos que rondan alrededor del sentido, encendiéndose y apagándose como las luciérnagas, en las noches de verano.
Gatos entre la verdad separada de toda consistencia mítica y la verdad en su consistencia emocional: la tragedia de las palabras.
Gatos que vigilan la noche trenzando imágenes, emociones, motricidades, partes de visibilidad llevadas por el enunciado, para que el día recomience. Sólo el grito del gallo puede responderles –e incluso alternar las noches.
Gatos signos, resplandores, arcos eléctricos, zarzas ardientes, descargas de luz. Alegría de la energía (¡ay!) quemada por lo que quisiera alumbrar.
Gatos motociclistas. Tras una bajada de espalda, distendida como resorte, se lanzan con destino a la verticalidad. Sobreviven a su imagen, incluso una vez leídos.
Gatos del tiempo de las cerezas regresado (en las escrituras solamente). Nostalgia de la época en que el hombre era bello.
Gatos reproducción de la Creación siempre en lucha contra aquellos que creen ser su lineamiento –y a veces la firma.
Gatos que trepan a los árboles del viento.
Gatos de escuela con los que el sol no envejece, para los que todo está siendo –y no ha sido.
Gatos fósiles de duros silencios. Un dios abandonado viene a murmurar a hora fija.
Gatos silogismos de arañas suspendidas del hilo de la luna.
Gatos de corteza invernal, de ojos nevados, que rondan alrededor del sentido. Raramente lo desentierran. Se trata cada vez de un sentido radical en capítulos de la trastierra de la fragilidad.
Gatos de traducción sin otras referencias que la hierba y los brotes destruidos, conchas y ánforas que ya no se diferencian de lo que durante mucho tiempo ha sobrevivido a la ambigüedad helénica.
Gatos suicidas, siempre dispuestos a saltar para concertar un pacto con la frase. Los reclutamientos psicológicos les dan dientes con los cuales se destruyen.
Gato ausente de la cubierta de los libros de la barricada de Madrid, a reconstituir en las notas a pie de página. Exorcismo cuya necesidad forma parte de los acontecimientos escarnecidos del siglo.
Gato de Chicago con bigotes de delirio negro, que no son sino letras (quemadas en otra parte) que intentan recomponerse.
Gatos de mayo en las calles, una tarde en que París había perdido su grasa. La esbeltez de ser y de escribirse.
Gato armadura atigrada de la vidriera que entalla la imagen sin la cual los motivos faltan.
Gato de escrituras de colosos, con trastierra abandonada, sin ponerse en marcha más que para el ejercicio de la escritura que abre la ruta que conduce al cielo.
Gatos conjuro: sirven para arrastrarse hasta la luz, y de la luz, en los márgenes de los libros.
Gatos de éxodos que se agrietan sobre el hielo de noches sin horas. Pero que siempre saben vencer al espacio, como las campanas al vuelo para decir el nacimiento y la muerte.
Gatos en estado de secreto…
el gato triunfante es declarado en estado de gloria
el gato combatido, en estado de resistencia
el gato perseguido, en estado de enfermedad
el gato acorralado, en estado de secreto
… últimas palabras de un libro futuro que no cerraremos:
- ¿Quiénes somos?

ARMAND GATTI
Poema incluido en el libro Armand Gatti, de Marc Kravetz (Jean Michel Place; París, 2003).
Traducción: Francisco Javier Irazoki
Foto:latelier23.free.fr

julio 04, 2009

ARMAND GATTI (1)

