diciembre 14, 2010

ADIÓS A ENRIQUE MORENTE





El niño Enrique Morente era extraño: se educaba guiando. Al frente de un grupo de turistas inventaba las historias de su tierra. Ahora lo veo en el documental Morente sueña la Alhambra. ¿Puede alguien agitar la coctelera donde choquen un poema de María Zambrano, un tango de Astor Piazzolla, los punteos de jazz de Pat Metheny, unos rasgueos de Juan Habichuela, los puntapiés del bailarín Israel Galván contra su propia sombra proyectada en una pared blanca, los alaridos del argelino Khaled y la distinción de la alemana Ute Lemper, y que el resultado no sea sólo un brebaje exótico? Él lo consigue. Se vale del ingenio de los invitados y añade una lucidez que acopla estéticas contrapuestas. También supera las disputas entre ortodoxos y renovadores del flamenco. Domina con exactitud los palos mayores del cante, pero sin rendirse a las cantinelas de los puristas, y sigue con su osadía de hombre adelantado. Pervive el niño-guía musical y en mi memoria aparece sentado junto al guitarrista Tomatito. Empieza el concierto y Enrique Morente canta como un perro afónico. Lo hace mejor que nunca, porque esa afonía está repleta de experiencias vividas.


FRANCISCO JAVIER IRAZOKI
(Texto publicado en El Cultural – El Mundo)

Vídeo realizado por VICTOR SARABIA

3 comentarios :

Mos dijo...

Otro genio que se ha ido. Aunque, siempre quedará su arte esparcido por el mundo.
Un abrazo de Mos desde su orilla.



P.D. Hasta ayer en mi blog me ponía que tu última entrada era un post de ESTEL JULIÁ. Sin embargo, nunca lo vi puesto en tu blog. ¿Qué raro, no?
Un abrazo, Ada.

Anónimo dijo...

Enrique Morente sigue cantando ahora en el vacío.
Estoy de acuerdo, un genio.

marijo dijo...

Tenía entradas para su concierto en San Sebastián el domingo pasado. No ha podido ser. En mi homenaje particular enciendo una vela en su memoria y me pongo a escuchar "El pequeño vals vienés" de Leonard Cohen, cantado por él. ¡Que viva la fusión y los valientes que se atreven a romper moldes