En las tardes de lluvia, veo levantarse las olas desde mi ventana. Me subo en ellas. Me lanzan hacia los tejados rojos y negros. Hubo un tiempo en que me los habían cerrado. Es allí donde me gusta andar de puntillas, como los funambulistas. Pretendo un equilibrio, intento mantenerme entre el más allá y el más acá, entre el bien y el mal, entre lo absurdo y lo real. Me encuentro con el espejo que proyecta una figura inexistente; un alma de niebla que se desliza entre toboganes y se pierde en las gárgolas que me hacen una invitación para lanzarme desde lo más alto; desde el reloj parado y perdido de un tiempo que señala una hora muerta. Me pongo las alas y salto. Miro la vida boca abajo. Mis alas se quiebran en el vuelo. Lo mejor de la caída... no hay red.
Texto: María Jesús Silva
Imagen: dreamer.blogia.com
6 comentarios :
Ya sabes lo que dice la canción de Vetusta Morla: "Ser valiente no es sólo cuestión de suerte", tu texto sin lugar a dudas lo confirma.
Un abrazo.
Un texto muy ágil. Una vuela cuando lo lee, pero eso sí; yo quiero red (por el momento).
Transmites muy bien las emociones. El mundo interior del/a protagonista se palpa a flor de piel.
Un beso.
Suicidio??
Buscas demasiado, date una tregua. Ya queda poco para la fiesta...
Aitana.
Juegas con el vacio,
dejando caer
una de tus piernas,
luego la otra,
asomándote al abismo
gritando fuerte mi nombre,
sólo para dejar de oír,
por un instante,
los demonios
que te martirizan.
Chau, boluda
Sobre una mesa puso dos cuencos lacados cubiertos con bambú negro. Uno lleno de paz y el otro lleno de sabiduría.
-"Debes elegir uno", le dijo ...
Anónimo, algunas elecciones llevan consigo una pérdida. Sería estupendo encontrar el espacio en el que no se tuviera que elegir nada, simplemente poder acceder a los 'cuencos lacados' que nos encontramos y poder beber de ellos.
Gracias por pasar.
Besos.
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