ARMAND GATTI: AUSCHWITZ TRANSFORMADO EN ALFABETO
Armand Gatti (Mónaco, 1924) es el creador que ha dado una respuesta contundente a la pregunta angustiosa del filósofo alemán Theodor Adorno: ¿Es posible la poesía después de Auschwitz?
Gatti abandona los estudios que cursaba en un seminario y, a los diecisiete años, se enrola en la resistencia contra el nazismo. Forma parte de un maquis donde un libro de poemas de Arthur Rimbaud o Henri Michaux tiene más importancia que la pistola compartida entre varios milicianos. Cae prisionero en un campo de concentración, lo condenan a muerte (sentencia incumplida por tener Gatti menos de dieciocho años), es deportado a Alemania y recorre mil quinientos kilómetros en su huida a pie. Participa como paracaidista en los combates de liberación. Cuenta las humillaciones sufridas cuando, acabada la guerra, hace algún gesto humano a un grupo de hombres derrotados.
En la posguerra, sus reportajes en diferentes medios (Parisien Libéré, Paris-Match, France Observateur, L’Express) impactan, y en 1954 recibe el premio Albert-Londres. Deja el periodismo cuando su prestigio es grande. Así explica a Marc Kravetz por qué elige la dramaturgia: «No sé si imaginas lo que puede ser una representación teatral en un campo de concentración, los riesgos que supone, el compromiso que implica. Un día, un grupo de judíos lituanos y polacos montaron una pieza. Comenzaba con una larga salmodia, una suerte de oración murmurada, y, de repente, interrupción: «Ich bin» («Yo soy»). Y continuaba el murmullo. De nuevo: «Ich bin». Y la oración. «Ich bin». Era el final. Los deportados-espectadores habían seguido en un silencio extraordinario, un verdadero fervor. He guardado un recuerdo muy fuerte de esa representación. Los políticos deseaban que el grupo modificase el texto. Proponían: Ich bin, Ich war, Ich werde sein (yo soy, yo era, yo seré). Pensaban que de esa manera el mensaje sería más claro; los actores no cedieron. «Ich bin».
Apadrinado por Henri Michaux, Erwin Piscator y Jean Vilar (director del Teatro Nacional Popular y uno de los pilares de la dramaturgia francesa del siglo XX), Armand Gatti desarrolla una obra amplia. Cincuenta piezas: El niño-rata, Canto público ante dos sillas eléctricas, Los trece soles de la calle Saint-Blaise, La mitad del cielo y nosotros, El caballo que se suicida por el fuego, Crucifixión mestiza, Ópera con título largo…
Pero a Gatti no le interesan los directores de escena y actores profesionales, tampoco el teatro como género comercial. Pone su obra en manos transgresoras. Uno de los textos, La pasión del general Franco, provoca la ira del gobierno dictatorial español y queda prohibido en la Francia democrática cuyo ministro de Cultura es André Malraux. Gatti lía los bártulos y se marcha a Alemania (1969-1971). Sin embargo, no guarda rencor: «Tenemos (Malraux y Gatti) dos cosas muy fuertes en común: por una parte, somos los únicos en llamar esperanza a la guerra (civil) de España; por otra parte, vemos la cultura como una catedral».
En Bélgica, en 1972, más de cien tractores, coches, camiones y remolques ocupan el espacio de la creación colectiva sobre la reforma agraria y, tres años después, en Montbéliard, propone a los obreros de Peugeot una «escritura plural» donde quedan representadas siete naciones de inmigrantes. Empieza entonces a trabajar con los excluidos del lenguaje: parados, drogadictos, prisioneros, proscritos. «Hemos nacido de la agonía de una estrella», escribe. Pero añade: «A pesar de todo, la tierra vencida da estrellas». Esos hombres aprenden a interrogarse sobre la identidad (¿quién soy?, ¿a quién me dirijo?), someten sus cuerpos a la disciplina (prácticas de kung-fu), estudian durante meses el significado de los textos, y al final gritan la palabra: «Pero que no debe pararse en el suelo (lugar de la caída). Nuestro palotes, cuando devienen caligrafías, deben atravesar la capa de los muertos rusos, cobayas anunciadoras de todos los exterminios, la capa de los muertos industriales, la capa de los niños que encuentran todos a un anciano que pudiera morir a su lado. Debemos ir más lejos. Tener el coraje del légamo, el coraje de la roca, el coraje del cuarzo, el coraje de la resina y el del archaeopteryx en su provocadora y continua juventud geológica. Debemos atravesar, de una sola plumada en búsqueda, las tumbas de escamas, de conchas de hipocampo, de ámbar, y las primeras reflexiones del hueso que quiere convertirse en ala».
Toda la tribu se instala en los suburbios de las grandes ciudades (París, Marsella, Estrasburgo) o en la cárcel de Fleury-Mérogis, y allí difunde Gatti su escritura barroca y potente por la que desfilan el filósofo Giordano Bruno, el matemático Évariste Galois (fundador de la teoría de los grupos), muerto en duelo a los veinte años, el revolucionario Carlo Cafiero, el poeta Velimir Khlebnikov, el astrónomo Johannes Kepler, el anarquista Néstor Makhno, o el lógico Jean Cavaillès, ejecutado en la Segunda Guerra Mundial. Son piezas muy largas; en ocasiones abarcan veinte horas divididas en varios días de representación.
Dad a los hombres
y a sus imágenes
su única dimensión habitable
LA DESMESURA

