abril 28, 2009

FÉLIX FRANCISCO CASANOVA

Félix Francisco Casanova (Santa Cruz de la Palma, 28-9-1956; Santa Cruz de Tenerife, 14-1-1976) fue una especie de Arthur Rimbaud o Lautréamont español. Aunque murió a los 19 años (oficialmente, su muerte se debió a un escape de gas mientras se bañaba en su casa), nos dejó una obra de sorprendente madurez. Hijo del poeta Félix Casanova de Ayala, con quien escribió el libro Cuello de botella, a los diecisiete años obtuvo, por su libro El invernadero, el premio “Julio Tovar”, considerado entonces el principal de los galardones de poesía en Canarias. Un año después, ganó el premio “Pérez Armas” con la novela El don de Vorace. Un mes antes de morir, su poemario Una maleta llena de hojas sería premiado por el periódico “La Tarde”. Es autor de un diario que se titula Yo hubiera o hubiese amado. La editorial Hiperión publicó, en 1990, la poesía completa de Félix Francisco Casanova: La memoria olvidada (Poesía 1973-1976).

Este es el último poema que escribió:

ERES UN BUEN MOMENTO PARA MORIRME

a María José

Amaneciendo y anocheciendo
a un mismo tiempo,
cariño, ¿no es ésta la forma
en que te gustaría vivir?
En mi cabeza hay un álbum
de fotos amarillentas
y lo voy completando con mis ojos,
con los más leves ruidos,
atrapando olores en el aire
y en cada sueño que sueño.
¿Sabes una cosa, pequeña?
La última página de mi álbum
tiene tu boca lluviosa mordiéndome un labio,
un disco de rock’n’roll
y calcetines de colores.
Mis ojos han sido rápidos,
te he hecho el amor con la ropa puesta
a través de una
larga pajita dorada
mientras cruzabas la calle
con el cabello ardiendo.
Pero ahora son tus pies
quienes dan mis pasos,
¡así que no te equivoques
pues me caería!
Te bebo en cada vaso de agua
que sacia mi sed,
mis palabras son claras como niños pequeños
o espesas como semen empapando cortinas,
pero hoy tengo que inventar
un nuevo idioma
para conversar con tus tiernos maullidos eléctricos
y los gritos de euforia
de la gente que vive en tu cabeza.
Debes saber que a veces
soy como un entierro interminable,
siempre triste y azul
subiendo y bajando
por la misma calle.
Pero otras veces soy un río de risa
corriéndome por toda la ribera,
haciendo el amor a la mar,
una felicidad contagiosa,
un revólver de amor, nena,
y voy a disparar justo a tu corazón
¡bang, bang!
¿te di?
Quiero arrollarte, enrollarte y arrullarte,
montaña de aguardiente
y tarde rojiza.
Eres un buen momento para morirme.

FÉLIX FRANCISCO CASANOVA
Poema incluido en el libro La memoria olvidada (Hiperión; Madrid, 1990).

Foto: http://www.premiosycertameneslapalma.org/

4 comentarios :

alf dijo...

qué muerte más dulce, en la bañera...., con el calor y el agua, con el gas y el aire, jugando con el sueño y con la muerte.

María Jesús Siva dijo...

alf, sin duda es un poema de una belleza exquisita y de unas imágenes potentísimas, quizá porque en la muerte también existe la belleza.
Saludos

Baco dijo...

Miedo me dais los dos amantes de la muerte.
Buen descubrimiento, me lo apunto aunque no creo que se pueda conseguir nada suyo (no se si en Hiperión?)

María Jesús Siva dijo...

Baco, la verdad es que la muerte puede llegar a seducir hasta el final.
En Hiperión compré yo el libro "La memoria olvidada" sin necesidad de encargarlo, llegué y estaba allí, solitario, esperándome y tuve que acogerle...
Besos