Despierto de madrugada. Noto un tirón desde no sé bien qué lugar; y la fibra rota y despedazada se ha regenerado, se ha unido. Una tibieza con fondo de estrellas me camina. La respiración vuelve a ser sosegada. Se han caído las espinas de los párpados. Las pestañas se abren. Amanece. Me preparo un té con dos gotas de lluvia caídas de mis ojos, las acompaña una copiosa descarga de cloruro sódico disuelto en agua, creo que las llaman lágrimas. El día comienza en gris. Mi alma renacida guarda un halo dorado. Las horas pasan y no te lluevo. Hoy no te anochezco.
Texto: María Jesús Silva
Foto: blogspot.com
4 comentarios :
La lluvia + el té = a ti.
Al final me aficionaré al té.
Besos.
Aitana
me gusta que te lluevas y te anochezcas. Muy original, casi me dejas nevado.
Precioso, Ada, tremendamente poético. Que nunca le lluevas, que no le anochezcas..., es la guinda. Besos.
A los tres, gracias por pasaros, y por hacer parada aquí, muchas gracias y muchos besos.
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