septiembre 05, 2013




Cuanta muerte por todas partes, grita el insomne desde la ventana que refleja el lago ondulante como una bola de acero grande y frío. Se retuerce contra los cristales llenos de peces. Le arañan las espinas, les hace el boca a boca en las branquias a los que agonizan. El hombre insomne se esconde del amanecer con los párpados quemados y sigue gritando: ya conozco a demasiados muertos.

MARÍA JESÚS SILVA 

1 comentario :

Carlos Medrano dijo...

Hay en este texto y modo de decir mucho sufrimiento. Que pese a su sagrada parte de verdad, ha de ser también un estado transitorio. Todos los días se levantan con el cielo limpio, en parte para recordarnos a los pequeños habitantes de nuestra piel y de este mundo que podemos también hacerlo.