La gran belleza formal de las obras incluye artes marciales. Los pronombres personales barren todo rastro de psicología. El escenario es casi siempre una excusa para remover la memoria de su experiencia en el campo de concentración. Y para las apariciones de una ballena y Augusto Gatti, el barrendero libertario asesinado, padre del escritor.
En la trayectoria final, Armand Gatti se ha adentrado en la ciencia. Usa referencias de la física cuántica de Max Planck y de las matemáticas modernas para que sirvan a la causa de los desposeídos. Ha sido importante su encuentro con el físico Francis Bailly, con quien mantiene un intenso diálogo intelectual.
El gobierno francés le concede el Premio Nacional de Teatro (1988). Y después, en 2004, cuando se le otorga, por medio del ex ministro socialista Jack Lang, la medalla de mayor prestigio nacional, su respuesta es emocionante: «Esta medalla debes entregarla a mis muertos en el campo de concentración, porque ellos me han dado todas las palabras que escribo».
Destaca también como poeta y cineasta. Debuta en el cine con El cercado, que es además el título de un poema extenso, y sigue con El otro Cristóbal, ambos premiados en el Festival de Cannes. El paso del Ebro completa el trío de largometrajes. Otra media docena de proyectos se esfuma en el mercado ruidoso.
Impresionan sus lecturas públicas. Lo vi declamar durante siete horas. Infatigable, con la sola cercanía de un perro que se llamaba Tao, un vaso de agua y los folios lanzados al suelo.
«Esta cama o diez, veinte, treinta ríos fluyendo de frente pueden devenir canto; es la palabra errante», dice en la contracubierta de sus obras nunca completas.

FRANCISCO JAVIER IRAZOKI
París, 2004
Foto: recollectionbooks.com

julio 03, 2009

MARÍA ROSA VICENTE OLIVAS

María Rosa Vicente Olivas (Madrid, 1959) pasó su infancia y adolescencia en Don Benito (Badajoz). Ha publicado los libros de poemas Canto de la distancia (accésit del Premio Adonais 1977), Poemas (Salamanca, 1981), Quizá de madrugada (El ombligo de Tarzán; El Puerto de Santa María, 1997), El libro de los bosques (antología; Ayuntamiento de Don Benito, 1997), Salvo el humo (Pre-Textos – ERE, 1999) y En terreno de nadie (Pre-Textos; Valencia, 2009). Actualmente reside en Cádiz.

Un poema:

LARGO ARGENTINA

La máquina que timbra casi ningún billete,
la voz de acordeón,
el revoltijo
de pequeños y rubios
ladronzuelos.

Si se baja en Arénula
recorre
el camino que cruza
entre sombras de gatos que digieren
su comida de rey.

Junto a la librería,
como siempre,
los africanos que le ofrecen libros
y la mujer sentada
con un cartel que grita
-soy pobre, soy feliz-
mientras extiende
su mano pedigüeña.

Los mira como miran los exhaustos
contempladores de lo repetido
y sabe que retornan
por la noche de nuevo al extrarradio,
ese lugar ausente de los planos
que llevan los turistas.

MARÍA ROSA VICENTE OLIVAS
Poema incluido en el libro En terreno de nadie (Pre-Textos; Valencia, 2009).

julio 01, 2009

ÁNGEL GUINDA, TODA LA LUZ DEL MUNDO

TODA LA LUZ DEL MUNDOMinimal love poemsDe Ángel Guinda
(Ed. Olifante, 2008)

Cambiar el mundo
por Esteban Gutiérrez Gómez

La propuesta de este mes es un curioso y valioso poemario que tiene la característica de contener poemas de un solo verso. Cada uno de estos poemas está escrito en castellano y traducido a las veintitrés lenguas de la Unión Europea. La propuesta literaria no es nueva pues el mismo poemario se publicó en el año 2002 en una edición en castellano traducida a todas las lenguas autonómicas del reino de España.

