junio 18, 2013

UNA VEZ EN AUXONNE

...En todos los paquetes hechos por uno mismo hay un mensaje que no pesa: los dedos del destinatario desatarán el cordel atado por el remitente.
En la oficina de correos vi con los ojos de la mente cómo sus dedos deshacían el nudo que yo había hecho en Auxonne.
Diez días después volví a detenerme en la ciudad. Recordé el día en que te había enviado el paquete y tuve un sentimiento de pérdida, como una punzada. Pero, ¿qué había perdido? El paquete había llegado sano y salvo a su destino.
Cuando lloramos la muerte de alguien, lo que lamentamos es la pérdida de sus esperanzas. Era como si el hombre-con-el-paquete hubiera muerto; ya no tenía nada que esperar.

JOHN BERGER
De su libro Páginas de la herida

1 comentario :

Tesa Medina dijo...

También lloramos porque esa perdida del otro nos hace sentir con más fuerza la soledad, la finitud.

Tal vez lloramos, en el caso del hombre del paquete, porque él no tiene nada que esperar o nosotros nada que ofrecer.

Un abrazo,