Carlos Marzal (Valencia, 1961) ha publicado los poemarios El último de la fiesta (Renacimiento; Sevilla, 1987), La vida de frontera (Renacimiento; Sevilla, 1991), Los países nocturnos (Tusquets; Barcelona, 1996), Metales pesados (Tusquets; Barcelona, 2001), Poesía a contratiempo (Maillot Amarillo; Granada, 2002; antología preparada por Andrés Neuman), Sin porqué ni adónde (Renacimiento; Sevilla, 2003; antología a cargo de Francisco Diaz de Castro), Fuera de mí (Visor; Madrid, 2004), El corazón perplejo. Poesía reunida, 1987-2004 (Tusquets; Barcelona) y Ánima mía (Tusquets; Barcelona, 2009). Su novela Los reinos de la casualidad (Tusquets; Barcelona, 2005) fue elegida la mejor del año en una encuesta entre prestigiosos críticos literarios. Ha publicado también escritos teóricos y apuntes sobre arte.
Un poema:
AYUNANDO
A veces nos conviene desasirnos,
quitarnos de la boca lo más propio.
Negarnos la apetencia nos afirma.
Perdernos al albur,
desalojarnos,
desahuciarnos de casa por un fuego
que limpie de impurezas nuestra casa.
Dejarnos ir, en ondas,
declinar de quienes somos y quienes fuimos.
A veces nos ayuda el renunciar
a nuestras certidumbres, proceder
por un afilamiento,
adelgazarnos
de nuestras ilusiones.
La templanza
de estar entre las cosas sin anhelo,
para anhelar estar entre las cosas.
A veces el vacío
en el que se diría que flotamos
es todo lo más pleno que nos colma.
Muchas veces conviene ser mendigo
de nuestra realidad,
quedar ayunos
de lo que más amamos y nos ama.
Permanecer a un lado,
mirándonos pasar,
dándonos la limosna de no darnos
más limosna que la de seguir vivos.
Conviene endurecer,
fraguar sutiles.
Y regresar al mundo, voraces,
con más ansias.
CARLOS MARZAL
Poema incluido en el libro Ánima mía (Tusquets; Barcelona, 2009).
Un poema:
AYUNANDO
A veces nos conviene desasirnos,
quitarnos de la boca lo más propio.
Negarnos la apetencia nos afirma.
Perdernos al albur,
desalojarnos,
desahuciarnos de casa por un fuego
que limpie de impurezas nuestra casa.
Dejarnos ir, en ondas,
declinar de quienes somos y quienes fuimos.
A veces nos ayuda el renunciar
a nuestras certidumbres, proceder
por un afilamiento,
adelgazarnos
de nuestras ilusiones.
La templanza
de estar entre las cosas sin anhelo,
para anhelar estar entre las cosas.
A veces el vacío
en el que se diría que flotamos
es todo lo más pleno que nos colma.
Muchas veces conviene ser mendigo
de nuestra realidad,
quedar ayunos
de lo que más amamos y nos ama.
Permanecer a un lado,
mirándonos pasar,
dándonos la limosna de no darnos
más limosna que la de seguir vivos.
Conviene endurecer,
fraguar sutiles.
Y regresar al mundo, voraces,
con más ansias.
CARLOS MARZAL
Poema incluido en el libro Ánima mía (Tusquets; Barcelona, 2009).
Imagen: amman.cervantes.es
2 comentarios :
Marzal, Gallego, la crítica los sitúa en una determinada corriente de la poesía, creo que los dos tienen la pluma fácil aunque a veces refulgen con una vistosidad que no me parece sincera.
¿están entre tus favoritos?
chema, no me creo que hagas caso a los críticos, de verdad te crees todo lo que dicen?? cada uno debe de tener su opinión y sus gustos independientemente de lo que opinen los 'sabios'. Mi favorito es la poesía, venga de donde venga y de quien venga, es con lo que al final me quedo.
Besos.
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