René Char (L’Isle-sur-Sorge, 14 de junio de 1907 – 19 de febrero de 1988) es uno de los principales poetas franceses del siglo XX. Surrealista hasta 1935, participó en la Resistencia contra el nazismo y colaboró con Picasso, Matisse, Kandinsky y otros pintores. Fue el primer autor vivo incluido por la editorial Gallimard en su muy selecta colección Pléiade. Tres frases resumen su concepción de la poesía:
- La comodidad es crimen
- Hicimos lo que el poema mandaba
- La poesía es el mundo en su mejor lugar
Un poema en prosa:
EL INOFENSIVO
Lloro cuando el sol se pone porque te sustrae a mi vista y porque soy incapaz de llevarme bien con sus rivales nocturnos. Aunque esté bajo y ahora sin fiebre, imposible obrar contra su ocaso, suspender su deshoje, arrancar todavía algún deseo a su fulgor moribundo. Al partir te diluye en su oscuridad igual que el limo del lecho se deslíe en el agua del torrente más allá de los escombros de las riberas destruidas. Dureza y blandura, de nervio tan diferente, causan entonces efectos similares. Dejo de recibir el himno de tu palabra; de repente ya no apareces íntegra a mi lado; lo que aprieta mi mano no es el huso nervioso de tu muñeca sino la rama hueca de un arbolillo cualquiera muerto y ya aserrado. Ya no se pone nombre a nada, sino al escalofrío. Es de noche. Los artificios que se encienden me sorprenden ciego.
No he llorado de verdad más que una sola vez. Al desaparecer, el sol había cercenado tu rostro. Tu cabeza había rodado a la zanja del cielo y yo ya no creía en el mañana.
¿Cuál es el hombre de la mañana, y cuál el de las tinieblas?
RENÉ CHAR
Traducción: Jorge Riechmann.
Poema incluido en el libro Antología esencial (Editorial Pamiela; Pamplona, 1992).
- La comodidad es crimen
- Hicimos lo que el poema mandaba
- La poesía es el mundo en su mejor lugar
Un poema en prosa:
EL INOFENSIVO
Lloro cuando el sol se pone porque te sustrae a mi vista y porque soy incapaz de llevarme bien con sus rivales nocturnos. Aunque esté bajo y ahora sin fiebre, imposible obrar contra su ocaso, suspender su deshoje, arrancar todavía algún deseo a su fulgor moribundo. Al partir te diluye en su oscuridad igual que el limo del lecho se deslíe en el agua del torrente más allá de los escombros de las riberas destruidas. Dureza y blandura, de nervio tan diferente, causan entonces efectos similares. Dejo de recibir el himno de tu palabra; de repente ya no apareces íntegra a mi lado; lo que aprieta mi mano no es el huso nervioso de tu muñeca sino la rama hueca de un arbolillo cualquiera muerto y ya aserrado. Ya no se pone nombre a nada, sino al escalofrío. Es de noche. Los artificios que se encienden me sorprenden ciego.
No he llorado de verdad más que una sola vez. Al desaparecer, el sol había cercenado tu rostro. Tu cabeza había rodado a la zanja del cielo y yo ya no creía en el mañana.
¿Cuál es el hombre de la mañana, y cuál el de las tinieblas?
RENÉ CHAR
Traducción: Jorge Riechmann.
Poema incluido en el libro Antología esencial (Editorial Pamiela; Pamplona, 1992).
Foto: www.rfi.fr
1 comentario :
Gracias por lembrarme iste poema. Saúdos dende A FIN DA TERRA.
http://xoanabeleira.blogaliza.org/
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