La obra comienza con una soberbia introducción realizada por Manuel Martínez Forega que nos ayuda adentrarnos en el universo Guinda. Los aforismos del propio Ángel Guinda nos dan una idea de su personalidad y de las obsesiones que le acompañan. Guinda, heredero de la filosofía pesimista germana, escribe contra la realidad que le rodea, enfrentándose a una sociedad decrépita y sin sentido, contraria a lo que de ella demandaría un alma humana. Vida y muerte están siempre presentes en su obra. “Vivir es un drama”, llega a decir. Este pesimismo existencial y su preferencia por la soledad invita a preguntarnos el porqué de un libro dedicado al amor.

¿Qué amor? ¿Cómo el amor?

Guinda es un autor que “escribe para vivir”, que se acomoda en la lejanía y en la soledad, el amor es el contraste temático, la desemejanza presente en su poesía y se da en él, además, un hecho diferencial clave: “el amor es la forma superior de conocimiento y, por lo tanto, es una cuestión individual”. Son palabras de Manuel Martínez Forega que encierran la clave de lo que leeremos a continuación. El amor no es un hecho social, no está corrompido.
El amor puede ser la luz que ilumine al mundo.

Comencemos la lectura del poemario.
No es demasiado dificultoso y observamos que cuenta con metáforas magistrales (“nieva sobre el rubí”). No nos llevará más de unos minutos en su versión en castellano.

Efectuemos una segunda relectura, en parte para disfrutar, en parte para hilar esos poemas universales (de un solo verso), nanorrelatos en sí mismos. Para esto último, anotemos las palabras claves de cada uno de esos breves poemas y, ¿qué obtendremos?

Mar-lejanía-horizonte-noche-sol-luz-ojos-manos-ojos-luz-piel-caricias-agua-(consumación del amor)-fuego-luz-otro mundo.

Así es, Ángel Guinda nos ofrece la manera de cambiar el mundo, de superar el pudrimiento humano que habita en los corazones reunidos en sociedad, para lograr salvarlo, para hacerlo renacer (“Te amo mortalmente: para resucitar”).

El amor no es la luz que ilumina al mundo, no, es la luz que iluminará al nuevo mundo, un mundo no contaminado por la barbarie de la actual sociedad puesto que nace de la individualidad del ser humano.

Esa es la pretensión última de Guinda con este poemario: una revolución social amorosa. Algo serio y admirable. Amor para hacer de este mundo algo digno de ser vivido.

Trabajemos, juntos, para conseguirlo.


TODA LA LUZ DEL MUNDO
Minimal love poems
De Ángel Guinda(Ed. Olifante, 2008)

Por María Jesús Silva:

Ángel Guinda se nos muestra en este poemario, Minimal love poems, como un ser humano, con gran carga de sentimentalidad. Se abre a través de los versos mostrándonos la luz que marca su vida, a la que persigue desde hace tiempo y a la que llegamos nosotros en sus poemas. No siempre esa luz es positiva, existen también los contrarios de la luz que poseen reflejo por sí mismos: la oscuridad, lo tenebroso, lo que no se sabe y lo que se esconde, son ejemplos de esa otra luz que también persigue. Guinda nos dice en los versos de su libro anterior Huellas, “Escribo para no morir. Si embargo me quito la vida en lo que escribo.” (pág, 45.1)
“Otros escriben con la vida, yo he escrito con la muerte.” (pág, 47.3)

Creo que la obra de Guinda se mueve entre la esperanza anhelada y el pesimismo que arrastra en busca de esa esperanza. Esta idea me lleva a la ‘poesía del silencio’. Y esta poesía la define De Villena como "una realización más mental que vital o experiencial que tiende a expresar el estupor de la idea, y no del sentimiento (...). La posibilidad de desarrollar una poesía meditativa, o sea, una inclinación moral: sentir el pensamiento y pensar el sentimiento.”
Guinda dice: “Nací matando”. Su madre, Ángeles, muere durante el parto. Esta circunstancia marca los días del poeta y los extremos serán algo en lo que se acostumbre a vivir y escribir.

Como figuras retóricas dentro del poemario aparecen, sobre todo, las de pensamiento en sus diferentes formas:

La Topografía, nos la muestra dentro de una imagen metafórica.
Ejs:

Pág, 42.
Para saber qué es la lejanía he llegado a este mar.

