José Luis García Martín (Aldeanueva del Camino, Cáceres, 1950), poeta, narrador, crítico, antólogo y traductor, ha publicado los poemarios Marineros perdidos en los puertos (1972), Autorretrato de desconocido (1979), El enigma de Eros (1982), Tinta y papel (1985), Treinta monedas (1989), Poesía reunida, 1972-1990 (1990), El pasajero (1992), Principios y finales (1997), Material perecedero (1998), Al doblar la esquina (2001), Mudanza, poesía 1972-2003 (2004) y Poemas encontrados (2005). Es asimismo autor de los diarios Días de 1989 (1989), Colección de días (1993), Dicho y hecho (1995), Todo al día (1997), Mentiras verdaderas (1999), Fuego amigo (2000), Dominio público (2003), Leña al fuego (2004), Café Arcadia (2003) y A decir verdad (2006). Su narrativa comprende las obras Gente conocida (1991), En busca de Mario Milanesi (2000), Sueño, fantasmagoría (2005) y La gruta del tesoro (2006). Profesor de la Universidad de Oviedo.
Un poema:
IFIGENIA
Ojerosa y nupcial,
la mañana me guía
hasta el país inmenso de tu pecho.
Lleva un cesto de fresas,
de ásperos luceros,
una orla verde de delfines,
el ignoto sabor de la dicha.
En el nocturno espanto
de mis ojos tiemblan
los negros días que sin ti he vivido,
mi adolescencia casta
y árida, el tedio
de las horas en el viejo palacio,
las noches trémulas de agosto
en la ventana, la sed que
torpemente exasperaban
dedos inhábiles, el rebaño
de obscenos animales
que mordía mis pechos en el sueño,
aquella ávida angustia
ante los sofocados
ruidos del cuarto de mi madre
(entraba Egisto
a tratar los negocios más urgentes),
el beso en los labios
que de una vez quiso darme
un pariente lejano
y lascivo (no me dejé, y ese
beso lo sigo recibiendo cada noche,
su sucia baba en mi piel intacta),
la alta terraza desde donde espío
a los soldados que orinan contra un muro…
Dame la mano, alza
una espada de luz,
sácame de este fétido pozo
del deseo. Dame
tus labios, entrelaza
tus piernas con las mías.
Sé nieve, arena, yerba,
duro abrazo de seda y de rocío,
tumba donde me entierre y resucite.
Entra en mí, arrásame y abrásame
como enemiga ciudad, y que no quede
piedra sobre piedra, todos mis días ardan en tu fuego.
Deja
que escale la alta torre de tu sexo
para tocar el cielo con las manos.
JOSÉ LUIS GARCÍA MARTÍN
Texto incluido en el libro Poesía reunida, 1972-1990 (Llibros del pexe; Gijón, 1990).
Foto: auladepazcamindemieres.blogspot.com
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