Pág, 44.
Lo inalcanzable me hace señales desde el horizonte.
Otra figura de pensamiento es el Retrato
Ej:

Pág, 56.
Tus ojos tienen música, tus ojos son las manos de la luz.
Todos los poemas ofrecen una máxima o sentencia de carácter filosófico, con deseos. Ello se percibe en la figura retórica de Optación (manifestación de un deseo) casi como un ruego (deprecación).

Ejs:

Pág, 46.
He movido la noche para que cante el sol.

Pág, 54.
Eres la lejanía, que me cerca.

Pág, 58.
Si tus manos se callan, ciegas se volverán todas las cosas.
Pág, 60.
Abre los ojos para que amanezca.

Pág, 108.
Hacia la plenitud de un gran claro que llega.
Aparece también el Epifonema, reflexión final dentro del conjunto del poema.

Ejs:

Pág, 64.
Con antorchas de frutas trajiste la mañana.

Pág, 66.
Toda la luz del mundo pasa por tu mirada.

Pág, 68.
Tu mirada incinera la basura del mundo.
Con la antítesis o contraste enfrenta dos pensamientos opuestos.
Ejs:

Pág, 50.
Luz alud.
Pág, 62.
Mancha la luz tu luz.

Pág, 78.
Qué insaciable beber un agua que tiene sed.

Pág, 90.
Ebrio de ti qué lucidez insomne.

Pág, 94.
Te amo mortalmente: para resucitar.

Pág, 106.
En pie todo el esplendor de los ocasos.

Pág, 110.
He cerrado los ojos para ver.

Una Perífrasis, que de una forma benévola nos señala un hecho desagradable.

Ej:

Pág, 68.
Tu mirada incinera la basura del mundo.
Preguntas retóricas para expresar sentimientos que no esperan respuesta.

Ejs:

Pág, 52.
¿Eres luz de invierno o el invierno de la luz?

Pág, 96.
¿Qué es toda la luz del mundo comparada con el mundo de la luz?

Pág, 104.
¿Sólo el adiós acerca?
En todo el poemario aparece la figura de pensamiento apóstrofe o invocación para dirigirse a personas o cosas presentes o ausentes.

Ej.

Pág, 100.
Voy por la casa apartando cosas porque falta tu luz.
La aliteración permite evocar estados de ánimo o sonidos de especial expresividad.

Ejs:

Pág, 50.
Luz alud.

Pág, 86.
Con con.
El conjunto es una hipérbole de sensibilidad y belleza, expresando los sentimientos ocultos en un deseo que parece no llegar, pero sin el que no se puede vivir. También es una esticotimia, cada poema-verso es una idea por sí sola, forma una frase completa con un sentido único.

Cada poema lo forma un solo verso largo consiguiendo un ritmo lento cargado de un tono grave y armónico. Esto nos recuerda también a los relatos hiperbreves, en los que en una sola frase nos dan la clave y nos resuelven una trama que nos emociona y nos sorprende utilizando el mínimo de recursos
Percibo una elipsis en cada poema, algo que queda suspendido que se descubre y no se cuenta, que se entiende sin palabras.

Los tiempos verbales más utilizados son el llamado presente futuro, acción referida al futuro pero captada como un presente. También el pretérito imperfecto, apropiado para la descripción por su valor durativo.

Opinión personal:

Ángel Guinda me acerca, nos acerca, a esa luz efímera que tienen algunos días, algunas vidas; me descubre que puede ser más fuerte y brillante desde que sus poemas me conducen por ese mundo que no me acepta y al que me niego. Me salvan. El poemario de Guinda desvela la pasión buscada, y también la que nos empeñamos en esconder, él nos arrastra a ella y nos dejamos invadir por esa luz, en la que todo culmina y a la que nos aferramos, para recomponer sentimientos adheridos a un cuerpo de marioneta que se desmembra contra la oscuridad. Esa misma oscuridad que él nos nuestra, de una forma sutil, paralela a la luz: “Voy por la casa apartando cosas porque falta tu luz”.

Bibliografía consultada: Prólogo de Toda la luz del mundo escrito por Manuel Martínez Forega.


Fotos facilitadas por el autor.